Heraldo-Diario de Soria

José Manuel Hernando

Sánchez tiene un sueño (inquietante) para Soria

Creado:

Actualizado:

Cuando usted se aburra, le propongo que ocupe su pensamiento en resolver uno de los dilemas más tramposos de la historia que es, además, perfectamente irrelevante, o quizás no. El dilema es el siguiente: ¿hace ruido un árbol al caer en medio del bosque si no hay allí nadie para escucharlo? La física dice que sí, porque las vibraciones que componen el sonido se producen indefectiblemente cuando un cuerpo se mueve. La metafísica, al contrario, afirma que el sonido es una experiencia sensitiva que solo existe desde la percepción subjetiva y que el ruido sin receptor no reverbera. El sentido común sostiene, por último, que la pregunta es estéril o, dicho en plata, una bobada reservada a espíritus ociosos.

El hecho innegable es que, en Soria al menos, existen enormes posibilidades de que nadie esté cerca para oír la caída de un árbol, en la eventualidad de que esto tenga lugar en alguno de nuestros montes. Es la consecuencia de la despoblación: las cosas ocurren, o pueden ocurrir sin que nadie se percate de ello, por simple ausencia del elemento humano; en este contexto, el dato del ruido importa bien poco. Los sorianos percibimos como un drama la multitud de signos de degradación y de abandono que azotan a nuestra provincia de un día para otro; pero si lo pensamos bien, lo verdaderamente trágico es que de esos signos nadie se dio cuenta y nadie se dio por aludido a medida que se manifestaban, sino solo cuando ya se habían infiltrado irreparablemente. Estamos embebidos en un proceso de renuncia que abre la puerta al vacío, que es, a su vez, un apetitoso reclamo para el saqueo oportunista; nuestra desgracia puede ser la fortuna de otros que piensen que sus posibilidades crecen a medida que la población se achica. De hecho, en la teoría clásica del furtivo, las cosas auténticamente provechosas ocurren cuando nadie nos ve.

Resulta sorprendente que una de las noticias más relevantes para el futuro de Soria pasara prácticamente desapercibida en su día –no para este periódico, por cierto–. En efecto, hubo un fugaz instante en el que el Gobierno de Sánchez dijo la verdad acerca de sus intenciones de futuro para la España despoblada. No pretendía hacerlo; ni siquiera fue consciente de que lo hacía (es el albur de Sánchez y sus extensiones no revelar la verdad, salvo por error o descuido), pero ocurrió. Pocos se percataron y no es de extrañar, porque habría hecho falta para lo contrario que los sorianos se desayunaran con el Boletín Oficial del Estado, en lugar de hacerlo con el ticket de la zona azul. Fue el 28 de febrero de 2023, cuando se publicó -pueden buscarla- una Orden del Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico que proclama a España como un lugar ideal para el despliegue de las energías renovables gracias a, entre otros regalos que nos adornan, la despoblación de gran parte del territorio nacional. Ojo al desliz. A alguien de nuestro Gobierno le seduce la idea de que no haya testigos indeseados mientras las placas solares expropian el futuro de nuestros territorios y convierten a Soria -y no es la única- en rehén de una agenda que otros han cerrado en nuestro nombre. Sin gente, nadie escucha y nadie ve. Resulta que al final la despoblación nunca ha sido, a los ojos de este Gobierno, un problema de Estado al que debamos enfrentarnos con todos los recursos disponibles; muy al contrario, es una ventaja competitiva de cara a convertir al rural -estoy pensando en la desdichada Soria- en una colosal pila de petaca, en un mero artefacto de generación de energía con potencia suficiente para lavar la mala conciencia ecologista de una desalmada progresía política, para la cual los territorios de la España interior no merecen otro destino que el de quedar reducidos a ser simples dinamos. Es cierto que Pedro Sánchez tiene un sueño para Soria. En el sueño de Sánchez, Soria dejará de ser un lugar para convertirse en un interminable espejo dispuesto para transformar la luz del sol en la electricidad que ilumine las noches de insomnio de los mismos que nos quieren enterrar bajo los escombros de la transición energética.

Ahora, el dilema ya no debe ser si un árbol hace ruido al caer sin nadie cerca para escucharlo. La verdadera pregunta a la que debemos responder es si hay quien prefiere que no haya nadie escuchando, mientras tala todo el bosque donde vivimos. El inquietante sueño de Sánchez podría ser nuestra pesadilla.

José Manuel Hernando es senador del Grupo Parlamentario Popular

tracking