LA SOLANA
El Burgo hace tradición de las crisis con tránsfugas
Ser tránsfuga no tiene ninguna trascendencia jurídica porque la legislación española considera que el escaño de quien sale elegido en las urnas es personal y no hay posibilidad de obligar a alguien a que renuncie al acta. Sí hay un pacto político contra el transfuguismo, pero su grado de cumplimiento es más bien escaso. Tránsfuga es quien ha resultado elegido por un partido, coalición o agrupación electoral y abandona la formación o es expulsado y no renuncia a su acta. Es bastante sencillo, pero es frecuente que los tránsfugas no se reconozcan como tales aduciendo diferentes argumentos. En El Burgo de Osma, la legislatura pasada, el pleno del Ayuntamiento llegó a pedir un dictamen al Consultivo para que dijera si era tránsfuga un concejal elegido por el PP, con el que gobernó con el cabeza de lista del PP como alcalde mediante un pacto con los socialistas, que luego dejó el PP -igual que su compañero alcalde- por no querer cumplir el pacto del partido para dar la alcaldía a la PPSO, pasando a ser no adscrito, y que a mitad de legislatura votó para alcalde al candidato de la PPSO para no ceder la alcaldía a los socialistas. El dictamen dijo que sí era tránsfuga, pero nada cambió, porque empezó como teniente de alcalde con el PP y continuó con la PPSO. En la nueva legislatura salió elegido por el PP y sigue de teniente de alcalde. Solo con esos datos se comprende que la legislatura fue de gran inestabilidad y convulsa, con dos alcaldes y con actuación judicial por medio por una falsificación de firmas. La cosa pareció calmarse tras las elecciones y la reelección del alcalde, ahora con el PP, gracias al voto del único concejal de Vox. Este último se convirtió en tránsfuga (quizá no se reconozca como tal) porque abandonó Vox, aunque dice que sigue estando en el grupo municipal de Vox, él solo, claro, y por tanto no es no adscrito al no haber recibido nada de su antiguo partido por escrito, pese a ser público y notorio que Vox no quiere saber nada de él. Hasta ahora había más o menos calma en el equipo de gobierno municipal, con alguna rifirrafe como el que el ex de Vox escenificó yéndose a trabajar a la biblioteca para reclamar un despacho propio porque no estaba a gusto en el que compartía con otro miembro del equipo de gobierno. Pero la cosa ha ido a más y de nuevo un tránsfuga es protagonista de la vida municipal burgense. Ahora ese concejal, Miguel Ángel Miguel, acusa a alcalde, Antonio Pardo, de incumplir el pacto de gobierno y esta semana presentó una moción de urgencia al equipo de gobierno en el que él mismo está integrado. Se aprobó solo con su voto y la abstención de los otros 12 concejales, pero en el pleno se vieron y oyeron los rayos y truenos de la tormenta política. El alcalde se mostró dispuesto a dar un paso a un lado o a cesar al ex de Vox. Con 6 concejales del PP y 6 del PSOE, el voto del tránsfuga es trascendente, así que habrá que esperar para ver si la tormenta que se desató en el pleno trae pedrisco y provoca o no daños.