El girasol pierde interés en Castilla y León y desciende un 20% la superficie sembrada
Este año la cifra se queda por debajo de las 300.000 hectáreas, con 297.678 hectáreas, una merma que se la llevan los herbáceos y el barbecho

Este año son menos de 300.000 las hectáreas cultivadas de girasol en Castilla y Leon
Prometía ser una buena alternativa a los herbáceos por los menores costes de producción que requiere, pero esta campaña el girasol se ha quedado por debajo de las expectativas del sector, lo que ha sorprendido a buena parte del agro, y la superficie sembrada en Castilla y León de esta oleaginosa ha descendido de manera importante. Primero porque al inicio de la campaña, en octubre del año pasado, las perspectivas de los precios de los cereales eran más optimistas que en la actualidad, y segundo porque las abundantes y continuas precipitaciones registradas durante la primavera han impedido entrar en el campo, lo que ha llevado a muchos a optar por dejar las tierras en barbecho.
Así, mientras en la temporada pasada se sembraron 366.711 hectáreas, este año la cifra se queda por debajo de las 300.000 hectáreas, con 297.678 hectáreas, lo que supone un descenso de casi un 20%. Se rompe por tanto la curva de crecimiento que llevaba en los dos años anteriores, si bien el récord en la Comunidad se registró en el año 2022, con 386.515 hectáreas. La superficie de esta campaña es similar a la de 2019, antes de la pandemia, cuando se cultivaron 295.842 hectáreas de girasol, según los datos publicados por la Consejería de Agricultura y Ganadería.
No obstante, llama la atención que la previsión de la propia Junta en abril era de que se iban a sembrar 354.284 hectáreas, y aunque era inferior a la superficie de 2024 se ha quedado muy por encima de la realidad. Las organizaciones agrarias lo achacan en primer lugar al hundimiento de los precios de los herbáceos, ya que en octubre, cuando empieza la temporada con la siembra la situación del mercado de los cereales era mucho más favorable para apostar por ellos, si bien las perspectivas se han truncado con unos precios ruinosos y con unos costes de producción que siguen por las nubes.
Tampoco han ayudado las abundantes precipitaciones registradas en Castilla y León durante toda la primavera, que han ido retrasando las labores de siembra de este cultivo. Todo ello ha provocado que muchos agricultores hayan decidido dejar las fincas en barbecho, de modo que en la actualidad hay también más superficie de herbáceos, y pese a que si no se trunca con el pedrisco o las tormentas se espera una buena cosecha en cuanto a producción, que no se va a ver acompañada por la rentabilidad en absoluto, por los insumos tan altos y por el precio que han marcado las lonjas.
Las tareas de siembra del girasol comenzaron desde principios del mes de mayo en las provincias más adelantadas de Castilla y León, como Zamora, Valladolid o Salamanca, con una tierra que estaba “muy bien preparada” gracias a las abundantes precipitaciones registradas durante todo el invierno. No obstante, en otras zonas los agricultores comenzaron mucho más tarde, parados precisamente por las lluvias. Es más, en general las organizaciones agrarias calculan que en estas zonas llevará un retraso en su desarrollo de un mes.
Lo cierto es que el girasol se había convertido en un cultivo crucial para esta Comunidad, como una buena alternativa al cereal de invierno, con unos costes en abonos y en combustibles mucho más altos, por lo que el sector prefería optar por esta oleaginosa que requiere menos gastos de producción. Desde 2010 la superficie ha ido en crecimiento de manera escalonada, ya que entonces había 199.297 hectáreas. El máximo histórico se registró en 2022, con 386.515 hectáreas de girasol, una siembra impulsada por la incertidumbre generada a raíz del comienzo de la guerra de Rusia contra Ucrania, país considerado como el “granero de Europa”, aunque la cosecha fue pésima, con 329.488 toneladas. Pero este año se ha roto la tendencia.
Ahora, en las zonas más adelantadas “los girasoles se están desarrollando con normalidad”, asegura Donaciano Dujo, presidente de Asaja Castilla y León. Reconoce que ha sido una sementera “muy complicada” porque las lluvias han retrasado mucho las tareas. “Por eso muchos han decidido dejar en barbecho, ya que si sembraban girasol al año que viene tenían que poner cereal y con los precios ruinosos que tienen y los elevados gastos no se lo plantean”.
Lorenzo Rivera, coordinador de COAG Castilla y León, señala que la sementera tan favorable condicionó el incremento de la superficie de cereales, incidiendo ahora en el descenso del girasol, pero está convencido de que sigue siendo una buena alternativa para la Comunidad porque es más rentable por su precio y porque requiere menos gastos, y cree que se mantendrá en torno a las 300.000 hectáreas por lo menos. Asegura que en general está teniendo una buena nascencia, aunque en algunas zonas vaya con más retraso debido a que tardaron en sembrarse.
Aurelio González, secretario general de UPA Castilla y León, constata el descenso generalizado de la siembra del girasol, algo que le ha sorprendido, sobre todo porque ha aumentado la superficie de cereal: “La mala situación de los precios no era tan clara al principio de la campaña, cuando se hace la sementera”. Pero señala que también se ha incrementado la de las leguminosas, por los ecoesquemas de la PAC, lo que las ha convertido en más atractivas. No obstante, está convencido de que el girasol seguirá siendo un cultivo interesante para Castilla y León por sus menores costes.
Jesús Manuel González Palacín, coordinador regional de Unión de Campesinos de Castilla y León, considera que ha influido que la campaña de girasol del año pasado fue un desastre, porque muchas fincas se quedaron sin recoger la pipa. Y como los precios tampoco acompañan no hay alternativa. Asegura que el panorama para el sector este año es muy duro y muy complicado porque no hay ningún cultivo interesante. Quizás las leguminosas porque reducen costes y se garantiza la producción y, además, fijan nitrógeno en las fincas.
Cree que la culpa es de los mercados internacionales y de una decisión política en nuestro país de aumentar el cereal importado de Ucrania: “Hemos aumentado un 300%; con esto no tenemos nada que hacer”.