Entrevista. Beatriz García Diago
«Me gusta la soledad de los animales y del campo: me devuelven lo que les doy»
Escucha de incendios, y del mugido de las vacas -que la conocen- y también del ruido que hace el tractor en la finca cerca de Buitrago. Dice Beatriz que esta Navidad comerá cordero de Soria e invita a hacer lo propio. Nos habla de su experiencia como mujer de campo, agricultora y ganadera profesional, de la relación con sus vacas y de una jornada laboral en la que no se ficha.

Beatriz García.
P. Malos tiempos para la ganadería ¿o igual que siempre?
R. En este momento, malos. Se está hablando de que se va a firmar un convenio de Mercosur, que implica que van a traer carnes de otros países de fuera con peor calidad, ya que ahí tienen que cumplir unas normas de bienestar animal muy inferiores a las nuestras. Creo que a partir de ahora corren muy malos tiempos para la ganadería. Mucho peor que otro tiempo, porque vamos a salir muy perjudicados: la gente muchas veces no mira la calidad de la carne, sino el precio u otras cosas.
P. ¿Está el consumidor educado para comprar lo de casa y saber lo que come?
R. Creo que sí deberíamos fijarnos en lo que comemos, porque España cumple unos niveles fitosanitarios y de bienestar animal muy por encima incluso de otras ciudades de la UE. También entiendo que estamos en unos tiempos de crisis en que la gente no tiene el dinero muy de sobra, por lo que a veces predomina más el precio que la calidad. (¿En Soria qué importa?). Creo que a pesar de que importe el bolsillo, todo el mundo tiene un familiar o un amigo o conocido que es agricultor o ganadero, le habla de estas cosas y gracias a ello sí se mira un poco más. Quiero pensar que sí.
P. ¿Qué le hizo dar el salto a ganadera y agricultora profesional?
R. Mi salto fue porque soy escucha de incendios, un trabajo fijo discontinuo en el que se trabaja en la época de peligro de incendio. Entonces necesitaba compaginarlo con algo y como ya en casa había vivido la agricultura y la ganadería, decidí dar el salto e incorporarme.
P. ¿De qué se ha arrepentido desde entonces?
R. No me he arrepentido de nada. No suelo hacerlo. Sí es verdad que hay días difíciles, un día que ha nevado o un día de verano en que te apetecería estar por ahí y hay que cosechar. Pero arrepentirme, de nada.
P. De nuevo tractores en la calle.
R. Si nos escuchan tenemos que dar guerra. Las leyes las hace gente desde la oficina, nunca vienen a trabajar un día o dos con nosotros. Quienes defienden, que son los sindicatos agrarios, cobran una subvención de esa gente que hace las leyes y al final no nos queda otra que unirnos y salir a gritar y a defender lo nuestro.
P. Pero cuénteme de verdad. ¿Qué les falta que siempre andan de protesta?
R. Nunca se protesta mucho. Creo que estamos protestando demasiado poco. Te podría hablar de precios y decir que hace 20 años se vendía el cordero o un ternero por el mismo precio que se vende ahora; un kilo de trigo incluso más caro que ahora. Y ahora los costes de maquinaria son más caros y a nosotros no nos sube el precio. Nos ponen unas normas burocráticas que son muy superiores a las que se tenían antes, así que entonces tenemos dos trabajos, el de campo y el de oficina.
P. ¿Qué tiene su quehacer que no encuentre en una oficina?
R. Tengo la libertad de que si no quiero trabajar, no lo hago; tengo la suerte de respirar aire fresco todos los días y disfrutar de unos paisajes increíbles. Y de que lo que hago, me gusta. Seguramente el que trabaja en la oficina a veces le llega alguien a tocar las narices y a mí nadie me molesta si yo no quiero.
P. Quizá a veces se le escape un caballo y tenga que correr.
R. Siempre hay días duros, pero normalmente el ganado también conoce a quien le da de comer y eso hace todo más fácil.
P. El debate laboral está ahora en las horas. ¿De qué se queja?
R. No me quejo porque siendo ganadera sabes el horario que tienes: llega un día de nieve y vas a tener que ir, y lo mismo aunque sea festivo, sabes que llega el verano y tienes que ir a cosechar cuando está la cosecha. No tengo ningún queja. Cuando trabajas en lo que te gusta, no tienes grandes quejas. Además, nadie te manda, mandas tú y sabes que tienes que organizarte y hacerlo de la mejor manera que puedas.
P. ¿En su casa se sorprendieron de su apuesta por ser agricultora y ganadera profesional?
R. Cuando les pregunté si me iban a echar una mano sí se sorprendieron porque había sido un poco urbanita y había recorrido otras ciudades con otros trabajos. Luego ya decidieron ayudarme y sabían que era responsable. Entonces pues no.
P. ¿Cómo fue ese salto de ser urbanita a mujer de campo?
R. Trabajando en incendios pasas muchas horas en la naturaleza. Así que no fue un cambio duro porque estaba acostumbrada a trabajar así y no fue un cambio muy duro. Sí lo fue a lo largo de los años: estudié Integración Social y es algo que no tiene nada que ver con lo que hago. Más que en estos cinco años que llevo instalada ha sido más drástico y diferente a lo largo de los años.
P. ¿Lo que peor lleva en este tiempo?
R. No ha habido nada realmente malo. Me molesta bastante la envidia de la gente en algunos pueblos, que parece que les molesta. Y también el exceso de burocracia que hay. Dicen que te van a ayudar y hasta que de verdad llega la ayuda que necesitas pasa mucho tiempo.
P. Cuénteme lo último que aprendió de una vaca.
R. De los animales aprendes cada día. Lo último es que ha nevado, ha helado y ahí están las vacas. Si un animal está sano, sobrevive haga el tiempo que haga, aunque haya -5 grados, esté todo el día nevando y casi no tengan para comer. Son unos supervivientes.
P. ¿Cuántas horas hace al día en el tajo?
R. En el campo no hay una jornada laboral como otra cualquiera. Hay días que haces casi cero: vas en verano, ves que el ganado está bien y haces dos horas; otros tienes que sembrar y hay que estar diez horas; y otros que ha helado y amaneces y anocheces trabajando. Por eso tengo la suerte de poder compaginarlo con la escucha de incendios.
P. ¿Cómo es la soledad en el campo?
R. Me gusta mucho estar sola, ya te digo que paso 10 horas sola en una torre de incendios. Para mí es muy agradable estar sola con los animales, aunque a veces se hace duro y se agradece que haya gente que venga, a lo mejor un jubilado... Se agradece, sí, pero a mí me gusta la soledad de los animales y del campo. Parece que nos entendemos, me devuelven lo que yo les doy.
P. ¿Por qué vacuno?
R. Era lo que más había vivido en casa. Además, te deja más libertad que otros animales, como las ovejas, que hay que pastorear, y tienes que estar más pendiente. Si tienes un campo grande de pasto, no hay que estar las 24 horas mirando las vacas.
P. Un consejo paterno.
R. Uno no, muchos, aunque muchas veces me deja que espabile. La última vez que fui a comprar ganado me gustó una vaca que a él no le gustaba y que era la más cara. Me dijo 'no la compres, no la compres'. Pues la compré y resultó ser la peor. “Te he dejado comprarla para que espabilaras', me dijo.
P. ¿Por qué Soria es una provincia 'verde', tiene una zona que llaman incluso la Suiza soriana y hay cuatro vacas de leche contadas?
R. Es triste sí, pero el trabajo de las vacas de leche es muy, muy esclavo y que no saliera rentable. Al final la gente se cansa de vivir todos los días trabajando y no ganar lo que tienen que ganar. Es algo que se ha descuidado y ahora nadie quiere tener vacas de leche. Tenemos la mantequilla que es Denominación de Origen e igual compramos la leche en Francia. Tendrían que haber ayudado antes a que las vacas de aquí fueran rentables.
P. ¿Cuánto sexismo hay en el campo?
R. Es un tema del que no me gusta mucho hablar porque es delicado. Pero la verdad es que casi siempre me rodeo de chicos por este trabajo e incluso en incendios también. Y nunca me he sentido ni marginada, ni desprotegida... Si tú te haces valer no es algo que te tenga que preocupar. Yo he tenido esa suerte, igual no todo el mundo la ha tenido.
P. ¿Y dentro de 10 años?
R. Me veo en el mismo sitio en el que estoy ahora y, si no va la cosa peor, con una explotación más grande.
P. ¿Qué es lo primero que hará cuando se jubile?
R. Irme a vivir en invierno a Canarias.
P. Hansen, Planas y González. ¿Quién podría hacer más y no hace? (Hablamos del comisario europeo de Agricultura, el ministro y la consejera del ramo).
R. Creo que los tres podrían hacer más y no hace ninguno; que quienes nos deberían defender y tener un poco en cuenta, en España nuestros sindicatos, tampoco lo hacen. Por eso el año pasado tuvimos que crear una asociaciones independientes de gente que de verdad ama su trabajo y quiere luchar por que los políticos nos escuchen. Los tres podían hacer bastante más, sobre todo conocer de cerca un día de campo.
P. ¿Qué sabe usted de la lluvia cuando se necesita?
R. Cuando se necesita y cuando no. La lluvia es muy caprichosa. No soy muy partidaria del cambio climático y estas cosas a las que dan tanto bombo. Si miras una década, hay dos años secos, dos muy lluviosos, dos súper lluviosos, dos súper secos y al final todos los ciclos se repiten. Igual los inviernos son un poco más templados y los inviernos algo más calurosos.
P. ¿Mejor vacas o cereal?
R. La verdad es que a mí me gusta más el ganado, pero tiene sus pros y sus contras. Me gusta el ganado en el día a día porque estás al aire libre, parece que hablo con los animales, que me entiendo con ellos. En un tractor tienes una soledad más grande y más monótono. La otra parte es que el tractor no pare, no se escapa, no tiene hambre. El ganado es un poco más esclavo.
P. Usted en Navidad ¿come del campo o de mar?
R. Seguro que en casa no falta cordero de Soria esta Navidad, un pollito de corral... Y animo a la gente a que compre las cosas de aquí de Soria. Nuestros terneros se matan en Vinuesa y se venden en carnicerías de aquí.