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Andréi Zintchenko, el coleccionista ruso que recaló en Soria
Ciclista profesional, a sus 46 años hace ocho que lo dejó y 20 desde aquella etapa de la Vuelta a España que ganó en la avenida Valladolid / Ahora vive en Burgos y se dedica a la numismática
La bebé que esperaba en brazos de su madre la llegada de Andréi Zintchenko (Rusia, 1972) en la línea de meta de la etapa quince de la Vuelta a España del 98, instalada en la avenida Valladolid, ha cumplido ya 20 años. Es el mismo tiempo que ha pasado desde que el padre de Angélica se impusiera por segunda vez en su trayectoria deportiva en una carrera de la histórica ronda española. Su foto con el maillot del Vitalicio levantando los brazos bajo la pancarta de llegada soriana es uno de los recuerdos más vivos que conservan quienes estuvieron presentes entonces.
El ciclista ruso afincado entonces en Soria ganaba «en casa», como dice. Un «orgullo» de una época, el año 1998 en concreto, en la que, no lo duda, tuvo sus mejores momentos en el deporte.
Zintchenko comenzó en el ciclismo cuando tenía 12 años. «Empecé a entrenar en Rusia en un centro de preparación, con 16 pasé a un centro de preparación olímpica y luego en el año 92, con 20 años, me fui a correr con un equipo aficionado al norte de Francia», resume. Dos años después de estar corriendo en el calendario francés había dado el salto a España.
Su trayectoria como profesional comenzó en 1994 y la alargó hasta 2006. Comenzó dos años con el Porcelanas Santa Clara, un curioso equipo formado en el año 94 y compuesto por siete ciclistas rusos y tres españoles. Una apuesta dirigida por un vallisoletano, el geólogo José Luis Núñez, que partió desde Samara, en la estepa rusa, lugar de nacimiento de Zintchenko. Con él estuvo Serguéi Smetanine, quien desarrolló su carrera deportiva a la par de Andrei hasta el punto de que también fijó su residencia en Soria durante unos años.
La siguiente parada fue en el Estepona en Marcha, en el año 97, donde conoció a Maximino Pérez, entonces manager y director deportivo del equipo. «Tenían contratado un médico preparador, Alfredo Córdova, que vivía en Soria. Fue él, ya cuando pasé el año siguiente al Vitalicio, el que nos ofreció que podíamos entrenar mejor si estábamos más cerca». Al Vitalicio Seguros llegó en la temporada 98 y así fue como el ciclista ruso pasó a ser soriano, casi de pro después de esa victoria en la avenida Valladolid. De hecho, la gran mayoría tuvo constancia de su residencia en la capital cuando un día antes de llegar la Vuelta a Soria el ruso se había impuesto en la llegada a Sabiñánigo. Así, de entreno a entreno, y entre viajes y carreras, creó una familia en Soria.
«Fue una etapa muy bonita, aquí han nacido mis dos niñas –la pequeña, Verónica, tiene 15 años– y eso también se nota». Aunque advierte que la preparación entonces era muy dura y no siempre en las carreteras sorianas. «Además de entrenar teníamos todos los años sobre 90 o 100 carreras, así que pasábamos mucho tiempo fuera…».
Con una tercera victoria en esa Vuelta a España, entre Segovia y el puerto de Navacerrada, se sacudió el papel de segundón. Batió entonces por estrecho margen, al sprint, bajo una espesa niebla y lluvia a Roberto Heras, José María Jiménez, Fernando Escartín y Lance Armstrong. Quedó el 14 a su término. El 98 fue, pues, el año de Zinchetko, deportiva y personalmente hablando. Aunque para entonces todavía le quedaba por delante la que iba a ser su victoria más destacada, de la que guarda igualmente un bonito recuerdo. «Fue preciosa, muy valorada». Habla de la llegada a los Lagos de Covadonga. La Vuelta a España ha sido siempre su gran ronda por etapas —solo participó dos veces en el Giro— y fue un 10 de septiembre de 2000 cuando hizo historia. Se convirtió en el décimo ganador de la mítica subida asturiana y cuajó la primera victoria de un equipo portugués, el LA Pecol, en esta cita. Asturias es, de hecho, una de sus zonas preferidas del territorio español. Aunque ahora ya lleve más de una década en Burgos, donde se instaló unos años después de dar el salto al ciclismo portugués, en el 2000.
En la disciplina estuvo hasta el 2006. «Me retiré con 35 años». Y excepto para algunas citas como La Histórica, que tendrá ligar este próximo fin de semana, dejó aparcada la bicicleta. Dice que después de tantos año dando pedales muchos ciclistas profesionales «matamos el gusanillo».
«Parece mentira», dice, y es verdad que lo parece, que ahora emplee sus días en el sector de la numismática. Este soriano de adopción con un, todavía, marcado acento del este pasó de coleccionar maillots a monedas y no harto de viajar con los equipos ahora se patea medio mundo de feria de feria. «Alemania, Italia... La semana que viene me voy a Oporto y la siguiente a Verona». Se dedica a comprar y vender y espera a que llegue cada año una cita como La Histórica para volver a acercarse a un mundo del que salió con el trabajo hecho y al que, por el momento al menos, no espera volver.