EDITORIAL
Los espectáculos bochornosos de un parlamento ausente de trabajo
Las Cortes de Castilla y León, o mejor dicho, sus inquilinos de legislatura, han decidido dimitir de la política. El ostentoso hemiciclo, el más suntuoso de todos los parlamentos autonómicos, ha decidido convertirse en mero lugar para el espectáculo. Sólo que, al contrario de lo que ocurre en el circo, los payasos no hacen gracia, sobre todo por los sueldazos que se meten de más de cien mil euros. Otra vez Castilla y León ha vuelto a dar la vuelta al ruedo nacional por uno de los episodios bochornosos practicados en el hemiciclo.
Parlamentarios que no sabían lo que votaban y un presidente que no se aclaraba con la fórmula de la votación. Se lo dijo con nitidez y serenidad el único procurador de Unidad Podemos: entró en doble contradicción en dos ocasiones en menos de un minuto. Dijo que la fórmula era la mayoría simple para aprobar la terna de magistrados propuesta por las Cortes para el Tribunal Superior de Justicia (TSJ) de Castilla y León. Pese a salir más votos en contra que a favor dio por aprobada la iniciativa. Y luego tras asegurar que la votación era secreta, añadió que deberían haber votado a mano alzada. Mayor despropósito es imposible. No tuvo su día Carlos Pollán.
Y todo esto trasluce la sensación de la realidad que acontece en las Cortes, que muchos de los procuradores, pese a los sueldos de más de cien mil euros anuales, no pisan nada más que para cubrir el expediente de los plenos que les otorga cierta visibilidad mediática, aunque escaso prestigio ciudadano, a la vista de cómo se desenvuelven. Esto no ocurre en ningún otro parlamento nacional o autonómico del país. E incluso en otros organismos municipales o provinciales. Que los empleados políticos no pisen por el lugar de trabajo más que cuando dan una rueda de prensa o ven oportunidad de salir en los medios para justificar. Hay una auténtica tropa de vagos. Empezando por el jefe de la oposición, que cobra los 103.000 euros al año por el cargo de portavoz y no empezó a acudir a las juntas de portavoces hasta que este periódico denunció la situación. Si tienen la sana intención de arreglar el reglamento para atajar incompatibilidades en los ingresos, que no dejen de empezar por acotar las obligaciones, horarios laborales, además de vacaciones y descansos, de los que cobran dedicaciones exclusivas de decenas de miles de euros. Pero también de los que se embolsan un sueldo público en la administración y luego reciben verdaderos sobresueldos por acudir a no saber ni lo que votan. El espectáculo empieza a ser sonrojante para quienes vivimos en Castilla y León. Vagancia y Porrón.