Burgos y Palencia
Las Loras, fortalezas naturales para soñar
El único Geoparque de Castilla y León revalidaba su título mundial avalado por la Unesco y con el reto de ganar visibilidad y desarrollar una marca de productos locales

Mirador del Cornisoto.
Fortalezas naturales recortan el infinito horizonte. Inspiran, evocan y animan a soñar, a viajar en el tiempo que se encargó de esculpir sus formas y cimentaba las catedrales de piedra de las que pueden presumir, y presumen, los vecinos de la zona. Reconoce sus sobradas razones un organismo internacional experto en detectar riqueza extraordinaria. Este respaldo anima a proteger el legado natural y a aprovecharlo como motor de desarrollo en un rincón paradigmático -uno de tantos en Castilla y León- de la España vaciada que se resiste a desvanecerse, empeñada en hacer virtud de esa característica.
Todo eso y más es, con orgullo, el Geoparque Las Loras: mil kilómetros cuadrados que se extienden entre el norte de la provincia de Burgos y Palencia. Un lugar al que volver siempre, dada su oferta, también infinita como el poderoso paisaje dibujado a lo largo de 250 millones de años de historia geológica. Dan fe de ella 94 elementos catalogados y agrupados en torno a una docena de lugares de interés que, en gran medida, corresponden con los relieves más característicos de la comarca en su mitad norte. Valles fértiles, profundos cañones erosionados por los ríos, laberintos rocosos, bosques de hayas y robles y numerosas cascadas cristalinas situadas entre altos páramos representan, tal y como relata la web que lo promociona en la red (geoparquelasloras.es), uno de los entornos más diversos del norte de España, además del único espacio de estas características en la comunidad autónoma.
«Es un territorio abierto para disfrutar», asegura Karmah Salman, gerente del Geoparque Las Loras, para subrayar que «al gran patrimonio geológico de relevancia internacional», bendecido por la Unesco, «se suma un patrimonio natural, con diez figuras de protección medioambiental, y cultural de primer orden», lo que multiplica los destinos dignos de visita.
«Hay varios espacios naturales protegidos, como Covalagua, Las Tuerces, la Zona de Especial Protección para las Aves (ZEPA) Humada-Peña Amaya o el Parque Natural Hoces del Alto Ebro y Rudrón. También contamos con un vasto legado románico, repartido en varios pueblos y muy bien conservado, y yacimientos prehistóricos», detalla. De entre estos últimos cabe indicar, como ejemplos, el restaurado dolmen de la Cabaña o el menhir de Canto Hito.
Corona este plantel un elemento que marca la diferencia. Salman lo define como «patrimonio humano». «La gente que cuida y se enorgullece de este territorio es el valor más importante», precisa. Cobra especial relevancia este activo tras la reciente revalidación del título mundial del Geoparque Las Loras, que obtenía recientemente la codiciada Tarjeta Verde que, tras un arduo examen, permite a los rincones elegidos mantenerse en la prestigiosa red creada en 2004 y a la que pertenece desde 2017. «Supone un nuevo espaldarazo a un territorio que no solo cumple los requisitos de la Unesco para ocupar este lugar de relevancia, sino que superaba la prueba con matrícula de honor», destacan sus responsables.
A esta calificación, el organismo añade una serie de recomendaciones que se tornan automáticamente en nuevos retos a corto, medio y largo plazo. Salman los resume en dos: mejorar la información para ganar visibilidad y desarrollar una marca junto a los productores locales, eminentemente agricultores y ganaderos.
Las metas en cada eje de actuación -educación, investigación o atracción de turismo, además de contribución a la dinamización económica de la zona- ya están esbozadas en gran medida y algunas incluso se cruzarán en breve, como las amparadas por el Laboratorio Gad-Ex, destinado a la mejora del entorno a través de la ganadería extensiva, que cuenta con el apoyo de la Fundación Biodiversidad del Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico (MITECO) en el marco del Plan de Recuperación, Transformación y Resiliencia (PRTR), financiado por la Unión Europea-NextGenerationEU. En este marco, la gerente avanza que «la próxima semana comienza la construcción de un centro que contará con sala de despiece, espacio de transformación de alimentos, obrador compartido y punto de distribución» del que se beneficiarán los productores de la zona asociados, tanto cárnicos como vegetales. Esta apuesta de envergadura elevará al Geoparque Las Loras a herramienta de futuro para quienes creen en él y, además, riegan allí sus raíces.
Para el resto, abundan los pretextos para dejarse llevar por la sobrecogedora belleza que depara este enclave. De dar pistas sobre las múltiples posibilidades de hacerlo se encargan los centros de visitantes, como el ubicado en Villadiego, y espacios asociados, como los tres museos en activo en este mismo municipio (etnográfico, de arte sacro y del cómic), la Cueva de los Franceses de Revilla de Pomar, el Museo del Románico y Monasterio de Santa María la Real, en Aguilar de Campoo, que también alberga la Colegiata de San Miguel y la casa-museo del escultor Ursi.
Y más: el centro de interpretación del Valle de Sedano, su aula arqueológica y el complejo turístico de la Universidad de Burgos, allí mismo, en homenaje a Miguel Delibes o el Museo del Petróleo de Sargentes de la Lora.
Los planes, tantos como paisajes, se multiplican en el exterior. Objeto de escapadas que «siempre dejan ganas de volver», para lo que, sostiene Salman, «cualquier época del año es buena» por encontrarse el Geoparque en una zona bioclimática de transición que destaca por su singular belleza en cada estación. «Siempre es momento para disfrutar», añade, convencida. Medios para hacerlo tampoco faltan, pues el Geoparque Las Loras supera las 2.300 plazas de alojamiento en 107 establecimientos de 45 localidades. Cuenta además con 48 restaurantes y mesones, 3 estacionamientos de caravanas, 7 empresas de turismo activo, 4 de alquiler de autobuses y 2 agencias de viaje.