¡Quieto todo el mundo!
El pasado día 23 de febrero se cumplieron 44 años del ya famoso, `¡quieto todo el mundo!´, que el teniente coronel Tejero —pistola en mano—, gritó ante los diputados en el Palacio de la madrileña calle de La carrera de San Jerónimo. Siempre me ha fascinado este hecho, porque el que esto escribe nació un día antes de ese suceso en la desaparecida clínica de Sala de Pablo de esta capital. Quizás de ello me viene mi pasión por la política. Tejero, con ese intento de golpe de estado y sin saberlo, reforzó aún más una democracia aún en ciernes. El resto lo hicieron nuestros abuelos y padres al entender que mirar al futuro y no al pasado, era el mejor legado para sus hijos y nietos. Desde aquel febrero de 1981, nuestra democracia ha vivido episodios de todo tipo resistiendo estoicamente. Fíjense que ni la sangre derramada por el terrorismo de ETA la debilitó lo más mínimo. Pero en los últimos años todo ha cambiado. Estamos asistiendo a ver cómo quien juró proteger nuestro Estado de Derecho lo está poniendo a los pies de los caballos con humillaciones continuas con tal de seguir pernoctando en la Moncloa. En el año 2017 se produjo otro intento de golpe a la soberanía española, protagonizado por quienes hoy sustentan —al igual que lo hacen los herederos del tiro en la nuca—, al gobierno de Pedro Sánchez. En nombre de esos delirios independentistas —dinamitados por un gobierno del Partido Popular—, se han malgastado cientos de millones de euros. La necesidad de Sánchez por continuar en el poder a toda costa no solo hizo que les perdonara los delitos cometidos, sino que también ahora pretende perdonarles esa deuda milmillonaria y engordada en gran parte a base de odio a España y a los españoles. Pero no se equivoquen. Y no sean ingenuos, porque se la perdona a quien le mantiene con vida en el gobierno —aunque con aspecto y hedor cadavérico—, pero nos la endosa al resto de españoles tomándonos por imbéciles. El pasado viernes, el presidente castellanoleonés, Fernández Mañueco, cifraba en 1.892 euros lo que cada ciudadano de nuestra región —lo que cada soriano y soriana—, deberá pagar para que Sánchez continúe en el poder. Ese `¡quieto todo el mundo!´ del que hablaba antes, resuena hoy más que nunca, pero bajo otro golpe, y en esta ocasión, al bolsillo de los españoles. Créanme que el episodio protagonizado por Tejero va camino de convertirse en una anécdota a tenor de lo que este personaje, sin escrúpulos ni moral, está infligiendo a nuestro país. 44 años después, nuestra democracia está en serio peligro y el que no lo vea que se lo haga mirar. Si la permanencia de Sánchez en el gobierno dependiera hoy de Hitler, Stalin, Pol Pot o Mao Zedong, no me cabe ninguna duda de que pactaría con ellos sin que le temblara la mano y el gesto. Sí, ya sé que algún lector pensará que me he pasado tres pueblos; pero analicen lo que está ocurriendo en nuestro país, y esta posibilidad, verán que se abre paso en la veracidad. `¡Quieto todo el mundo!´: Sánchez dixit.