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Feliz y Santa Navidad
En breves días celebraremos la Navidad. Dios, hecho niño, viene al mundo para redimir a la humanidad. Entre un buey y una mula, en un humilde pesebre de paja, y junto a sus padres, el rey de reyes se presenta en la tierra ante el hombre. No hay gesto de mayor amor y trascendencia en toda la historia de la humanidad, que este del pequeño niño Jesús. La Navidad es esto. Todo lo demás sobra. Para muchos, estos días son unos días de celebración sin más; unas vacaciones previas al final de año. Desde hace tiempo, las grandes empresas y oscuros lobbies se han encargado de convertir estos días en unos días de consumo excesivo corrompiendo el verdadero significado de la Navidad. Comidas y cenas pantagruélicas, compras compulsivas, y el ir y venir de las personas que en estos días abarrotan las calles de las distintas urbes ataviadas con bolsas por doquier y sin apenas mirarse a la cara unas con otras, ocultan y solapan la humildad del pesebre en el lejano Belén. En un país como España, con indiscutible tradición católica, Papa Noel va ganando espacio año tras año. Una vez más, los americanos, al igual que ocurre con el Black Friday o Halloween, nos ganan un trocito más de terreno histórico y moral, y nos van imponiendo sus tradiciones tanto en España como en el resto de los países del otrora llamado viejo continente. ¿Sabe el lector que San Nicolás —el verdadero Santa Claus—, abofeteó según la tradición a Arrio nada más encontrárselo en Nicea, lugar del primer concilio cristiano, por haber adulterado la doctrina católica? Pues eso, que ni “Ho-Ho-Ho”, ni barbas blancas, ni traje rojo con prominente barriga, ni chimeneas con renos esperando abajo, y ni leches en vinagre. En realidad, San Nicolás, era en el fondo y lejos de esa conversión comercial y laica de hoy, un buen patriota que podríamos decir hoy y que no se andaba con medias tintas a la hora de defender las tradiciones. Pero como decía antes, las multinacionales mandan y el impostor se ha hecho hueco entre nuestras calles. Cuando entro en algún lugar estos días, y veo eso de “Merry Christmas”, se me llevan los demonios. De verdad, ¿tan difícil es decir eso de Feliz Navidad? Coño, que estamos en España. Pero no todo está perdido. Afortunadamente, todavía hay miles y miles de familias que continúan —que continuamos—, con la entrañable tradición de seguir colocando en nuestros hogares y lugares de trabajo el belén. Tradición que Carlos III introdujo en España allá por 1759, y que personalmente me alegra el corazón cada vez que la veo, siempre y cuando, vaya por delante, se mantenga en su verdadera y sagrada esencia, y no en alguna aberración progre que cuatro mamarrachos abyectos realizan todos los años para ganarse algo de fama que en su verdadero hacer no llegan a alcanzar. Defendamos nuestra cultura. Feliz y Santa Navidad.