Heraldo-Diario de Soria

Centenario de su nacimiento

Julio Garcés, el poeta de San Polo

Desconocido y olvidado, este soriano de nacimiento llevó siempre en sus versos el influjo del río Duero en aquellos veranos que su familia pasaba en el antiguo monasterio templario próximo a la ermita de San Saturio

El poeta soriano Julio Garcés.-HDS

El poeta soriano Julio Garcés.-HDS

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«Ni siquiera en Soria, ensimismada en el recitar de tantos poetas, se habla de Julio Garcés, máximo autor en el escaso catálogo de poesía soriana de nacimiento, desconocida su obra y casi olvidado su nombre», se lamentaba el escritor y crítico literario Enrique Andrés Ruiz en el estudio que acompañó en 1992 la edición de las poesías completas del autor de Los poemas de San Polo. Pero este nuevo año entrante en el que se cumple el centenario de su nacimiento será, sin duda, una buena oportunidad para conjurar ese olvido con la publicación de un monográfico especial que prepara, bajo la coordinación del propio Andrés Ruiz, la Revista Turia, una edición en la que colaboran el Ayuntamiento y de la Diputación Provincial de Soria y que fue presentada el pasado verano en la Feria Literaria de Lima, la ciudad en la que vivió gran parte de su vida y moriría finalmente. Con este homenaje se buscará honrar la memoria de un poeta tan desconocido como singular, creador de una obra poética «admirable por su sinceridad, difícilmente catalogable en escuela o grupo», reseña Andrés Ruiz, y en la que Soria, el recuerdo de su feliz infancia entre la calle Marqués de Vadillo 15, donde se encontraba la casa familiar, y el antiguo monasterio de San Polo, junto al Duero, que pertenecía a su familia desde el año 1920, fueron presencias intensas y constantes en su poesía. «El otoño es el Duero de mi memoria/ Siento la cruel dulzura de su acero/ noto su cicatriz sobre mi historia», declaraba el autor en uno de sus poemas.

Nacido en la plaza de Herradores en 1919, Julio Garcés pasó sus primeros años de vida en Soria, pero a partir de los cuatro años su familia comenzaría a pasar largas temporadas en Madrid. Eso sí, los veranos siempre los disfrutaría en San Polo, el lugar donde, apunta Andrés Ruiz, Garcés «educa la retina y el oído con la música y el brillo del fluir del agua a su paso por las huertas, los nunca ya olvidados matices duros de la rosada ceniza sobre los alcores de Soria…». Para el crítico literario está claro que es este enclave el que marcaría toda su obra. Así lo entendería también el propio Garcés, como un particular «tesoro», y, de hecho, el antiguo recinto templario daría título a la que sería su última obra publicada, poco antes de su muerte, en 1976, bajo el sello editorial de Antonio Ruiz: Los poemas de San Polo, «un libro de gran maestría literaria y de una nostálgica voz original», resalta Enrique Andrés Ruiz.

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