ATLETISMO
La estela que sigue de cerca el mejor 800 español
El burgense Saúl Martínez está a un paso de la mínima olímpica en una de las pruebas con más nivel de España / Entrena y estudia en Valladolid, pero se siente «desconocido» en Soria, donde forma parte del Atletismo Numantino
Lleva tanto tiempo luchando por su sueño que se hace cruces en la cabeza cuando vuelve a su pueblo y le preguntan que si sigue corriendo o qué hace con su vida. Saúl Martínez (El Burgo de Osma, 12 de febrero de 1994) tiene 24 años y lleva desde los 17 en Valladolid, donde se prepara el 800 con todo un recordman español, su tocayo Saúl Ordoñez, que sustenta el 1.43.65. Burgense, y discípulo por tanto de Domingo Crespo, fichó la temporada pasada por el Atletismo Numantino, club con el que volverá a correr este nuevo curso con la mira puesta en una mínima olímpica para Tokio. Una empresa complicada, pero que ha rozado al quedarse a menos de un segundo. Era 1.46.20 y su marca personal es 1.46.80.
«Yo creo que sí que puedo hacerlo, que en el momento en que despeje un poco la cabeza de la carrera universitaria, pueden salir cosas muy interesantes. Mi entrenador, Uriel Reguero, y yo estamos convencidos de que mis piernas, aunque no lo hayan hecho, ya saben lo que es correr en una mínima olímpica», asegura el atleta, que compagina sus estudios de fisioterapia con el atletismo de manera profesional, peleando también por conseguir una ayuda que muchas veces no llega. «Puedo estudiar y entrenar porque la carrera me la pagan mis padres. A mí me da para pagarme el piso y llego con el agua al cuello a final de mes». El suyo no es, él lo dice, un caso aislado, pero no puede evitar reivindicarse en una temporada en la que ve cómo el cambio de los criterios de las becas que otorga la Real Federación Española de Atletismo y que favorece a los atletas con internacionalidades, en vez de basarse en unas marcas mínimas, le dejará sin una ayuda importante. Más aún cuando su caso es el de ese atleta que está a la estela de los mejores en una prueba muy exigente y en la que el nivel español es muy alto. Sobran detalles con nombres como los de Saúl Ordóñez, bronce en el último Mundial, Kevin López, Daniel Andújar o Álvaro de Arriba. «Yo estoy siguiendo la estela de ellos, un poco por detrás, pero es que estoy detrás de lo mejorcito de Europa y del mundo. Y es que España es el tercer país por marcas detrás de Kenia y Estados Unidos en la prueba de 800 y eso la gente no lo valora, no es consciente de ello». Este año fue cuarto en el Campeonato de España de pista cubierta y quinto al aire libre.
No concibe en este momento un cambio de modalidad en la que este nivel del que habla fuera menor. No obstante, sin medallas, sin esos podios individuales que se han vuelto tan caros lejos de las categorías inferiores, Saúl se siente «un desconocido» en su tierra. Algo que le duele más en casa, en El Burgo, a donde vuelve algunos fines de semana y periodos de vacaciones: «A mí por mi pueblo la gente me pregunta que si sigo corriendo…Y estoy a más nivel que nunca…». Lamenta con ello que, a pesar de que lo ha solicitado, tampoco ha recibido ayuda. «Me entristece que ayuntamientos de pueblos de atletas compañeros míos apuesten y se vuelquen en ayudarles y a mí se me ignorase desde el primer momento».
Formado en la cantera burgense con Crespo, a quien valora por inculcarle unos valores en el atletismo que conserva hoy en día, a quien debe sus primeras zancadas en este deporte es a su padre y a su hermano. «Yo solo seguí sus pasos», dice. Lo cierto es que fue haciendo su propio camino. «Ya desde pequeño vi que estaba arriba en todas las carreras, era muy competitivo y empezaba a destacar. En el año 2008 empecé a entrenar con Ramón Zapata en Soria y con él me proclamé campeón de España cadete de 1.000 metros». Ese fue el punto de inflexión en su, hasta ese momento, corta carrera deportiva. Dos años después estaba tomando una decisión que marcaría su vida. Por un lado le permitió avanzar en su carrera deportiva y prepararse una carrera. Por otro lado, vio como poco a poco su conexión con Soria se diluía, a pesar de que su evolución ha sido fulgurante.
«Me hicieron una oferta para venir a Valladolid a entrenar y como yo vivía en El Burgo y era un jaleo ir y venir constantemente a Soria, decidí marcharme». Allí gestó su bronce en pista cubierta en 1.500 en 2010 y en 2011 se proclamó campeón de España de 800 al aire libre e hizo mínima para el Campeonato del Mundo tanto en 1.500 como 800, cita en la que llegó a la semifinal en el 800. Además de la quinta plaza del Festival Olímpico de la Juventud también en ese año. Con los años ha ido creciendo, también como atleta, y ha conseguido entrar en el medallero nacional en cada una de sus etapas, ya sea con el 800, el 1.500, el 4x400 o el cross por relevos.
Coinciden algunos de quienes siguen sus pasos en que Saúl está a expensas de dar ese gran salto. «Los entrenamientos que he estado haciendo tanto el año pasado como el anterior son entrenamientos para correr en la mínima olímpica. Y entreno con Saúl, que no quiero decir que tenga esa valía, pero si soy capaz de entrenar con él, yo creo que estoy capacitado para hacer la mínima e incluso rebajar la barrera de 1.46».
En la recta final de sus estudios universitarios, este año le dará una importancia menor a la pista cubierta y se centrará en el aire libre. «Para entonces tengo ya bastante despejado el camino de la carrera universitaria y voy a entrenar todo lo que pueda porque quiero intentar ir al campeonato del Mundo en Doha».