Heraldo-Diario de Soria

EL RUBICÓN

Felipe Ramos

Del ridículo a la desfachatez

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Pues nada, ya pasó Villalar y el Día de Castilla y León. Y lo ha hecho, de nuevo, con polémica. Una polémica que, más allá del sentimiento de Comunidad que tengan los ciudadanos y que cada uno puede ejercer como quiera, viene generada por los propios políticos. Ellos, y nadie más, son los responsables de que ese sentimiento de Comunidad que se les pide a los castellanos y leoneses no acabe de cuajar.

Por la campa de Villalar se pasaron más de 20.000 personas y otros cientos de miles se echaron a las calles en las carreras y marchas solidarias, bailaron en los conciertos o se subieron a los hinchables y se pasearon por el mausoleo de las Cortes de Castilla y León. Es lo que tiene el buen tiempo y la fiesta, que saca a la gente a las calles para disfrutar de las actividades que se les brindan gratis. Y, a partir de ahí, que cada cual haga con su sentimiento de Comunidad o no lo que quiera.

Que es justo lo que hacen los políticos. Los hay que lo que lo que hacen es el ridículo. Y aquí el máximo exponente son los leonesistas de la UPL en el Ayuntamiento de León, con su portavoz Eduardo López Sendino a la cabeza, arremetiendo contra Alimerka por felicitar el Día de Castilla y León. «Han dejado claro dónde están», aseguran estos de la UPL en el consistorio leonés. Cierto, lo han dejado claro. Alimerka está donde viene estando hace años, generando empleo y riqueza en León. Lo que deberían hacer estos de la UPL en el Ayuntamiento de la capital leonesa es preocuparse en saber dónde están ellos, antes de seguir haciendo el ridículo.

Claro que después aparecen los políticos que tiran de la desfachatez. Aquí la palma se la llevan estos de la derecha extrema. No se cansan de dar lecciones de sus principios y son los primeros que se los pasan por el arco del triunfo cuando tienen que ver con el bolsillo. Porque hay que tener desvergüenza para sentarse en las Cortes, incluso en los más alto del hemiciclo que se asienta en la avenida Salamanca de la capital, mientras se reniega de la Comunidad, porque no se cree en ellas y no quieren que existan, y de su fiesta, que viene recogida en el Estatuto de Autonomía, ese al que se someten cuando juran, que éstos son de jurar por dios y por España, y le dan la medallita de las Cortes el primer día que llegan a ella.

Y así transcurrió otro Día de Castilla y León, con la gente en las calles, corriendo, bailando, saltando, y en la campa atraídos por el sol y el buen tiempo, y con los políticos, a lo suyo, a su interés. El suyo es un sentimiento de Comunidad que, algún caso, camina del ridículo a la desfachatez. Y, entre medias, cabe todo lo demás. Es el problema de los políticos, que cada uno va a lo suyo.

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