Adiós a un comercio centenario y emblemático en Soria
José María Barrón Domínguez, tercera generación en el establecimiento, se jubila a los 88 años después de toda una vida regentando la tienda, fundada por su abuelo hace 128 años

José María Barrón, en el interior de la tienda.
«Esto ha sido mi vida. Pero todo tiene su principio y fin». Categoriza antes del punto y seguido a modo de conciso resumen. Y añade la sentencia siguiente como si quisiera quitar hierro al asunto. 'Esto' es un veterano comercio de Soria -si no el que más- y quien así habla es José María Barrón Domínguez, al frente de Deportes Barrón. Emblemático comercio de la capital que está a punto de cerrar sus puertas, después de 128 años.
Deportes Barrón, Casa Barrón, tanto da. Pocos sorianos de la capital, y de la provincia, desconocen la existencia de este comercio, situado en el centro de la ciudad, en la calle Ferial, número 1, en un local que da también a la calle peatonal Rey Sabio, junto al edificio de Correos. Algunas deportivas, camisetas y alguna otra prenda deportiva se resisten a irse del escaparate, conocedores de que tienen los días contados: varios carteles anuncian ya el próximo cierre de la tienda, que se producirá en breve aunque el propietario no le ha puesto fecha. En el interior no queda mucho género, la mayoría deportivo aunque también algún juego.

Señalando en una fotografía el anterior emplazamiento, en Marques de Vadillo.
José María Barrón es la tercera generación del comercio que fundó su abuelo, Moisés Domínguez, padre de su madre. Luego pasó a manos de su padre, Antonio Barrón, y después a él, que se hizo cargo de la tienda poco antes de concluir estudios de Comercio en San Sebastián, a la muerte de su progenitor. Era comienzos de la década de los 60 y un joven José María, de unos 25 años, apuesta por dar la vuelta al negocio, en su ubicación anterior, en la calle Marqués de Vadillo, número 1, muy cerca de su actual emplazamiento. «Me gustaba mucho el deporte y los artículos anteriores estaban pasando a la historia. Había que coger lo que venía».
La tienda que fundó el abuelo Moisés no tenía nada que ver con el ocio deportivo ni artículos de regalo. «Antiguamente fue una guarnicionería y talabartería. Quizá ni sepas lo que es esta palabra». Nos la regala y explica que se vendían todo tipo de aperos de labranza, lomillos, aparejos, cabezadas... José María no conoció al fundador de Casa Barrón y aprendió el oficio de su padre, en la primera ubicación.

Interior de la tienda.
Sobre la apertura del establecimiento, el comerciante suele decir que nació en 1900, consciente, no obstante, de que probablemente fuera anterior. Ya en 1997 fue reconocido por la Cámara de Comercio de Soria por su centenario, por lo que estaríamos hablando de 128 años de trayectoria. Y para muestra, el escrito enviado ad hoc: «El Pleno de esta Cámara de Comercio e Industria de la provincia de Soria acordó en su día establecer un Premio con carácter honorífico en reconocimiento a aquellas empresas centenarias o con una continuidad en su trayectoria empresarial familiar próxima al siglo, entre las que, a juicio de esta Cámara, creemos se encuentra esa empresa». Junto a Deportes Barrón, recibieron la misma comunicación otros dos establecimientos de la ciudad, Imprenta Las Heras y Casa Augusto, recuerda el comerciante.
«Para mí la tradicional era aquella, la tienda de Marqués de Vadillo», dice mirando por el escaparate el lugar en que estuvo antaño el comercio, espacio ocupado hoy en alquiler por un establecimiento de telefonía móvil y con antelación por dos entidades financieras. Lo hace con cierta melancolía que no reconoce.
Amante del automovilismo, de las motos y de la pelota (fue presidente de la Federación Soriana de Pelota), volcó sus pasiones en el trabajo que abarcaba un elenco amplio, «desde ropa a un abanico de artículos grandísimo», cuenta.
Con su inseparable gorra, José María Barrón lleva 15 días jubilado (»mira, aquí tengo la carta»), aunque suele pasarse por el comercio, que atiende una joven. Jubilarse a los 88 años no está al alcance de cualquiera y hacerlo con la vitalidad que demuestra, aún menos. «Para mí trabajar ha sido un hobby. Me ha gustado mucho. La verdad es que yo seguiría trabajando», cuenta.
Regusto diferente se le adivina al hablar de los cambios que deja el paso del tiempo. «Hay hábitos de compra que arruinan al pequeño comercio. Lo entiendo, es así», apunta en referencia a la compra on-line, y añade: «Si tuviera 30 años, lucharía y ya te digo que vencería. Qué duda cabe», aventura. En este sentido, el comerciante sostiene que «ya no existen clientes. En términos generales, la clientela es algo que ya no existe». A renglón seguido habla de las consecuencias del cierre de estos pequeños negocios que «apagan las luces de las ciudades».
Al hilo de esta reflexión lumínica, José María recuerda una sensación lejana en el tiempo, pero que no ha olvidado, cuando un 23F vio la ciudad de Valencia «prácticamente a oscuras, con todas las tiendas apagadas. Valencia estaba totalmente apagada», reitera el comerciante recordando aquel episodio vivido en 1981 el día del golpe de Estado, cuando se encontraba en la ciudad del Turia en la Feria del Juguete.
«Íbamos a ésta y a la de Barcelona principalmente, y a alguna otra. Había que moverse, viajar y tratar de estar al tanto. Lo que no puedes hacer nunca es quedarte de brazos cruzados». El género del comercio era sobre todo deportivo, pero también juguetes, que muchas veces se adquirían en estas ferias. Aunque eran a comienzos de año, «luego te los servían en octubre y estaban listos para Reyes».
Barrón vuelve a las luces, a la reflexión de las luces motivada por el cierre paulatino de las pequeñas tiendas, en las ciudades en general y en Soria en particular. «Es una pena, pero no puedes culpar a nadie. ¿Te imaginas que desaparecen todas las luces?, ¿te imaginas El Collado así?». A las de Deportes Barrón les queda nada para apagarse.

Deportes Barrón, en Soria.