La violencia machista sigue siendo un problema que no ocultan las tasas
Que castilla y león sea la comunidad con menor tasa de víctimas de violencia de género dice mucho del modelo de nuestra comunidad. Del modelo de convivencia, del modelo de educación y del carácter de la gente que la habita. Es más, su tasa es la mitad que la de unos cuantos territorios que se sitúan muy por encima de los 20 casos por cada 10.000 habitantes, mientras Castilla y León apenas supera los once. Incluso comunidades mucho menos pobladas como Navarra o Murcia superan con creces a nuestra comunidad. Por tanto la estadística no es un asunto meramente poblacional como en otros casos cuando se analizan cifras. Fundamentalmente porque en los delitos lo que hay que poner sobre la mesa no son las cifras absolutas, sino las tasas, que es lo que dibuja una realidad propia y en el contexto global.
Pero que Castilla y León esté a la cola de estas cifras de violencia de género no quiere decir que el problema esté desapareciendo. Está menguando, fruto seguramente de muchas acciones conjuntas, entre las que también entran las de las administraciones, a tenor de los últimos datos ofrecidos este año en relación con el mismo periodo del pasado ejercicio.
Seguramente también habrá agoreros que digan que la realidad no aflora en todo su rango por el temor social, el miedo que hay a denunciar en las zonas rurales, de las que Castilla y León tiene más que nadie. Pero eso es sólo una elucubración que no hace sino estigmatizar al universo rural, además de desposeer, desde una mera intuición o el conocimiento de casos aislados, tipo teoría de un cuñado cualquiera, del derecho a la presunción de inocencia.
En cualquier caso siguen siendo muchos casos. Siguen siendo muchas mujeres asesinadas cada año. Siguen siendo muchas mujeres atemorizadas y con orden de protección. Siguen siendo muchas mujeres agredidas, acosadas y esclavizadas por esta lacra que es el machismo con su vertiente violenta y criminal.
Y las cifras no suelen reducirse. Al contrario, suelen incrementarse. Por eso es fundamental repensar y replantear lo antes posible las políticas y acciones que se están llevando a cabo. La educación, la movilización y el debate son importantes para dar luz a un problema. Pero esa no es ahora mismo, ni mucho menos, la carencia. Hace falta contundencia contra los agresores. Y más medios humanos policiales para atender a las víctimas y perseguir a los criminales.