Heraldo-Diario de Soria

EDITORIAL

 

Castilla y León, una realidad forjada con la diversidad de identidades

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Castilla y León es una realidad. Dispersa, diversa, variada y cargada de singularidades y hasta de identidades. Tantas como sus nueve provincias y su única comarca administrativa. Pero al fin y al cabo, una realidad. Y una realidad imparable tras más de cuatro décadas de tránsito y recorrido común y en convivencia. Hoy celebramos el Día de Castilla y León. Cada cual puede hacerlo a su manera. Por ejemplo acudiendo a la campa de Villalar, uno de nuestros símbolos identitarios históricos. O ausentándose de ella y ocupando el tiempo festivo en lo que mejor le parezca. En la variedad de elección también reside la libertad. O esencialmente en ella.

El debate identitario de Castilla y León siempre estará abierto. Especialmente para quienes consideran que es la mera disputa de una dualidad y en ese sustento ideológico pretenden un debate que sólo lleva al camino de un rupturismo tan improbable como indeseado. Porque, en cualquier caso, ese es un debate que nos concierne a todos, no a unos pocos, aunque se sientan y se crean mayoría en sus respectivos territorios. Pero, sin ir más lejos, la opción del leonesismo, la más activa en el rupturismo, de hecho hace de eso su razón de ser, jamás ha ganado unas elecciones en la provincia de León. Ni siquiera en la capital. Por no hablar de la comarca del Bierzo, donde su presencia nunca ha dejado de ser anecdótica. Es difícil atribuirse un sentimiento mayoritario, cuando la realidad política de las urnas, la que cuenta hechos no cuentos, te niega tozudamente ese parecer tan inmensamente mayoritario.

En cualquier caso, y al margen de todo debate legítimo, siempre que se establezca desde el diálogo, el respeto y la serenidad, la certeza es que Castilla y León es una realidad social y ciudadana fuerte. Incluso siendo uno de esos territorios sacudidos por la lacra de la despoblación. Uno de los más sacudidos. Y pese a eso, nuestra fortaleza en una convicción que nos ha conducido a disponer de unos servicios sociales, una educación y una sanidad de primera línea. La realidad de Castilla y León es la de sus habitantes y las necesarias certezas de poder disponer de un proyecto de vida en nuestra comunidad. Esa es la preocupación esencial. Más allá de la identitaria, que no hay que buscarla en un ideario común, sino más bien en unas tradiciones, unas costumbres y un arraigo histórico variado, variopinto y repleto de singularidades. Esas singularidades son la que cincelan la riqueza de un territorio llamado Castilla y León, que hoy celebra su fiesta. Es absurdo negar esa realidad imparable y de progreso, por mera necesidad de sustento ideológico. Es, además, improductivo.

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