Y Durán voló las murallas
Tras la expulsión de los franceses de la ciudad de Soria en 1812, los sorianos eligieron su primer ayuntamiento constitucional el 1 de octubre de ese mismo año. La conocida como “La Pepa” estaba recién salida del horno. Los nuevos regidores tomaron posesión de sus cargos un día después coincidiendo con la festividad de San Saturio, patrón de la ciudad, y al que a buen seguro tantas veces se habrían encomendado los vecinos de la ciudad para lograr la victoria sobre el enemigo e invasor galo. Pero para entonces, parte de las murallas de la ciudad ya estaban heridas de muerte. Fue el pago que al parecer hubo que hacer para liberar a la ciudad. Pero yo creo que el general José Joaquín Durán se pasó siete pueblos. A las zonas dinamitadas antes de la conquista se sumó una petición del general antes de irse y constituido ya el nuevo ayuntamiento: que en el plazo de 10 días volasen los parámetros del castillo y la torre homenaje. También y por mandato de las nuevas Cortes, todas las murallas de la ciudad deberían de ser derribadas para evitar que de nuevo el enemigo se hiciera fuerte tras sus muros. Sabido es que los franceses no volvieron. Pero como digo, el daño ya estaba hecho y Soria se quedó hecha trizas. La de veces que los historiadores nos dicen que los hechos hay que analizarlos en su contexto. Y llevarán razón. Pero eso no quita el hecho de que, de no haberse llevado a cabo ese plan de derribo a golpe de pólvora, hoy tendríamos una maravilla en la ciudad que atraería como ocurre en Ávila a miles de turistas para ver una ciudad amurallada y en nuestro caso, bañada por el Duero. Y esto el ayuntamiento lo sabe, y por ello, y hay que reconocerlo y reconocérselo, en los últimos años se está haciendo un importante esfuerzo en recuperar esos vestigios de la ciudad y que ni por asomo nos van a provocar hacernos a la idea de la belleza que tuvo que ser esta pequeña ciudad allá por el siglo XIII cuando a buen seguro estaba concluida la muralla de la ciudad con sus seis puertas de entrada en funcionamiento. Casualmente el otro día me encontraba a las puertas de la calle del Collado de la ciudad con Tomás Pérez Frías —viejo amigo, profesor en mi juventud y gran conocedor de los entresijos históricos de esta ciudad—, y me hablaba fugazmente de la puerta del Postigo que allí justamente estaba y que era la principal de entrada a la ciudad. Y en esa trepidante empresa que el ayuntamiento inició hace ya algunos años para descubrir la llamada `Soria oculta´, la siguiente parada va a ser la demolición del antiguo reformatorio de la calle Alberca y que dejará a la vista, según fuentes municipales, otro trozo del paño de la antigua muralla de la ciudad. Y así, poco a poco y como si de un puzle se tratara, vamos conociendo como decía antes un trozo más de nuestra historia. Y Durán voló las murallas. Triste epitafio de nuestro legado.