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DECÍA hace unos días en una comparecencia de prensa el diputado Tomás Cabezón que no entendía porqué había generado dudas la concesión del premio Avelino Hernández, convocado por la Diputación Provincial de Soria, al hijo del presidente. Esa noticia publicada el pasado 22 de noviembre fue la más leída en la página web de este periódico ese día.

Y no era para menos. Intentar restar interés o importancia a lo que lo tiene no sólo llama la atención sino que, además, provoca que cualquier lector piense inicialmente que el autor de lo dicho sea un torpe. Lo normal es que cualquier episodio como este genere dudas, lo anormal sería que pasara desapercibido. Lo más lógico es que a ningún hijo que su padre sea el máximo responsable de una institución se le ocurra presentarse a una convocatoria de dicha administración y que el progenitor advierta a su vástago que ni se le ocurra presentarse.

Aquí no ha sucedido eso. No sólo el hijo del presidente de la Diputación Provincial se presenta a una convocatoria de la institución sino que, además, se lleva el premio. Lo de las dudas sobre la objetividad del Jurado es lo normal y la la primera reacción es pensar que esto es un cachondeo.

Pero al margen de la sospecha de que el hijo del presidente se lleve el premio a casa y de la objetividad de los miembros del Jurado, que supongo que no cobrarían por hacer el paripé, es llamativo que una institución como la Diputación Provincial cree una convocatoria como esta, de Realización Documental para Jóvenes, salvo que sea para gastar de cualquier manera el remanente de la institución, que hasta hace cuatro días rondaba los 20 millones de euros. No creo que convocatorias sin ton ni son como esta, con un premio económico de 3.000 euros, tengan mucho sentido cuando no hay dinero para otros apartados mucho más necesarios en una provincia sin duda necesitada.

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