Historia
Cuando la trashumancia en Soria era de cerdos (siglos XVI y XVII)
Vecinos de Cuevas de Ayllón, Fresno de Caracena, Ligos, Navaleno, Torraño y Vinuesa pastan con su ganado porcino en Alcoba de la Torre, Alcubilla de Avellaneda y Valdenebro

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El día 11 del presente mes celebramos «Deo volente», la fiesta de San Martín de Tours día en el que, años atrás, se iniciaban las tradicionales matanzas familiares. El rico refranero recordaba, por ello, que «a cada cerdo le llega su San Martín», y un alumno de la Universidad de Osma presentaba un trabajo, el curso 1839-1840, con el siguiente lema:
Hoy es el día oportuno
que ha señalado el clarín,
que es cierto que a cada uno
le llega su San Martín.
Mucho es lo que se ha escrito relativo a la trashumancia de ovejas a la Extremadura, quedando la sierra «triste y oscura», pero, que sepamos, muy poco sobre la transterminancia de cerdos. Sólo conocemos, al respecto, el artículo del buen amigo Santiago Álvarez Bartolomé, de Judes, titulado «Trashumancia de cerdos celtas en las Tierras Altas de Soria». Con el fin de ampliar la bibliografía al respeto, ofrecemos unos datos inéditos, sobre el tema, si bien referidos a otra parte de la provincia de Soria.
Así, el Ayuntamiento de la ciudad de Osma, el 27 de septiembre de 1579, trató sobre la bellota de sus montes y acordó, atento que había poca roza en ellos, que los de vecinos de Barcebalejo, Torderón y Valdegrulla «echen sus cebones» en la roza de Valdecastilla, La Nava y Rebollar de Barcebalejo; y los de la ciudad y La Olmeda lo hagan en los montes y rozas de La Rasa «atento que no se halló quien lo pusiese a precio la dicha roça».
Los vecinos de Fresno, el 6 de octubre de 1622, acordaron, con las autoridades de Valdenebro, llevar al término de este lugar 62 lechones grandes y pequeños «para los herbajar y engordar» en sus montes, donde permanecerían hasta ocho días después del de San Andrés.
Siete años después, el 4 de noviembre de 1629, la justicia y regimiento de Alcubilla de Avellaneda se obligan a acoger 30 lechones de Andrés de Peña, vecino de Navaleno, «para que los pasturen en la bellota de los montes» desde ese día hasta ocho pasados del de San Andrés. Y si no se acababa la bellota «y se pudieren sustentar y pasar más tiempo» había de permanecer el dicho ganado hasta que se terminase. El de Navaleno pagaría a la Villa 15 rs. por cada lechón.
También en Alcubilla, el 16 de octubre de 1634, se apoderaba a Felipe Gómez, procurador general y vecino de la villa, para buscar quien quisiere herbajar con sus ganados en los montes de la Villa con hasta 200 lechones, más o menos, a los precios que concertare.
El día siguiente, Felipe Gómez, procurador general, como poderhabiente de la villa, se convino con Gregorio García, Alonso Nafría y Pascual de Mata, vecinos de Vinuesa, en que estos traerían a Alcubilla, a herbajar, 124 lechones, 4 más o menos, de los vecinos de Vinuesa o de otra parte. El contrato contempla que los de la villa pudieran echar en los montes a razón de 3 lechones cada vecino, además de los que tuvieren el alcalde mayor, el cura y el escribano con más 16 lechones de Andrés de Peña, vecino de Navaleno.
El ganado porcino debería permanecería allí hasta el día del Nacimiento y si la bellota no se acabare hasta el de año nuevo. Siguen otras condiciones entre ellas que si la bellota se helara o se acabara antes de la 1ª fecha, se ha de descontar lo correspondiente; y que la guarda correría por cuenta de sus dueños y no del concejo.
Otro vecino de Vinuesa, el 8 de octubre de 1643, Pedro Jiménez, traerá a los montes de la villa, 100 lechones, más o menos, permaneciendo allí desde el día de Todos Santos hasta el de Navidad. Pagará por cada uno 7 rs., corriendo por su cuenta la guarda de ellos.
Y el 31 del mismo, será Benito Rubio, de igual vecindad, quien llevará 24 lechones, estando en Alcubilla hasta dicho día y pagando por cada uno la misma cantidad. Correría por su cargo la guarda y si falte el fruto de los montes se le había de avisar para llevarse los lechones y descontar lo que correspondiera.
Cristóbal de Velasco, Pedro Aragón y Juan de Vinuesa, vecinos de Vinuesa, el 27 de octubre de 1658, ajustan llevar a la Villa 120 cabezas de ganado de cerda, «contados el que fuere matadero por uno y dos criaderos por otro», desde ese día al día Santa Lucía, pagando por todos 1.500 rs.
Vecinos de Cuevas de Ayllón, Torraño, Yunquera, Ligos, el 15 de octubre de 1635, tienen concertado de herbajar en los montes de Alcubilla con 80 cabezas, desde ese día al de San Lucía, a razón de 9 rs. los ganados a matar y 4’50 los de cría.
La justicia y regimiento de la villa de Alcoba de la Torre, el 10 de octubre de 1634, apoderan a Alonso Diez, regidor, y a Juan Gómez, para que pudieran acoger hasta 200 lechones para herbajar en los montes de esa villa a razón de 12 rs. cada lechón, más o menos. Se obligaban, además, a devolverlos «bien tratados a uso de montanera».
Contratos similares, documentados en protocolos notariales se hacen, para herbajar y consumir la bellota con su ganado porcino, por vecinos de Palacios de la Sierra, en Alcubilla de Avellaneda. De Rabanera de la Sierra, Arganza y San Leonado, en Alcoba de la Torre…