Heraldo-Diario de Soria

CITA CON LA ETAPA REINA

El Zoncolan, la montaña que no vio ganar a Pantani

La ronda italiana afronta este sábado la subida más dura en una terrible cuesta de 10 kilómetros y desniveles que alcanzan el 22%

Simon Yates, este viernes, en el podio del Giro.-/ LUK BENIES (AFP)

Simon Yates, este viernes, en el podio del Giro.-/ LUK BENIES (AFP)

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EL PERIÓDICO
Soria

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Paolo sigue teniendo un restaurante en Udine aunque lleva un par de años viviendo en Barcelona. Udine es una ciudad del norte de Italia, deportivamente más conocida por ser la patria del Udinense, el equipo de fútbol en el que jugó el madridista Ricardo Gallego y el delantero chileno Alexis antes de fichar por el Barça. En el 2003, pocas semanas antes de comenzar el Giro, la que fue la última ronda italiana de Marco Pantani (1970-2004), todo el mundo hablaba en su país de un monte muy especial, que se llamaba Zoncolan, que estaba enclavado en los denominados Alpes Cárnicos, cerca de Udine, y que iba a obligar a todos los ciclistas a retorcerse sobre la bici si querían coronar con éxito la cumbre de la montaña.

Pantani, el Pantani que circulaba por el mundo inmerso en un túnel desgraciadamente sin salida, era un corredor que trataba, sin éxito, de retomar la posición de estrella del pelotón. De hecho, las penurias de 'El Pirata' comenzaron en 1999, en la estación de Madonna di Campiglio cuando fue descalificado de un Giro, a dos días del final, que tenía ganado a causa de su sangre sospechosa. 

El enfado con Armstrong

Ya nada fue igual. Hasta se enfadó con Lance Armstrong en el único día de vida deportiva en el que el tejano sacó una pizca de humanidad y lo dejó ganar en la cumbre del Ventoux (Tour del 2000). Que eso no se hace, que soy un campeón, que ha sido una humillación. Tanta, que Pantani acabó por abandonar el último Tour que disputó.

En el 2003 se veía a un Pantani que quería pero no podía. Seguía con el calor de la afición, con los 'tifosi' entregados a una magia que no aparecía. Y aún así inspirado por la pasión del Giro, por conocer el monte del que hablaba todo el mundo, se fue con su bici y algunos miembros de su equipo, el Mercatone Uno, al Zoncolan, a verlo, a sufrirlo. Aquel año, en el de la presentación oficial de una cima con desniveles que llegan al 22%, se subió por una vertiente diferente a la que se afrontará este sábado, pero no por ello fue menos difícil.

Por la noche, Pantani y su séquito se presentaron en el restaurante de Paolo y, como sucede cada vez que una estrella mediática entra en un lugar público, se organizó un revuelo. Pantani le regaló a Paolo uno de los 'maillots' que había confeccionado para celebrar la victoria en el Tour de 1998, el maldito Tour del dopaje. Y, por temas del destino, la prenda viajó con Paolo a Barcelona y ahora forma parte de la decoración, el reclamo en el escaparate, del bar de aperitivos italianos que hace unos días ha abierto en el paseo de Sant Joan de Barcelona.

Sin éxito en la subida del 2003

Este destino ha querido que el Giro volviese al monte Zoncolan donde en el 2003 se vio uno de los últimas actuaciones al más puro estilo de Pantani. Años antes se habría ido y solo hubiese habido la huella de las ruedas de su bici perseguido por unos rivales que solo lo habrían visto en la distancia. Pero en el 2003, un año antes de morir, Pantani no pudo con Gilberto Simoni, ganador de aquella edición, y se tuvo que conformar con ceder una cuarentena de segundos en la cumbre del Zoncolan.

Este sábado, siempre con el recuerdo eterno de Pantani, los astros del Giro 2018 se jugarán parte de la victoria después de la etapa número 13, este viernes, ganada al esprint por Elia Viviani, en otro día con fuga de Markel Irizar. Será la jornada de la gran oportunidad de Simon Yates, la 'maglia rosa' para noquear a un Tom Dumoulin que pretende destrozar al británico en la contrarreloj del próximo martes. Y quien sabe si la subida del resurgir de un Chris Froome en horas bajas. Al Zoncolan se le recuerda también por la épica victoria de Igor Antón en la subida del 2011, en el año de la victoria final, que luego no fue, de Alberto Contador.

Y todo ello en una montaña que se presentará con extraordinarias medidas de seguridad. Más de 1.200 agentes velarán porque el ascenso sea lo más normal posible. Se han instalados detectores de metales en los accesos y se ha prohibido la presencia de animales. Y es que la pasión se puede desbordar en la cumbre que nunca vio triunfar al 'Pirata'.

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