Adjudicado el contrato del ‘Gran hermano soriano’
El Ayuntamiento va a controlar exhaustivamente con videocámaras de vigilancia los accesos a la parte central de la ciudad. ¿Con qué propósito?
El Ayuntamiento de Soria ya ha adjudicado el contrato de las 48 cámaras, 23 «cámaras LPR», 25 «cámaras contexto» los 32 puntos de control, sus accesorios completos, las conexiones y la plataforma de gestión de la hipotética Zona de Bajas Emisiones (ZBE) que quiere implantar en el Parque de La Dehesa y en la zona centro peatonal de nuestra ciudad. Lo que en otro artículo anterior (Heraldo-Diario de Soria del domingo 21 de julio de 2024) ya calificamos como su «Gran Hermano» particular.
La empresa favorecida con este contrato municipal es una vieja conocida de los semáforos capitalinos, constantemente maldecidos por automovilistas y peatones por su espantosa sincronización. ‘Excelente’ tarjeta de presentación para esta nueva aventura con la que el Ayuntamiento, siguiendo los pasos de otras localidades, querrá hacer caja aunque ello suponga, por puro esnobismo, arriesgarse a violar uno de nuestros más preciados derechos fundamentales: el de la propia imagen (art.18 de la Constitución).
Nada positivo podemos esperar ni los automovilistas ni tampoco los peatones de este nuevo paso del Ayuntamiento para amargarnos la existencia al identificarnos por medio de imágenes y al controlar nuestros pasos en las áreas de enfoque de todas estas cámaras de vigilancia.
¿Con qué finalidad? Como mínimo, con ese afán recaudatorio sancionador que ya estamos sufriendo en otros lugares.
Con ser inquietante este escenario monetario, aún lo es mucho más si consideramos que la instalación y el funcionamiento de todas estas cámaras de vigilancia en tantos espacios públicos no la han sujetado a un régimen jurídico legalmente reconocible donde los ciudadanos afectados, que potencialmente vamos a ser todos nosotros, podamos conocer de antemano nuestros derechos y los cauces de protección que nos asistirían frente a los eventuales (y, por desgracia, presumibles) abusos.
Si esta situación no es a todas luces arbitraria, habrá que redefinir el alcance del concepto.
No descartemos tampoco posibles propósitos menos confesables propios de regímenes políticos autoritarios.
Recordemos, conforme al artículo de prensa anterior, al que me remito, que el contrato que ahora se ha adjudicado se licitó bajo la cobertura de la implantación de una Zona de Bajas Emisiones y con la financiación, en mi humilde opinión irregular y absurda, de una subvención de fondos europeos en la que el Ministerio correspondiente no tuvo en cuenta que el Municipio de Soria no tenía ningún derecho y ninguna obligación de implantar Zonas de Bajas Emisiones, al carecer notoriamente ni de la población mínima necesaria (50.000 habitantes) ni de los índices de contaminación atmosférica exigidos (Véanse a este respecto la Ley 34/2007 y el Real Decreto 102/2011).
Luego el empleo que han hecho tanto el Ministerio como el Ayuntamiento de estos fondos europeos mediante este contrato de implantación de una imaginaria Zona de Bajas Emisiones en Soria se habría efectuado a todas luces de una manera que no cabe otro remedio que calificar de FRAUDULENTA.
De todo ello sin duda se pueden derivar responsabilidades, incluso personales, al tratarse de fondos europeos irregularmente aplicados, aunque otra cosa será que alguien las exija.
Como esto de la ZBE en el parque y en el centro peatonal de la ciudad no hay quien se lo trague, por absurdo, resulta previsible que nuestras autoridades locales esgriman en defensa de esta insensatez que son también cámaras de control del tráfico o que las colocan con fines de seguridad ciudadana, o cualquier otra disculpa que se les ocurra. Ya se percibe esta mistificación en la noticia publicada el jueves 17 de octubre de 2024 en la página 13 del Heraldo-Diario de Soria.
Hay que salir al paso. Si en la justificación de la subvención obtenida y en la motivación del contrato se ha dicho por el Ayuntamiento de Soria que se trata de implantar una Z.B.E. en ciertas calles y parajes, y resulta luego que esta ZBE no es jurídicamente procedente, porque su contenido es imposible, porque hay falta de competencia o de legitimidad, porque su motivación es fraudulenta o sencillamente porque el cúmulo de irregularidades formales y materiales es tan grande que su funcionamiento y su puesta en marcha va a ser inviable, el contrato será ineficaz o completamente estéril, la subvención como mínimo anulable y todos los actos administrativos que se deriven de su hipotética aplicación NULOS, incluidas todas las sanciones económicas con las que los promotores de la dichosa ZBE de Soria esperarían lucrarse.
Mi intención al retomar la histriónica crónica municipal de acotar en Soria una ZBE en el parque y en la zona peatonal central ha sido tratarla con humor porque en mi opinión semejante insensatez era algo parecido, por delirante, a usar estufas en las playas caribeñas o ventiladores en el Everest. Una idiotez. Y es que como esta historia de la ZBE soriana iba de videocámaras, al no poder ir de contaminación atmosférica, solo podía ir de espectáculo audiovisual y de entretenimiento. Lo cual cuadraba además a la perfección con la más que contrastada afición carnavalesca de sus promotores, al más alto nivel municipal. Luego nada podía extrañar que, disfrazado de ZBE se estuviera montando en realidad un plató televisivo de grandes dimensiones
Solo en el mundo del espectáculo cabría semejante aventura. Una ZBE «typical sorianish» que va ser solo, en el mejor de los casos, el escenario de un permanente espectáculo en vivo. El rodaje de un «reality show» continuo con escenas de lo más variadas del tipo de: «Estado de Sitio», «Vigilancia aduanera», «Apatrullando en papamóvil», «Excavaciones y rotondas», «De la Patera al Pabellón (de la Juventud)», «Rodeos inhumanos», «La juerga interminable», «Campo de minas», «Desactivando adoquines», «Rafting por el Embudo (del Espolón)», «Fervor en la Procesión» (la que sea, religiosas como la San Saturio o las de la Semana Santa, o lúdicas como Gigantes y Cabezudos, las Calderas, Cabalgata de Reyes)» «Aquí no hay quien viva», «Minería a cielo abierto», «24 horas en un Check Point» «Gangas del mercadillo», «El peso de la bolsa», etc, etc, etc. Video-reportajes obtenidos de las filmaciones ofrecidas en tiempo real por la multitud de cámaras de la Zona de Bajas Emisiones del Gran Hermano soriano.
¿Pero qué uso va a hacer el actual gobierno municipal de Soria del material gráfico que le proporcionen todas estas cámaras de vigilancia?
El único que se me ocurre, sin que las suspicacias me invadan, es que las grabaciones obtenidas por el Gran Hermano Soriano van a formar parte de esos programas televisivos marginales que unas veces nos cuentan las peripecias de pacientes con obesidad mórbida extrema o nos embarcan para la pesca extrema o a buscar oro o a especular con extraterrestres.
Suerte tendríamos si el destino de las grabaciones de la Zona de Bajas Emisiones typical sorianish fuera su emisión en la misma cadena televisiva donde se transmiten los documentales faunísticos de la 2, o por lo menos, que se proyectaran en los Cines Mercado, a la manera en que antaño hacía el Régimen de entonces con el NO-DO.
Porque si no fuera así habríamos de preguntarnos cosas mucho mas inquietantes como:
¿Quien va a visionar las cámaras y las grabaciones? ¿El contratista? ¿La Policía? ¿El Alcalde?
¿Se va a traficar con las imágenes? ¿Se van a ceder a terceros sin la aprobación de las personas afectadas?
¿Como se preservará con garantías nuestro derecho a la intimidad y a la propia imagen constitucionalmente reconocidos?
¿Nos sumirá el Ayuntamiento en un control asfixiante cada vez que pisemos el centro de la ciudad o el Parque?
¿Con qué propósito?
¿Será todo esto motivo de demandas judiciales?
¿Tendremos los figurantes al menos la posibilidad de cobrar derechos de imagen, como los futbolistas o los actores?
Son demasiadas preguntas en un asunto muy delicado que afecta a derechos fundamentales de la persona y que evidencia una frivolidad inadmisible tanto del Ayuntamiento de Soria como del Ministerio que le subvenciona.
¿Y todo esto por puro esnobismo y al amparo de una subvención irresponsable?
(Alberto Ridruejo es ex concejal de Urbanismo del Ayuntamiento de Soria)