Heraldo-Diario de Soria

EDITORIAL

 

Presupuestos, una oportunidad más edificante que la campaña electoral

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Lo de los presupuestos de Castilla y León para 2026 es una pura quimera, en la que PP, PSOE y VOX solo pretenden dramatizar en los meses previos a la cita electoral. No una cita cualquiera. Una cita para gobernar Castilla y León, pero también para medir las fortalezas y debilidades de los tres citados contendientes. Especialmente para pulsar el daño que la corrupción de Ábalos y Cerdán le está ocasionando a un Sánchez revivido y medir el tono de liderazgo de Feijóo. Es la primera gran cita en las urnas sobre el tapete de una autonomía casi siempre alejada del alboroto y el ruido insensato y estéril de la política centralista de Madrid. Ni el PSOE con su abstención ni VOX con su apoyo van a permitir a Mañueco aprobar las cuentas que deben regir la acción política de la Junta en el próximo ejercicio. No es que sea trascendental, a la vista de que con unos presupuestos prorrogados la economía y el empleo en Castilla y León crecen como nunca, tal y como certifican cada trimestre los principales indicadores. Y el PP es consciente de que no le van a dar oxígeno, pese a que en vísperas de llegar a la secretaría autonómica Carlos Martínez susurró a su antecesor un cambio de estrategia y se ofreció a apoyar las cuentas para marcar un nuevo rumbo en un PSOE que aspira a ser gobierno tras 39 años de hegemonía del PP. Porque, evidentemente, hacer las cosas de la misma manera sólo lleva a que todo siga igual, según la deducción sensata y lógica del propio Martínez. Pero a unos meses de las elecciones el giro parece inesperado e improbable, aunque no imposible.

En cualquier caso, aprobado el techo de gasto, y pendiente de que VOX se decida a estar de acuerdo consigo mismo y dé luz verde a las cuentas que han elaborado para el funcionamiento de las Cortes, que son habas contadas y puro gasto corriente esencialmente político, los presupuestos entrarán en tramitación. Y aunque resulte estéril en la práctica, sí servirá, mucho mejor que cualquier campaña electoral, para que en el parlamento las formaciones políticas puedan exhibir y desgranar, con tiempo y con dedicación, el modelo de comunidad que pretenden ofrecer a las ciudadanos para la cita de marzo. Quizá resulte un tanto ilusorio pensar que, tras tres años y medio, sus señorías se decidan a reconvertir el parlamento en el lugar que nunca debió de dejar de ser y abandonar el griterío que no escucha nadie. Y recuperar la senda del trabajo, ausente de las Cortes durante todo el mandato. Abandonar el absurdo, como absurdo en estos tiempos es que haya que volver a registrar un presupuesto ya registrado, como si fueran los tiempos de la administración que relató Benito Pérez Galdós.

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