La lluvia no agua la fiesta saharaui

 

 

 

Cuando uno nace en el pueblo saharaui, tiene menos de 12 años y ha pasado los dos últimos meses en Soria, no es de extrañar que en la fiesta de despedida la lluvia no suponga un impedimento para celebrar por todo lo alto una despedida que, como casi todas, llegó demasiado pronto. Eso es precisamente lo que sucedió ayer en las campas de Valonsadero, donde cerca de 25 niños saharauis de entre seis y 12 años y sus familias de acogida se reunieron a partir de las 19.00 horas para pasar los últimos momentos con unos niños a los que recibieron a lo largo de los últimos días de junio y que viajarán a su tierra la semana que viene. Porque la lluvia, aunque se empeñe, no puede empañar las ilusiones de quien todavía ansía coger el mundo con las manos.

 

La Casa del Guarda se convirtió en un local perfecto para que los más pequeños merendasen al ritmo de la música y los juegos más variados mientras se sorteaban juguetes que guardarán en el centro de la maleta. Emilia Jiménez, presidenta de la Asociación de Amigos del Pueblo Saharaui, no faltó a la cita. Entre otras cosas, porque el programa Vacaciones en Paz, además de para sacar de la rutina a los niños, sirve «para alimentarlos en condiciones con yogures, fruta variada, y todo tipo de alimentos para que consigan las vitaminas que necesitan». Y, cómo no, para hacerles una revisión médica general. Y todo en dos meses que se tornan eternos si se tiene en cuenta el frenético ritmo de aprendizaje de los menores. «Es impresionante lo listos que son y lo rápido que aprenden a hablar castellano... ¡En 15 días ya están hablando!», sostiene Jiménez.

 

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