Heraldo-Diario de Soria

LOS PROTAGONISTAS DEL ÉXITO ESPAÑOL

El maravilloso año de Marc Gasol

El pívot catalán, campeón de la NBA con los Raptors, iguala el doblete de anillo y medalla de Odom en el 2010

Marc Gasol, con la medalla de oro, besa el trofeo de campeones del mundo.-AFP

Marc Gasol, con la medalla de oro, besa el trofeo de campeones del mundo.-AFP

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ADRIÁN FONCILLAS
Soria

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Enfiló el primero la zona mixta mientras su compañeros brincaban en la pista y entregó un dictamen con asepsia funcionarial. «Hemos conseguido una buena ventaja en la primera parte y hemos dado otro arreón en el tercer cuarto, luego ya solo hemos tenido que manejar la renta», diseccionó sin agitación ni resoplidos consignables. Marc Gasol acababa de concluir un partido y una temporada que lustran cualquier biografía: campeón del mundo y de la de NBA. Y la confirmación de que a la suya le sobra enjundia sin atender a la de su hermano.

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MARC GASOL

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— NBA Spain (@NBAspain)

September 15, 2019

Marc voló solo desde el principio, ya fuera en el Akasvayu Girona o apuntalando su reputación en los Grizzlies de Memphis antes de desembocar en los Raptors para ajustarse el anillo. Pero aquel corpachón de maniobras poco armoniosas de sus inicios generaba dudas y algunos apuntaban a su apellido. Al germinal mundial de Tokyo de 2006 fue llamado sobre la bocina por Pepu Hernández para sustituir a Fran Vázquez. 

LÍDER DENTRO Y FUERA

Llegó como actor de reparto mientras su hermano y Navarro monopolizaban los focos. Y salió con cualquier sospechas disipada tras secar en la final, con Pau lesionado en el banco,  al pívot griego Schortsanitis, que dos días antes había masacrado a Estados Unidos.

Al Mundial de Pekín llegó con el protagonismo solo discutido con Ricky Rubio y como líder dentro y fuera de la pista. Entre ambas citas en el extremo Oriente se han encadenado varios All Star, un anillo de la NBA, medallas sin tiento en competiciones internacionales, un matrimonio y dos hijos. Es disculpable la insistencia periodística en saber si quiere más a mamá o papá: aquél certificó su despegue y este su capitanía sobre la tropa.

CAPATAZ DE LA PINTURA

«No se pueden comparar, en Japón llegué el último y de rebote, no sé si tenía 20 o 21 años. Ahora tengo 34, soy el más veterano del grupo y estoy igual de feliz», decía con el balón del partido apretado a la cintura. «¿Para mí? No, no. Es para mi hija y mi hijo», aclaraba.

Ni siquiera necesitó España al superlativo Marc de las semifinales para derribar a Argentina. Alcanzó con ese aire de capataz que se gasta en la pintura sin bracear más de lo imprescindible y repartiendo los balones con sabiduría y sencillez. Acabó con 14 puntos, 7 rebotes, 7 asistencias y la impresión de que habría castigado más a los pivots argentinos si hubiera sido requerido. Faltó la anunciada épica entre dos selecciones que han suplido con sudor y compromiso la caída del talento. 

El partido discurrió armonioso y apacible hasta la victoria española y, descontadas las docenas de aficionados de ambos países, el público calló como si estuviera resignado a lo inexorable. Solo tronó cuando los argentinos bordearon brevemente la frontera de los 10 puntos. Silbó los dos tiros libres consecutivos fallados de Marc y lo repitió después, pero el catalán acertó los cuatro siguientes y ahí murieron las esperanzas del estadio de Wukesong por albergar una final emocionante.

TEMPORADA EXTENUANTE

De aquel Marc de rizadas greñas al del corte de pelo legionario, del hermano menor de la estrella del equipo al treintañero padre de familia, el jugador no ha mutado ni un ápice su ética laboral indesmayable. Ha sido una temporada extenuante, estirada desde la final contra los Golden State Warriors hasta la final del Mundial con Argentina, y en ambas con un exigente rol.

Sólo él y Lamar Odón, pivot de los Lakers en aquel 2010, han conseguido anillo y medalla en el mismo año. Son casi 200 internacionalidades, ocho metales, un título de la NBA... «Las victorias hacen que todo merezca la pena y estoy muy contento, pero en una semana vuelvo a empezar la pretemporada de la NBA», sostiene antes de irse al vestuario como si hubiera acabado un entrenamiento.

Antes reparte agradecimientos a todo el personal técnico, aficionados y familiares en un discurso institucional que le corresponde mientras sus jovenzuelos compañeros siguen bajo el confeti en la pista. 

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