Heraldo-Diario de Soria

Editorial

Castilla y León debe dar ejemplo de una política responsable y prudente

Creado:

Actualizado:

Hay quien piensa que la política de Madrid debe invadirlo todo, como si los territorios no tuvieran vida política propia. Y, por cierto, bastante más decente. Seguramente esa colonización de la política madrileña valga especialmente para el Madrid de Ayuso, pero no para el resto. O no para todo el resto. Ni siquiera el hedor que llega de Ferraz y las andanzas de sus dos últimos secretarios de Organización, puesto en el ambiente por una implacable investigación de la UCO, puede contaminar al resto. Por eso, mal haría el PP, con Alfonso Fernández Mañueco a la cabeza, en dejarse guiar por impulsos o ímpetus llegados de Génova para poner a prueba en unos comicios autonómicos la resistencia de Pedro Sánchez, que sabemos que está a prueba de bombas, incluso como la que le estalló la semana pasada en la fila de atrás de su escaño en el Congreso.

Castilla y León no puede ser el campo electoral de pruebas al que, con distintos intereses, quieren someterlo unos y otros. Los de VOX, los del PP de Génova y, ahora con la boca pequeña, los del PSOE autonómico. Castilla y León no tiene más remedio, a estas alturas, que agotar el mandato. Cualquier otra decisión ocasionaría zozobra, no ya en el partido del gobierno, sino en la propia confianza de los ciudadanos, que viven atónitos con la lectura de los 490 folios de la UCO, repletos de un relato de corrupción tan repugnante como bochornosa. Tan asquerosa como indecente. La corrupción teatralizada como si un ministerio fuera una parodia de Torrente, el célebre personaje creado por Santiago Segura. Y no es una exageración ni una hipérbole. No andan lejos las andanzas de Koldo, Ábalos y Cerdán del guarro y golfo falso policía de la saga.

El PP tiene la obligación de culminar el mandato. Tiene la obligación de celebrar elecciones cuando toca. El 15 de marzo de 2026. Tiene, ahora más que nunca, la obligación de hacerlo, para no sucumbir a las tempestades de la política detestable a la que estamos asistiendo estos días. Y el PSOE tiene la obligación de ejercer la responsabilidad para que así sea. No está ni para consejos ni para ese adoctrinamiento moralista al contrario al que tanto nos acostumbra el tudanquismo, mientras la ética de sus núcleos de poder orgánico retoza en un lodazar de mierda y escombros.

La responsabilidad también se rige por la prudencia. Y la prudencia es, en política, el ejercicio de la ética práctica, alejada del cinismo, la teatralización y la sobreactuación. Es el momento de la responsabilidad. No justifiquemos el deseo de tapar el oprobio. Llegarán las urnas. Y serán implacables. Como siempre.

tracking