Heraldo-Diario de Soria

Historia

El coche Loryc del Doctor Ramiro de la Llana

Una fotografía del Fondo Toribio Herrero, depositada en el Archivo Histórico Provincial de Soria y datada en 1945, permite recordar a una saga de médicos sorianos y hablar de un curioso coche mallorquín del que sólo de fabricaron unas 130 unidades / A Julián de la Llana del Río, incansable fuente de amistad, cultura y conocimiento

El doctor Ramiro de la Llana Arguedas, médico de Covaleda durante más de cuarenta años, condujo un exclusivo coche español marca Loryc “Sport” por las carreteras sorianas de 1945. (Fotografía AHPSO, Fondo Toribio Herrero García).

Publicado por
Javier Martínez Romera
Soria

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Uno de los elementos más valiosos del Archivo Histórico Provincial de Soria es su fondo fotográfico, que ilustra y complementa el amplio fondo documental. Desde su embrión originario del Archivo Carrascosa y considerablemente acrecentado por incorporaciones provenientes de acreditados fotógrafos, como Salvador Vives Soriano y Manuel Lafuente Caloto, o de aficionados incansables y entusiastas como Casimiro Rodrigo, además de otras muchas aportaciones de instituciones o particulares, totaliza, por el momento, 47.800 instantáneas en constante crecimiento que conforman una memoria gráfica imprescindible de la fisonomía de Soria capital y provincia y de sus habitantes.

Una de estas colecciones de extensión considerable, 878 fotografías, y muy significativa por su contenido es el fondo de la colección de Toribio Herrero García, donada en 2016 y presentada en sociedad mediante la exposición titulada: “Una parte de nosotros: Covaleda”, que mostró 160 imágenes entre diciembre de 2022 y febrero de 2023 en el histórico patio cubierto del propio archivo. La curiosidad meticulosa del coleccionista, que le llevó a recopilar y conservar fotografías de sus vecinos desde muy temprana edad, nos permite contemplar la vida de Covaleda y la comarca de pinares a lo largo de varias décadas del siglo XX, con una contextualización perfecta plasmada en unos simpáticos marcos de cartulina negra que, con cuidada caligrafía, identifican los eventos, personas y lugares retratados.

No hablaremos aquí de las fotografías escolares, de bodas, fiestas con trajes de piñorra o escenas cotidianas, ni de las de paisajes, tipos indianos o hacendosos leñadores, carreteros y trajinantes con sus carros, bueyes y yuntas,

sino que nos detendremos, solamente, en una de las fotografías, que presenta varios elementos singulares, quizás no tan llamativos a simple vista. En ella, un hombre se dispone a arrancar a manivela un simpático coche descapotable, probablemente en actitud fingida, mientras una señorita, también en pose fotográfico, sonríe al volante. De fondo apreciamos un indistinguible edificio, tal vez el garaje del coche, probablemente en construcción por los ladrillos apilados. La leyenda, con la característica caligrafía en plata sobre fondo negro, nos aclara el resto, “Coche de Don Ramiro de la Llana Arguedas, Médico de Covaleda, Covaleda, 1945”.

No resulta complicado localizar coordenadas personales y profesionales de Ramiro de la Llana Arguedas. Es el eslabón intermedio de una saga de médicos extendida durante tres generaciones. Su hijo Ramiro de la Llana Ducrós es Licenciado en Medicina y Cirugía por la Universidad Autónoma de Madrid, doctor en Medicina por la Universidad de La Laguna y, durante muchos años, jefe clínico de Cirugía Cardiovascular del hospital Universitario de Canarias.

El padre de Ramiro de la Llana Arguedas, Ramiro Mariano de la Llana Hernández (Barca, 1879; Tarrasa,1971) llegó a coincidir en el tiempo con su hijo en el ejercicio de la actividad médica y fue un personaje muy conocido en la Soria de la época, ya que fue asiduo articulista y corresponsal de “El Avisador Numantino” mientras ejercía en Beltejar, Almajano, Cidones y, en 1920, sustituyó a Juan Antonio Gaya Tovar, padre del crítico de arte y escritor Juan Antonio Gaya Nuño, como médico de Tardelcuende. Llegó a ser alcalde de esa localidad y presidente del Colegio de Médicos de Soria entre 1938 y 1949.

Tuvo Ramiro de la Llana Arguedas cinco hermanos: Araceli, Julio, Aurora, Heraclia y una hermana de nombre singular, “una soriana llamada Numancia”, de la que Juan Antonio Gómez Barrera trazó completo perfil biográfico (“Diario de Soria”, 25-6-2014). La joven, nacida en 1905 en Beltejar y titulada maestra nacional, como su hermana Araceli, disfrutó de corta vida, puesto que murió en Tardelcuende en 1933.

Por el expediente académico de 1924 de Ramiro de la Llana Arguedas, depositado en el archivo del IES Antonio Machado, sabemos que nació en Madrid el 12 de junio de 1908. El 8 de junio de 1932 “El Avisador Numantino” informaba de que “en la Facultad de Medicina de Zaragoza, y con notas brillantes, ha terminado la carrera de Medicina don Ramiro de La Llana Arguedas”. Poco después, en la “Numancia Sanitaria” del 1 de junio de 1932, “el joven médico, “residente en Tardelcuende”, se ofrecía para “cubrir sustituciones durante los meses de verano”. Ya terminada la Guerra Civil, “El Avisador Numantino” del 14 de octubre de 1939, al reseñar fiestas en Tardelcuende, nos lo sitúa como “excombatiente y médico de Arenillas”. Para 1945, aún era un joven médico, pero con una carrera ya consolidada que no le apartaría de Covaleda, donde prestó servicio durante más de cuarenta años como médico y odontólogo, lo que le valió que la localidad le dedicase una calle, como expresión de afecto de toda la comarca de pinares.

Conjugando trabajo y placer conduciría don Ramiro por las boscosas carreteras que rodean Covaleda ese airoso coche descapotable. Un primer vistazo a la fotografía nos permite clasificarlo como un “cyclecar” o, mejor, como una “voiturette”, uno de aquellos pequeños automóviles que, al comienzo de los años veinte, proliferaron en Francia y proporcionaron a un público deseoso de desquitarse de los muchos sufrimientos de la recién terminada Primera Guerra Mundial una motorización sencilla en cuanto a cilindrada y potencia pero muy elegante, con sus carrocerías de aire deportivo que imitaban, como los Amilcar y los Salmson, las líneas de los lujosos y carísimos Bugatti o Delage, muy alejados de las economías medias francesas de la época y, aún más, de las españolas.

Una mirada más atenta a la fotografía, ya focalizada a identificar la marca del coche, despierta el palpito de que nos encontramos ante un vehículo muy exclusivo y singular, y más en tierras sorianas. Impresión que será necesario confirmar de forma documental, algo que lograremos gracias a mi apreciado amigo Luis Cascante Gomis, con la consulta de un anuario de matrículas de Barcelona. La placa incompleta que se ve en la fotografía nos proporciona, de entrada, un año de matriculación, 1930, pero nos falta un número, que no tardamos en encontrar, es el B-45.932, y nos encontramos, nada menos que ante un LORYC-EHP, un vehículo nacional montado en Palma de Mallorca y matriculado por primera vez a nombre de Álvaro Bartolomé Fiato, residente en Falset, provincia de Tarragona.

Los automóviles Loryc fueron, según nos recuerda Joaquín Ciuró en su estupenda “Historia del Automóvil en España”, principalmente el resultado del genio empresarial de Rafael de Lacy, Alberto Ouvrard Dury, un ingeniero parisino que había trabajado en Renault e Hispano Suiza, Antonio Ribas y Fernando Alzamora que dieron nombre a la marca con las letras iniciales de sus apellidos y construyeron, con un precio de venta en torno a las 8.000 pesetas, estos ligeros y atractivos vehículos en Palma de Mallorca a partir de 1920. Estaban dotados de un cambio de tres velocidades y eran impulsados por motores franceses de cuatro cilindros, en torno a los 900 centímetros cúbicos, de marca Ruby, SCAP, CIME y, en nuestro caso, EHP, es decir, Etablissements Henri Precloux, fabricados en Courbevoie, a las afueras de París.

El Loryc de don Ramiro, por la fecha tardía de matriculación, debe tratarse de uno de los 54 que los Talleres Hermanos Darder actualizaron y finalizaron de construir en torno a 1929, después del cese de la actividad inicial de la marca en diciembre de 1923. Sea como fuere, nos encontramos ante uno de los poco más de 130 Loryc fabricados y ante una de las versiones más deportivas, la carrocería denominada “Sport” de dos plazas, y que, en la fotografía de 1945, todavía conservaba los elementos más característicos del coche, como el arquillaje de la capota, las aletas o el bajo y partido parabrisas deportivo, algo no tan usual en un vehículo ya con bastante antigüedad y una guerra y varios años de dura posguerra a las espaldas.

Imposible saber cómo llegó tan singular coche a manos de don Ramiro, pero sí podemos imaginar la independencia y la autonomía profesional que le proporcionó en unos años de difícil motorización, así como los paseos y excursiones que pudo disfrutar con él en una zona especialmente propicia para rodar a cielo abierto en un vehículo ya veterano, pero de marcado aire deportivo y juvenil, mucho más que el serio Citroën “Traction Avant” negro que don Ramiro padre mantuvo en activo durante muchos años.

Nada hemos podido averiguar del destino posterior del Loryc. No sabemos si se mantuvo muchos años activo por las carreteras sorianas, si acaso en Soria pereció achatarrado o carnavalizado como tastarro en las Fiestas de San Juan. El censo de vehículos supervivientes que el magnífico y recién presentado libro del gran aficionado balear Antonio Batle Manresa, “Loryc. Un pequeño coche nacido para correr” no lo recoge, pero una antigua fotografía nos demuestra que, en años tristes, un alegre y exclusivo Loryc recorrió las carreteras de Soria, para admiración de sus contemporáneos y sorpresa de los que hoy amamos los vehículos históricos

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