Heraldo-Diario de Soria

La desconocida ermita de Nuestra Señora del Val, en Madruédano

Se cumplen 500 años desde que se planteó la posibilidad de anexionar el templo a la iglesia de San Quirico y Santa Julita

Documento histórico sobre la ermita.JUAN CARLOS CERVERO VADILLO

Publicado por
José V. de Frías Balsa
Soria

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El primer Libro de Actas del Cabildo de la Catedral de Santa María de Osma, que estuvo cierta temporada perdido, despistado o desaparecido, inicia sus cerca de trescientos folios con la reunión ordinaria de sus componentes celebrada el 12 de agosto de 1513 y termina con la redactada el 11 de febrero de 1548. El volumen, al final, deja constancia de una junta tenida por los capitulares el 22 de enero de 1574. Si a lo largo de sus folios esperábamos encontrar datos interesantes para la historia del arte en la antigua diócesis de Osma, no ha sido así. ¡Qué le vamos a hacer!

Conocemos, tomando como fuente de información el precitado libro, de difícil lectura, la existencia de la ermita de Santa María del Val en Madruédano, lugar perteneciente al arciprestazgo de Gormaz. En la bula del papa Clemente III dirigida, 7 de julio de 1189, a los obispos de Segovia, Burgos y Ávila sobre la controversia habida entre los titulares de las diócesis de Sigüenza y Osma, relativa a la pertenencia de ciertas parroquias, ya se cita la iglesia de «Madrodani». Y en la concordia llevada a cabo al respecto, entre estos dos últimos obispos, fechada el 1º de abril de 1191, aparece ya como «Madruédano».

Poco, muy poco, es lo que se ha escrito sobre la ermita, al igual que ocurre con otras muchas de las que siembran la geografía soriana, de la que un obispo de Osma afirmó que en Soria «hasta los páramos son santos». Pascual Madoz y Sebastián de Miñano, callan. Manuel Blasco Jiménez, al tratar del lugar, dice que tiene «dos ermita dedicadas a la Virgen con los títulos del Val y las Angustias». Y Juan-Luis de Sorondo, refiriéndose a la primera, en un libro con presentación, proemio, prólogo e introducción, asegura escuetamente tratarse de un «edificio situado junto al cementerio. En su planta rectangular destacamos una gran espadaña, con su campana. Puerta de entrada dovelada».

Volvamos al siglo XVI cuando estando juntos en su cabildo, el 6 de marzo de 1525, llamados como lo tenían de costumbre por Alonso de Ávila, su portero, el licenciado D. Luis de Medina, arcediano de Osma y presidente; el protonotario D. Pedro Jordán, tesorero; D. Alonso Beltrán Coronel, maestrescuela, tío de Francisco, fundador del convento de Santo Domingo de Soria; D. Juan de Sandoval, abad de San Bartolomé; Diego de Illescas, Antonio de Sandoval, Juan Martínez de Gormaz y Alonso de Hernández, dignidades y canónigos de la dicha iglesia, trataron de la anexión de la mencionada ermita a la iglesia parroquial de San Quílez (San Quirico o San Quirce), en la actualidad titulada de San Quirico y Santa Julita.

Ante los reunidos compareció el dicho Alonso de Ávila, en nombre y como procurador de la dicha ermita de Santa María de Val, y pidió a sus mercedes que por cuanto, para hacer la anexión de tal ermita a la iglesia parroquial de San Quílez de la localidad, se habían hecho todas las diligencias y restaban de hacer los tratados que de Derecho se requerían en semejantes casos, que juntamente con el mencionado tesorero, como provisor, en nombre del obispo, hicieran los citados tratados. Luego el provisor y capitulares, después de haberlo tratado y llegado a un acuerdo, dijeron «que era cosa útil y provechosa que la dicha ermita se anexase a la dicha iglesia de San Quílez, de dicho lugar Madruédano, y que eso era lo que decían y era su parecer cuando al primer tratado».

De nuevo, dos días después, se juntaron, para hacer el segundo tratado, el licenciado D. Luis de Medina, arcediano de Osma; y los señores tesorero, maestrescuela, abad de San Bartolomé; D. Antonio Meléndez de Gumiel, deán; abad de Santa Cruz, Sandoval, Camargo, Juan Martínez y Alonso de Hernández, canónigos y dignidades de la dicha iglesia. Otra vez el dicho Alonso de Ávila les pidió hiciesen el segundo tratado de la anexión de la dicha ermita. Sus mercedes, después de haber hablado y platicado, y habido su acuerdo en ello dijeron «que era cosa útil y provechoso y servicio de Dios que la dicha ermita de Santa María del Val se anexase a la dicha iglesia de San Quílez del dicho lugar Madruédano y que esto decían y era su parecer cuando al segundo tratado». El deán dijo que, por cuanto el tenía provisión de la dicha ermita, contradijo y no consintió la anexión.

Da la impresión que, ante la respuesta del deán, no llegaran a reunirse para formular el tercer tratado. Si se llevó a cabo la anexión o no es algo que no se contempla en las actas del cabildo oxomense. En la actualidad, cuando hace quinientos años que se planteara el tema, nada sabemos al respecto. Es mucho, muchísimo, lo que hay que investigar en el archivo catedralicio. Al caso nos viene a la memoria el poema de Gustavo Adolfo Bécque que comienza: «Del salón en la ángulo oscuro…»

Lanzamos un guante al historiador Javier Mozas, natural de Madruédano aunque trasladado a tierras valencianas, que tanto tiene que decir, en espera de que su proyectada historia de la localidad pueda dar luz sobre el tema que nos ocupa y sobre otros muchos por él estudiados y en estudio.

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