Heraldo-Diario de Soria

Del periódico al libro

La 'Biblioteca' de La Provincia

La inmensa mayoría de los ´diarios´ editados en Soria entre el final del siglo XIX y el primer tercio del siglo XX publicaron, en el faldón o parte baja de sus páginas, por entregas y a modo de folletín, ensayos, novelas, piezas de teatro o poemarios, las más de las veces en reediciones autorizadas de obras conocidas y otras, las menos, originales locales, propios de nuestra tierra, que el lector leía, coleccionaba y, en muchos casos, encuadernabas

La biblioteca de La Provincia (1899-1907).

La biblioteca de La Provincia (1899-1907).JAGB/BPS

Publicado por
Juan A. Gómez Barrera
Soria

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Surgieron así muchos de los libros que llenaron durante años los estantes de las librerías sorianas, antes que las inevitables mudanzas, el requerimiento del papel o la visita a despiadados anticuarios vaciaran los anaqueles tan felizmente colmados. Hablamos de bibliotecas familiares con ejemplares tan clásicos como las autografías, folletines y dramas populares de Alfhonse de Lamartine (1790-1869), de Louis Veuillot (1813-1883), de Mathilde Bourdon (1817-1888), de Enrique Pérez Escrich (1829-1897) y, en fin, de M. Javier de Montépin (1823-1902), todos conocidísimos autores que llenaron con sus escritos cientos de páginas de los sucesivos periódicos provincianos a los que, con gran entusiasmo en muchos casos, se enganchaban lectores, sin distinción de edad, sexo y condición, ávidos de una literatura que estuviera a su alcance y les permitiera olvidar los problemas, económicos, políticos y sociales, de su propia cotidianidad. Algunas de aquellas obras [´Rafael´, ´El vuelo del alma´, ´Los dos viajeros´, ´El cura de aldea´ y ´El médico de los pobres´, por citar una de cada uno de ellos] fueron censuradas por las autoridades religiosas, a cuenta de supuesta alteración de la moral cristiana, y por otros autores que observaban coincidencias sospechosas con sus propias creaciones; es lo que le sucedió al conde de Montépin acusado de plagio por el novelista Louis Jousserandot o a Pérez Escrich, que además de soportar juicios de impiedad sobre su persona no pudo evitar que se aplicara el adjetivo «inmundo» a su novela y es muy posible que llegara a saber que en el ´Boletín Eclesiástico del Obispado de Osma´, del 24 de diciembre de 1853, se atribuía ´El Cura de Aldea´ a Fermín Gonzalo Morón y que diez años más tarde, en el ´Boletín Oficial de la Provincia de Soria´ del primero de julio de 1863, obra del mismo título se adjudicara a Domingo Doncel y

Ordaz. Es verdad que tales erudiciones difícilmente llegarían al lector, mas no ocurriría igual con los reparos del púlpito, razón, seguramente, de que la emisión de varios de los folletines se cortara o interrumpiera bruscamente.

La historia es vieja y sabida: el «folletín» [del francés «feuillet», hoja, página de un libro] es un género dramático de ficción, de rápida producción, de argumento poco verosímil y simplicidad psicológica; que recurre a la temática amorosa, al misterio y a lo escabroso; y es propio de los «novelistas por entregas» o de «escritores al vapor». Es un género que surgió en Francia, en el segundo tercio del siglo XIX, cuando periódicos como ´La Presse´ y ´Siècle´ incluyeron en sus páginas entregas sucesivas de la ´Comedia humana´ de Honoré Balzac y de ´Los tres mosqueteros´ de Alejandro Dumas. Pronto se unieron a ellas, la ´Madame Bovary´ de Gustave de Flaubert, ´Los miserables´ de Víctor Hugo, ´La Flecha Negra´ de Robert Luis Stevenson, el ´Oliver Twist´ de Charles Dickens, el ´Sandokán´ de Emilio Salgari, ´Los hermanos Karamazov´ de Fiódor Dostoievski, y tantas y tantas obras de otros tantos autores entre las que no faltaron las de Benito Pérez Galdós, las del padre Luis Coloma, las de Manuel Fernández y González, el más afamado «folletero» español, y las del ya mencionado Enrique Pérez Escrich.

En Soria se asumió el género con las obras arriba indicadas y otras aún por descubrir y, en nuestra opinión y de ahí nuestro interés, se arropó o se disfrazó o se completó con obras sorianistas, no precisamente dramáticas. Sin parangón con los escritores referenciados, pero en la misma línea, podrían citarse a Vicente García Alonso (1806-1881) y a su hijo Juan José García y García (1840-1911); aquel publicó en El Noticiero de Soria, entre el 28 de enero y el 22 de abril de 1893, la novela ´La taberna de Pedro Bocanegra o El Socialismo´ y, entre el 28 de octubre de 1896 y el 2 de enero de 1897, la titulada ´Memorias de un somnámbulo´; y el hijo, en el mismo periódico pero sin el artículo, ´La Laguna Negra´, entre el 5 de diciembre de 1906 y el 29 de mayo de 1907; si las novelas de Vicente aparecieron primero en Burgos en formato libro, la del hijo, no tenemos duda de ello, se estrenó en «El Folletín del Noticiero» y, tras su última entrega, saltó del periódico al escaparate de la librería del editor. Idéntico recorrido haría, 28 años después, el ensayo ´Historia de las Guerras de Numancia´, que Santiago Gómez Santacruz acunó en las páginas de El Avisador Numantino. Nada tiene que ver –dígase por si se echa en falta– ´El solar numantino´, aquella refutación que, entre el 29 de abril y el 22 de 1914 y desde las páginas de Noticiero de Soria, hizo el propio Abad al mismísimo Adolfo Schulten, pues se trató entonces de 23 concienzudos artículos que cubrieron 75 columnas de las primeras planas del periódico; sí lo fue en cambio ´Estudios de Psicología individual´ que entregó a La Verdad Francisco Santamaría Esquerdo, entre el 10 de octubre y el 15 de diciembre de 1911.

Alguien [tal vez nosotros, algún día] debería tener la paciencia extrema y extraer de las colecciones de periódicos que guarda la hemeroteca de la BPS relación completa de todas y cada una de las obras en ellos publicadas, con su autoría, título, condición y fechas de edición, y así no sólo conoceríamos los libros y folletos que, medio escondidos, viven en sus páginas, sino que recuperados convenientemente nos ayudarían a entender mejor a sus destinatarios y, seguramente, a valernos de su información. Y es que nuestros viejos periódicos, aunque rezagados como corresponde al entorno en que vivieron, y pese a que cubrieron páginas y páginas con viejas novelas de otros tiempos y otras tierras, no dudaron en interrumpir o acompañar a estas con estudios locales necesarios, con ensayos rigurosos sobre tiempos pasados y presentes, con poemas o ripios poco afortunados pero divertidos o con originales zarzuelas a las que se insertaban quehaceres, textos y músicas propias. 

De todos es conocida la historia del pantano de La Cuerda del Pozo, pero pocos habrán leído los estatutos de la ´Sociedad Hijos Protectores de La Muedra´ que recogió en su faldón El Noticiero de Soria el 6 y el 10 de julio de 1895; o la comedia ´La Ermita de San Saturio´ que escribió Nicolás Rabal y el mismo periódico entregó en tal práctica entre el 16 de septiembre y el 28 de octubre de 1893. La propia ´Descripción de la vía romana entre Uxama y Augustóbriga´, de Eduardo Saavedra, fue más leída en las entregas de El Noticiero [del 29 de abril al 18 de julio de 1891] que en la memoria oficial publicada por la Real Academia de la Historia muchos años antes [1879]. Y se podría hablar de la biografía de Nicolás Rabal pues, la única existente, la imprimió en su faldón La Región Soriana, entre el 21 de diciembre de 1899 y el 3 de mayo de 1900.

La imagen con que se adorna esta sábana –por usar la terminología de nuestro vecino Carlos de la Casa– reproduce la cabecera de La Provincia, la carátula de cuatro de sus grandes títulos y un cuadro resumen de su ficha de contenidos, con referencia a 12 de sus 23 publicaciones. Quede así expuesta la idea y comenzado el trabajo.

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