Vergüenza
Ya están de vuelta. Sus señorías de ese mausoleo de las Cortes de Castilla y León, que se alza en la vallisoletana avenida de Salamanca, han tenido a bien echar el cierre a su interminables vacaciones de Navidad para retomar la actividad. Más de 40 días, ahí es nada. Pero no se dejen engañar. Sus señorías hacen acto de presencia para cubrir el expediente de reunir a la Mesa y la junta de portavoces, fijar el próximo calendario de plenos, dar sus ruedas de prensa correspondiente para decir la nada de siempre y volver a pirarse hasta más ver. A alguna de sus señorías no se le volverá a ver el pelo hasta mediados de febrero, con la vuelta de los plenos. Eso sí, los más de 100.000 euros de ala les cae religiosamente año tras año a algunas y algunos por no hacer nada. ¡Qué vergüenza!
Claro que si de vergüenza se trata, la palma se la lleva la Iglesia y, más concretamente, la actuación del arzobispo de Valladolid y presidente de la Conferencia Episcopal, es decir el que más manda, Luis Argüello, rehabilitando al cura de las Angustias de Valladolid, condenado a tres años de cárcel por abusar sexualmente de una menor.
Es miserable y deleznable el que el arzobispo de Valladolid y jefe de la curia eclesial en España, el mismo que se rasgaba las vestiduras y arremetía contra LaLachus por su estampa religiosa con la vaquilla del Gran Prix en la campanadas de fin de año, firme ahora la orden para rehabilitar este párroco, Oliver Fernández López, que abusó sexualmente de una niña. Y más miserable y deleznable aún es que lo haga asegurando que «era necesario terminar el proceso canónico» y sin una sola mención a la víctima, a la niña de la que abusaba este sujeto.
¿Necesario para quién? ¿Para lavar las conciencias de la curia eclesial? ¿Dónde está la necesidad de cerrar ese proceso? El proceso lo cerraba la Audiencia de Valladolid y lo hacía condenando al cura, al que ahora Argüello rehabilita porque sí, a ingresar en la cárcel por un delito de ciberacoso y otro de abuso sexual. Delitos que este sujeto cometía sobre una niña de 13 años, que mendigaba con su madre ante el templo y a la que enviaba varios vídeos de contenido sexual.
Esto es lo que presidente de la Iglesia indulta ahora al permitir a este cura, al que todavía no se le ha escuchado ni una sola palabra de perdón hacia su víctima, claro que a lo mejor es secreto de confesión, que vuelva a oficiar misa como si nada, con un simple pelillos a la mar. Bien mirado no es de extrañar. Argüello es el mismo que, no hace tanto y pese a reprobarlos, pedía poner en contexto de una fiesta popular a altas horas de la madrugada y probablemente habiendo bebido los cánticos pedófilos del alcalde de un pueblo de Ávila. Eso sí, Argüello se rasga su sotana con lo de LaLachus en las campanadas. Lo dicho, de vergüenza.