El incansable luchador contra el mieloma múltiple
El hematólogo soriano Jesús San Miguel Izquierdo ha dedicado 40 años a la investigación y a la asistencia clínica en los que ha conseguido importantes avances para el tratar a los enfermos

Doctor Jesús San Miguel Izquierdo.
Los avances en el conocimiento y el tratamiento del mieloma múltiple, el segundo tipo de cáncer hematológico más frecuente, no hubiesen sido lo mismo sin su contribución que hace mirar al futuro con esperanza.
El doctor Jesús San Miguel Izquierdo (Almarza, Soria 1953) es una autoridad médica, no solo en España sino también en el ámbito internacional, en esta enfermedad a la que ha dedicado más de 40 años para cumplir su sueño: la curación.
Una treintena de premios y reconocimientos, que junto a más de 900 artículos científicos, avalan su brillante carrera profesional dedicada a tratar a los enfermos de mieloma desde las dos vertientes posibles: la asistencia clínica y la investigación. Logros que comparte con los profesionales que han formado parte de sus equipos con los que ha trabajado codo con codo.
Es uno de los tres científicos españoles con mayor índice H (135) y el primer clínico por sus aportaciones a la investigación y a la práctica clínica. Se le atribuyen hitos como el cambio en los criterios de diagnóstico del mieloma múltiple al incluir el diagnóstico temprano, la aprobación de cinco fármacos, incluyendo el primer CAR-T cell, el establecimiento de unidades centralizadas de diagnóstico y monitorización y la creación de grupos y redes de cooperación a nivel nacional e internacional, entre otros.
El veterano hematólogo soriano es un trabajador incansable y tenaz que ha simultaneado la docencia y la investigación con la atención clínica a los pacientes. Entiende la Medicina con el único propósito de ayudar a los enfermos, a los que ha colocado en el centro de sus desvelos y sus interminables jornadas de trabajo.
Hubiese querido ser arquitecto, pero al final eligió Medicina por «no seguir oyendo a mi padre que decía que era la profesión más apasionante que había», explica. Se licenció en 1976 en la Universidad de Navarra. Su aterrizaje en la especialidad de hematología tuvo que ver algo con el azar. Él había pensado en ser endocrino, pero una de las preguntas de su examen de final de carrera, formulada por el hematólogo Antonio López Borrasca sobre una enfermedad rara, cambió su camino.
«Muchas veces, la vida no es hacer lo que uno quiere sino querer lo que uno hace», reflexión que el doctor San Miguel ha aplicado a lo largo de su larga y fructífera carrera profesional. Tras licenciarse comenzó a trabajar en el Hospital Universitario de Salamanca, donde realizó su formación como especialista en hematología y hemoterapia y donde también se doctoró en la Universidad.
Su tesis fue la puerta de entrada al mundo del mieloma múltiple, en ella estudió las diferentes clases de inmunoglobulina, una proteína que tienen los enfermos que la padecen. Con este trabajo mostró su tenacidad para conseguir resultados científicos. Entonces, en el hospital de Salamanca no había pacientes de mieloma y tampoco tenían los reactivos para hacer las pruebas diagnósticas, no quedó de otra que buscarlos fuera.
Para conseguir los sueros de enfermos, el doctor San Miguel viajaba todos los fines de semana a otras provincias , así se recorrió los hospitales de Valladolid, Palencia, Pamplona, Zaragoza, Santander e incluso los de Galicia para obtenerlas, mientras que para conseguir los antisueros se puso en contacto con un investigador desde Países Bajos y así pudo realizar la que fue su primera investigación.
«Éste fue uno de los trabajos que más me han marcado», asegura, porque le hizo descubrir «la necesidad de hacer uso de la iniciativa personal». Esta investigación fue también con la que el hematólogo se adentró en el complejo mundo del mieloma múltiple en el que ha trabajado toda su vida para lograr terapias efectivas para los enfermos. «He tenido épocas de ciertas infidelidades con las leucemias y los linfomas, pero siempre he sido fiel al mieloma», comenta San Miguel, en referencia a otras líneas de investigación en las que ha trabajado. Más de dos tercios de sus publicaciones versan sobre este tipo de cáncer, en las otras ha investigado las leucemias.
Tras lograr su doctorado realizó una estancia en la Escuela Real de Londres (Reino Unido) en la que trabajó en el tipaje de leucemias para poder caracterizar las distintas variables de la enfermedad, una experiencia que le fue de gran utilidad para crear, a su vuelta a Salamanca, un centro de tipado de leucemias.
Comenzó recogiendo muestras en los hospitales castellanos y leoneses que llegaban a la capital salmantina en trenes de mercancías nocturnos, en los años 80 no ha había un transporte que garantizara los envíos en 24 horas, recuerda San Miguel, así el centro fue tomando forma hasta convertirse, años después, en un referente en la Comunidad, en el que se han tipado más de 100.000 leucemias.
Su sueño
Su sueño profesional ha sido conseguir que el mieloma múltiple sea una enfermedad curable. «Una de mis obsesiones ha sido detectar a los enfermos que son muy resistentes al tratamiento para poder identificar cuáles son los cambios genéticos responsables de esa resistencia», explica para dar con las terapias más idóneas. Esta labor de toda la vida ha ido dando sus frutos en el conocimiento y tratamiento del mieloma.
«Cuando empecé, el interés por la enfermedad era mínimo», puntualiza, en aquel momento la mediana de supervivencia estaba en torno a los dos años y en la actualidad la duración de la primera respuesta puede ser a los 20 años en los pacientes de riesgo estándar. En las dos últimas décadas se han aprobado 19 nuevos fármacos, «cuando yo empecé había solo uno», detalla. En general ha habido un cambio de paradigma en el tratamiento, pero el gran salto ha venido de la mano de la inmunoterapia y de las terapias con las células CAR-T, que permiten modificar genéticamente de las células T para destruir las tumorales.
Para el doctor San Miguel, la detección precoz es fundamental en la lucha contra el cáncer. Afortunadamente, los porcentajes de curación se han incrementado gracias a los tratamientos, pero también a que la enfermedad se diagnostica en estadios precoces en los que las terapias son más eficaces.
El equipo que lidera el hematólogo ha sido pionero a nivel mundial a la hora de implantar estrategias que permiten diagnosticar el mieloma múltiple en las fases iniciales que ha cambiado el paradigma del tratamiento del que se han beneficiado miles de pacientes. Por ello cree que es importante insistir en la búsqueda de técnicas que permitan detectar células tumorales en enfermos en aparente remisión completa, que son las principales responsables de las recaídas, para avanzar en la cura del mieloma.

El doctor San Miguel recibe el Premio Nacional de Investigación Gregorio Marañón.
Entre Salamanca y Pamplona
Salamanca y Pamplona han sido las dos ciudades en las que ha practicado la medicina y ha desarrollado sus conocimientos. Tras su formación en la Universidad de Navarra, a finales de los años 70, se incorporó al Hospital Universitario de la ciudad castellano y leonesa donde trabajó hasta que se trasladó a Pamplona para dirigir la Clínica Universidad de Navarra, en la que ha estado diez años al frente.
De su paso por los dos centros destaca el trabajo y la estrecha colaboración con sus compañeros y sus equipos. «En Salamanca fui tremendamente feliz y tuve la suerte de haber colaborado con científicos excepcionales», manifiesta, a la vez que subraya que todo el equipo hizo «historia» de un servicio, en referencia al de hematología, que «era muy pequeño» y que se ha convertido en un referente, sin olvidarse que en ese periodo se puso en marcha el Instituto de Investigación Biomédica.
En la Clínica de Pamplona se incorporó como director médico y a lo largo de una década ha aunado docencia e investigación sin dejar de ver pacientes, «es posible hacerlo», dice y cree que esta alianza se tiene que reforzar desde la parte institucional para que los médicos puedan compaginar la asistencia con la investigación. Considera que esta última se tiene que premiar y fomentar, «si queremos que nuestros médicos investiguen tenemos que explicar en las facultades lo importante que es», comenta y añade que «a la vez tienen que tener una compensación por ello».
Reconocimientos
Jesús San Miguel ha sido reconocido por diversas instituciones, sociedades científicas y universidades, llevando la investigación española al panorama internacional, donde también ha sido premiado. Entre estos reconocimientos destaca el Premio Ham-Wasserman, de la American Society of Hematology. Del logro que se siente más orgulloso es el «humano» y en este sentido vuelve a mencionar a sus compañeros y especialistas que se han formado con él. «He tenido la suerte de verlos crecer y convertirse en jefes de servicio en importantes hospitales, hematólogos que han realizado una labor asistencial callada pero de gran solidez», puntualiza.
Reconoce que esta dedicación tan completa a la Medicina ha requerido de «sacrificios». Los fines de semana los ha empleado para trabajar y nunca ha tenido un mes de vacaciones, pero le ha compensado porque ha tenido muchas satisfacciones. Confiesa que ha tenido mucha suerte con su esposa que ha entendido sus hábitos de trabajo. Su pasión es la familia (su mujer y sus 6 hijos), pero también los amigos y después está el trabajo, del que valora también su lado más humano al compartir «la alegría y el sufrimiento» de sus pacientes.
El tenis y el fútbol son los dos deportes con los que disfruta. El primero lo ha jugado y después de dos años pretende retomarlo y del segundo, como aficionado, concretamente de tres equipos de Castilla y León a los que sigue. El primero, el Numancia, por sus raíces sorianas; el segundo, el Burgos, al que seguía de niño cuando iba a verlo jugar en el antiguo estadio de Zatorre y, en tercer lugar el Salamanca, a cuyos partidos acudía con sus hijos.
Jesús San Miguel Izquierdo recomienda a los jóvenes médicos que acaban ahora sus carreras que cuando vayan a elegir su MIR recuerden las razones por las que quisieron ser médicos, que no se dejen llevar por otras motivaciones que no sean la de ayudar a los enfermos y que sean colaboradores con sus compañeros formando equipo, «me desarma ver departamentos con gente desunida, creo que se debe trabajar uno al lado del otro», concluye.