JESÚS LOPE ANTÓN
«Es un ‘pecado’, pero me identifico más con los romanos que con los numantinos»
Humaniza las piedras -columnas, muros, torres y, por supuesto, castillos- y lleva pegada a la piel San Juan de Rabanera, por la posibilidad de abrazarla. Hubo un tiempo en que hacía chantaje a su abuelo cuando le ayudaba a repartir leche en Berlanga (a cambio de su subirle al Castillo tras dejar los machos en la puerta). En el actual ha descubierto que el patrimonio tiene el alma que cada cual le pone

Jesús Lope Antón.
Pregunta.- Las piedras hablan. ¿Qué le cuentan?
R. Me transportan al pasado como a todos a los que nos gusta la historia. Nos empezamos a preguntar por aquellos que vivieron ese pasado, que pasaron dificultades para salir adelante con sus hijos, que construyeron aquellas piedras, por qué lo hicieron. Luego el tiempo se ha encargado muchas veces de que esas piedras se hayan ido poco a poco arruinando y nos ha tocado a nosotros darles una nueva vida, primero en nuestras cabezas y luego en artículos, libros, clases.
P. La mejor ayuda que puede tener el patrimonio que no pase por el dinero, aunque también.
R. El dinero es fundamental, pero no es lo más importante. Lo más importante es la concienciación. Si se hace con dinero, es importante, pero lo realmente decisivo es tener conciencia de su valor, dar al patrimonio ese significado del que hablábamos en la primera pregunta. El significado que pone una historia a cada piedra, cada monumento, cada castillo o muralla.
P. Tómele el pulso a esta concienciación.
R. Los que estamos en este mundo del patrimonio vivimos en una burbuja. La sociedad está a otras cosas, tiene otros intereses y otras preocupaciones. Y nos damos perfecta cuenta, lo que ocurre es que nosotros confundimos lo que nos gusta y quisiéramos con lo que a la sociedad en general le gusta, le preocupa y quiere. Habría que buscar una fórmula para dar ese salto, hacerlo como más universal. No sé cuál es. A lo mejor la que nosotros hemos elegido colocando el patrimonio en el centro de nuestras inquietudes, me refiero a la Asociación de Amigos del Museo Numantino, es una fórmula válida. Pero, y es una de nuestras principales preocupaciones, no es válida para todo el mundo ni para todas las edades. Nuestra dificultad ahora es hacer llegar nuestras inquietudes a los jóvenes. Muy difícil. Te puedes imaginar que la edad media de los que estamos en esto es casi de jubilados.
P. Pero fundamental a la hora de involucrar a la gente joven.
R. Hay que verlo con optimismo. Aunque ahora tengan otras inquietudes, conforme van cumpliendo años van sumándose a las inquietudes nuestras, a las de transmitir el saber y luchar, porque esa transmisión llegue a más gente.
P. Se refiere al patrimonio...
R. Sí, porque todo nuestro afán es conocer, lo más cercano y lo no tan cercano. Conocer en el sentido de que nos gustan esos pueblos que se han perdido y que llamados despoblados. Traerlos al presente, vivirlos. Cuando hacemos una excursión nuestra principal inquietud es conocer y eso llena nuestras expectativas.
P. ¿Se puede vivir el despoblado?
R. Cuanto más te informas y sabes del despoblado, más lo vives. No te digo ya que pienses en quién vivió ahí, tuvieron su vida, fueron felices, lucharon por salir adelante, lo pasaron mal, bien... No solo por eso, sino porque también es el gusanillo del descubrimiento. Muchas veces, aunque no lo creas, estamos redescubriendo lugares que prácticamente han permanecido siglos en el olvido, incluso. Eso es una enorme satisfacción.
P. A veces las ruinas resurgen. Otras no.
R. Me gustan los vídeos de Inteligencia Artificial, que recrean cómo era por ejemplo Pompeya y es algo verdaderamente fascinante. La IA está consiguiendo lo que nosotros hasta hace poco reconstruíamos en nuestras cabezas, pero lo está haciendo infinitamente mejor, con más calidad, detalle, pormenores. Ahora estamos poniendo cara por ejemplo a Julio César, a Augusto... No son ya las estatuas, sino las estatuas vivas, con piel, con ojos que tienen expresión.
P. ¿A qué numantino podría rostro y por qué?
R. Es un pecado lo que te voy a decir, pero no me identifico tanto con los numantinos y eso que me gusta mucho el Museo Numantino. Pierdo horas en el Museo Numantino, viendo piezas detalle a detalle, voy recurrentemente. Pero me identifico más con el mundo romano. He estudiado en Roma y... . (¿Pero usted sabe lo que dice?). (Ríe). No lo cuentes.
P. ¿De qué hablamos cuando hablamos de patrimonio?
R. De Soria me gustan mucho los castillos. Para mí el castillo de Gormaz está en el top ten, aunque sea una expresión inapropiada. Está en el diez del patrimonio. Pero luego hay otros castillos que a lo mejor no son tan emblemáticos, tan históricos, que para mí también son magníficos. Por ejemplo el de Ucero. A mí de la historia me gustan mucho los castillos, mucho, mucho. Quizá porque ya de niño el chantaje que le hacía a mi abuelo cuando llevábamos la leche (mi abuelo era lechero) a Berlanga, e íbamos por los soportales, de portal en portal cogiendo las botellas vacías y dejando las llenas de leche, el chantaje siempre era 'yo te acompaño abuelo, si luego subimos al Castillo'. Dejábamos los machos en la puerta del Castillo y luego subíamos arriba. Me contaba las leyendas de esas cuevas que había entonces, que bajaban hasta el río y demás y a lo mejor por eso son los castillos lo que más me llega. Por esas historias de niño que me han hecho mella. En Soria hay mucho patrimonio.
P. Cada pieza del Museo Numantino encierra una historia. Quédese con una.
R. Durante años iba con los chicos del Machado al menos una vez a la semana y cada uno elegía una pieza. Intentábamos tirar el hilo y lo más sorprendente es que cada pieza tiene una historia y a veces nos quedamos en la superficie. La historia que nos cuenta la pieza es cómo vivían, para qué la utilizaban. Probablemente me quedaría con el vaso de los caballos. Me encanta. Y también con el vaso de los toros. Éste es el número uno. Es extraordinario y digna del mejor museo del mundo.
P. ¿Qué templo, ventanal... lleva pegado a la piel?
R. San Juan de Rabanera, sobre todo porque le podemos dar la vuelta. Lo que me gusta es que podemos dar vueltas alrededor, es como un monumento en 3D. La portada de Santo Domingo es otro diez. Pero a San Juan de Rabanera es como una maqueta en 3D real.
P. ¿Las piedras tienen algoritmos o alma?
R. Las piedras no tienen algoritmos, tienen alma y se la ponemos nosotros. Nuestra alma, lo que es inmortal en cada uno de nosotros, es capaz de poner vida también a esto, que nos habla del pasado. Ahora que se habla tanto del tiempo cuántico, que realmente lo que existe es el presente, yo lo veo así. En la historia siempre se estudia el tiempo lineal, del pasado al presente y, sin embargo, ahora mismo el tiempo cuántico dice que lo que realmente importa es el presente. Y como que nos rompe todos los esquemas.
P. Profesor de Historia y se jubiló en el Machado. ¿A los adolescente de hoy les interesa el pasado?
R. Siempre y cuando se lo sepas presentar con algún significado presente. A los chicos les cuesta mucho trasladarse al pasado. Ellos tienen que tener referencias presentes. A mí me gustaba empezar las clases con una noticia del presente y la enganchaba con algo de lo que íbamos a trabajar en clase. Y era una buena fórmula. Los adolescentes viven en un presente total, infinito, de esos cuánticos que le gusta ahora a la filosofía.
P. Tiene 30 segundos para convencerme de que me haga socia de la Asociación de Amigos del Museo Numantino.
R. Creo que tal y como te lo he contado, que te he abierto el corazón, qué mejor anzuelo para que te hagas de la asociación. Quiero decir que si yo lo vivo así, quiere decir que todo el mundo puede vivirlo.