Heraldo-Diario de Soria

EDITORIAL

 

La sonrisa de María, el premio que Castilla y León se da a sí misma

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Esta tierra celebró ayer los premios Castilla y León, un reconocimiento con el que esta sociedad, a través de la administración autonómica, destaca a algunos de los mejores de los nuestros. En definitiva y a la postre, un homenaje a esa sociedad civil que hace nuestra comunidad un territorio más vigoroso, más próspero y democráticamente más sano. El progreso, la literatura, la tecnología, los valores sociales, los valores deportivos, y hasta los taurinos, se dan cita en la fiesta del talento y los valores personales puestos al servicio de la sociedad.

Si todos los premiados, y en todas las ediciones, merecen nuestro más profundo respeto y nuestro más sincero agradecimiento, el de María Caamaño, la niña que da nombre al colectivo La sonrisa de María, involucrado en la lucha solidaria contra el cáncer, es el premio de todos. Es nuestro premio más preciado. El que nos damos a nosotros mismos como sociedad. Una niña entusiasta, alegre, vigorosa y dispuesta que a todos nos enseña que el sacrificio no reside en grandes gestas. Basta con una sonrisa de quien lleva desde los siete años batallando contra la terrible enfermedad y tiene la osadía de acudir al acto social más importante de Castilla y León armada con su sonrisa y su peluche.

María es, o debe serlo, el síntoma y el símbolo de nuestra sociedad. Pero también debe ser la necesidad de que la política se convierta en acierto, siguiendo el camino trazado por todos los galardonados, desde la letras de un poeta, hasta la pista de un entrenador de medallistas olímpicos.

Y aunque el galardón es individual, el mérito de todos y cada uno de ellos es resultado de lo colectivo y de la sociedad a la que brindan sus virtudes, como bien esgrimió en su discurso el poeta salmantino Juan Antonio González Iglesias, y dejaron claro desde su humildad todos los galardonados.

Sin duda, ayer volvió a quedar patente, que el mejor patrimonio de una tierra rica en paisaje, arte, arquitectura, gastronomía, agricultura o industrias, son sus paisanos y paisanas, que son los que le dan sentido a todo con su hacer cotidiano. De esas gentes anónimas sale el genio y el ingenio que ayer recibió el tributo y reconocimiento de toda la sociedad de Castilla y León. Pero por encima del esfuerzo, el conocimiento, el arte o la ciencia, disciplinas que ayer resultaron premiadas en la persona de compatriotas, está la enorme capacidad de sobreponerse a la adversidad con un entusiasmo contagioso de una niña de 12 años. María y su sonrisa iluminan Castilla y León.

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