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ENTREVISTA / ROBERTO PLAZA

«Un médico puede equivocarse y matar a una persona; en un autocar llevamos a 50 almas»

Lleva más de la mitad de su vida con un volante de autocar en sus manos, pero ahora ‘ve’ la carretera más estrecha y afilados los márgenes que ahogan hasta la extenuación. Los kilómetros no llegarán este año a los 80.000, pero algo no ha cambiado: disfruta aún así conduciendo hasta el punto de tener ‘mono’ cuando pasa días sin hacerlo y mantiene encendido un alto sentido de la responsabilidad.

Roberto Plaza.-V. GUISANDE

Publicado por
P. PÉREZ SOLER
Soria

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Pregunta.– ¿Cómo se lleva con la carretera? 

Respuesta.– Con la carretera me llevo bien, muy bien. Es lo que me gusta, lo que quería ser cuando era pequeño. Lo he mamado en casa: mi padre era conductor, tenía autocares. Desde pequeño he vivido la carretera y es lo que siempre me ha gustado. 

Y ahora igual. Es una droga y tengo mono. Y si ahora, por el covid, pasan días sin conducir, estoy soñando con salir a la carretera y conducir y disfrutar. Disfruto conduciendo.  

P.– ¿Más un autocar que un turismo? 

R.– Es mi vida. Mucha veces la gente a la que llevo, llevamos, son ya amigos. Es tanto tiempo… Estoy pensando en los equipos del Numancia… Somos un grupo de amigos que nos desplazamos a jugar, hoy aquí, mañana allá. Muchos clientes son habituales y somos una familia. Y si no los ves, los echas de menos. 

P.– O le gusta mucho el sillón de presidente (de la Asociación de Autocares) o no hay nadie que tire del carro… ¿Con cuál me quedo? 

R.– Yo no quise ser, me daba igual. No era porque yo quisiera sino porque los demás no han querido y tuve que volver a ser yo.  

P.– ¿Qué dejan sus manos en el volante, la mirada en el cristal y todos los sentidos puestos en la carretera? 

R.– Lo que me dejo es vivir con la familia, cumpleaños, celebraciones. Los fines de semana, que es cuando más trabajo tenemos, mientras las demás familias están juntas, yo me tengo que ir por ahí… Es lo que he perdido y echo de menos.  Pero a la vez no siento un pesar, voy disfrutando. No es una desgracia ni lo siento como una obligación. Voy a trabajar contento. No me atemoriza conducir de noche, ni lloviendo. 

P.– ¿El primer consejo que le dio su padre, fundador de Autocares Plaza, en su primer viaje oficial? 

R.– La premisa es ‘siempre que sales de viaje, lo importante es ir y volver’. Ir y que tú puedas volver y el coche, el autocar, salir al día siguiente. Que tú vuelvas en buenas condiciones y el vehículo poder salir a la mañana siguiente, mimar el autocar, tu herramienta de trabajo. No es como un coche que puedes encontrar una pieza en cualquier momento. 

P.– Una frustración como conductor. 

R.– Que muchas veces no se valora el trabajo que está realizando el conductor. Muchas veces las mamás te dicen ‘cuidan de mi niño’, pero no saben que yo también tengo familia y el primero que quiere volver sano soy yo. Y algunas veces la gente piensa que el conductor es una pieza más del autocar. Piensa que tú vas con el autocar y puedes estar 24 horas y  no vales nada. Antes a los conductores se nos trataba bien en los sitios, ahora parece que es el último mono. Si no hay sitio para dormir, es el conductor quien se tiene que ir a otro sitio. Parece que está minusvalorado el trabajo de conductor de autocar, que no se aprecia la dedicación ni el esfuerzo. 

P.– Un buen servicio que haya hecho. 

R.– Siempre vuelves a casa con la satisfacción de haberlo hecho bien. No recuerdo ninguno en particular.  

P.– Si le pregunto por las carreteras de Soria… 

R.– Antes cuando entrabas a la provincia notabas que Soria estaba un paso por encima. Ahora no, al revés, nos hemos quedado atrás. Por todos los lados hay autovías menos por Soria. En general nos han adelantado todas las provincias y están mejor que nosotros. 

P.-¿Cómo se le da lo de adelantar? 

R.-Tengo la norma de que si yo he llegado a coger a un coche, le tengo que adelantar. Si no, me hace perder tiempo. Si me estorba, le adelanto. 

P.– ¡Cómo ha cambiado el sentido de dar positivo! 

R.– Antes los camioneros se tomaban el puro, el carajillo, pero eso ha cambiado mucho ahora… (No me he expresado… Positivo en estos momentos). ¡Ah! Sí, tenemos que llevar mucho cuidado. Nos va en ello el trabajo y la salud. Tengo que ser muy consecuente y no infectarme, por mi salud y el negocio. Lo llevamos muy a rajatabla. Desinfectamos y se lleva todo como corresponde. 

P.– ¿A dónde nos conduce este momento histórico? 

R.– Nos conduce a replantearnos las relaciones entre nosotros. No acercarnos, no besarnos… Hasta ahora a separarnos más entre la gente. Y por otro lado nos lleva no te diría a la ruina, pero sí a empobrecernos todos. Todos. Cada día que pasa somos más pobres. Nosotros en nuestro trabajo lo notamos mucho. Nos está haciendo empobrecernos a marchas forzadas. Y no sabemos si esto dura mucho si habrá que cerrar. Nos afecta mucho. 

P.– Tan olvidado está el sector que un conductor se echa a llorar en directo en televisión porque se ha arruinado. 

R.– Sí, sí, sí. Es un compañero. Se llama Julio. Mira, el sector de viajeros está dividido en dos categorías: los autocares que tienen líneas regulares, y el servicio discrecional, que no tenemos líneas. Nosotros estamos a la aventura, hoy trabajamos, mañana no. A este servicio, al que yo pertenezco, nos tienen abandonados, mientras a los que son de líneas les dan subvenciones a nosotros nada. De nosotros no se acuerda nadie. 

A este compañero le pasa lo mismo que a mí. Todo el trabajo de sus padres, que es un trabajo de toda la vida… se te va a tomar por saco y duele. Duele. Tu trabajo y el de tus padres, sin haber sido culpa tuya, te puedes ir a la ruina. Y yo me pongo en la piel de él. Lo vivo igual que él. 

P.– Los fines de semana va con el Numancia... 

R.– Ahora empezamos a ver la luz, pero tampoco es suficiente. La ruina es menos pero sigue siendo una situación mala. Vamos con el Numancia y equipos inferiores. 

P.– Dígame una experiencia al volante que cambiara algo.

R.– Hay riesgos inherentes que conlleva el trabajo, pero no me afectan. Ya he visto muchas cosas para que me pueda afectar. 

P.– ¿A qué se parece la responsabilidad de un conductor en un autocar lleno de almas? 

R.– Es igual que un piloto. Lleva un montón de vidas a bordo. O a un médico, simplemente. Un médico se equivoca y mata a una persona, nosotros llevamos a 50 almas. En realidad tienes más responsabilidad que un médico. Él se puede equivocar, pero si lo haces tú, puedes matar a 50. Esa responsabilidad no se te va. Tienes que vivir con ella y ser consecuente.  

P.– Los autocares eléctricos pueden esperar. 

R.– Habrá que esperar, sí. Ahora se está tirando más por el hidrógeno, pero tienen poca autonomía… Tiene que pasar tiempo todavía. No conozco ningún autocar de compañeros que sea eléctrico o de hidrógeno. Llegará pero está lejos. 

P.– ¿Qué atisba al final de la carretera? 

R.– Veo que esto va para largo. Se está alargando en el tiempo y no vamos a salir pronto. Nos llevará mucho tiempo y no sé si volveremos a vivir lo que vivíamos hace un año. Nos va a marcar mucho. No estoy seguro si volveremos a mantener las relaciones que teníamos antes, aunque esté la vacuna. 

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