Heraldo-Diario de Soria

FÚTBOL

Un lustro sombrío

El Numancia ha pasado de disfrutar de su edad de oro con 23 años ininterrumpidos al amparo del fútbol profesional a sufrir en las ligas de menor categoría

El Numancia consumó el descenso a Segunda Federación el pasado mes de mayo. MARIO TEJEDOR

El Numancia consumó el descenso a Segunda Federación el pasado mes de mayo. MARIO TEJEDOR

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LUIS HDEZ. CASADO
Soria

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Desde que el CD Numancia se asomara a Primera división con la disputa de la promoción de ascenso en la temporada 2017-18, han transcurrido cinco años, un lustro, con una travesía por las sombras, únicamente alterada por el ascenso de Segunda Federación a Primera en la campaña 2021-22. Tampoco algo de exagerada relevancia, sí de cierta importancia por elevar el nivel al superar una categoría, sea cual sea, para un club que ha disfrutado del fútbol profesional entre los mejores equipos durante 23 años. Del que se espera, a partir de esa propuesta, habite en un escenario más exigente. Los descensos en este lustro sombrío, tres, han marcado su trayectoria, minimizando las escasas alegrías, como la del ascenso, y condicionando su proceder en todos los ámbitos del club. No es lo mismo encontrarse al amparo de LaLiga con todo lo que representa la organización de sus campeonatos, lo que genera y se gestiona, aunque sea en Segunda división..., que verse inmerso en una categoría menor sin apenas repercusión mediática y escasa de recursos. La próxima campaña será todavía más lesiva al descender otro peldaño, hasta el cuarto escalón del fútbol nacional. Todo un desplome.  

Jagoba Arrasate acercó al Numancia al ascenso, frustrado por el Real Valladolid en la final de la promoción a Primera división en junio de 2018. Cinco años después, el equipo soriano consumó el descenso a Segunda Federación en una recta final del curso calamitosa. Un lío en el que el club numantino se metió él solo y del que no encontró salida hasta perder la categoría, tan sorprendente por incapaz de ganar un encuentro en las últimas seis jornadas, como perjudicial para su presente y futuro más inmediato. De hablar al inicio de la temporada recién finalizada de atacar el ascenso al fútbol profesional como un objetivo de los rectores del club, a hipotecar esa posibilidad para los próximos, al menos, dos años. La travesía por el desierto continúa sin un día de finalización señalado.   

En la temporada 2018-19 el Numancia aseguró la permanencia una jornada antes de su cierre. Una circunstancia nada novedosa en la trayectoria del club, ya le había ocurrido con anterioridad, pocas veces y siempre resuelta de manera favorable a sus intereses. Quizás se convirtió en premonitoria de lo que posteriormente ocurrió. Aritz López Garai dirigió al equipo con muestras de irregularidad lo que le llevó a clasificaciones cercanas a la zona de descenso, rozando el desastre que no se materializó finalmente. El técnico vizcaíno no continuó al frente del equipo pese a tener firmada la renovación meses antes. Le sustituyó Luis Miguel Carrión, ejercicio 2019-20, en el comienzo de una de las peores eras del club soriano en su etapa más reciente. Frente a la edad dorada del Numancia, se generó la más dolorosa del último cuarto de siglo. La pandemia, el confinamiento, el parón en la competición, los entrenamientos individualizados o en grupos reducidos y por último al completo durante cinco semanas de preparación para retomar la competición, la reanudación de la Liga (frente al Mirandés en junio) un centenar de días después del último partido (ante el Racing en marzo), las gradas vacías... todo influyó para que el conjunto rojillo se jugara la salvación en las últimas semanas de la competición en julio de 2020. Todo restó, aunque el debe más reconocido quedó en el terreno de juego por la incapacidad de puntuar lejos de Los Pajaritos y conseguir la cifra de puntos salvadora. Un descenso consumado pese a vencer en Soria en la última jornada al Tenerife. Los resultados de los otros implicados no le favorecieron y perdió la categoría junto al Deportivo, Extremadura y Racing de Santander. Luego, acudió a los despachos reivindicando la permanencia por una supuesta irregularidad y un agravio con el Deportivo y  contra él, solicitando la permanencia con la creación de un campeonato de 24 equipos, pero LaLiga desatendió su recurso y mandó al Numancia fuera de la competición profesional. 

A partir de esa fecha, la cuesta abajo se precipitó con el doble descenso en la temporada 2020-21, con Manix Mandiola al frente del banquillo durante diez partidos y José Alejandro Huerta, técnico el resto de la temporada, marcada por el Covid, los aplazamientos de partidos y la disputa de dos fases de la competición. En la primera, el Numancia no consiguió plaza para luchar por el ascenso a Segunda división descendiendo un peldaño, y en la segunda tampoco se coló entre los dos primeros lo que le dejó fuera del primer grupo de la Segunda B. 

Su nuevo hábitat, la Segunda Federación en la 2021-22 con Diego Martínez como entrenador. El curso se definió con el ascenso, despejando la bruma con una recta final notable, seis victorias consecutivas en una serie de 21 partidos sin perder, y un salto de categoría dos encuentros antes de completar el calendario, uno correspondiente a la jornada final y el otro a uno aplazado desde enero frente al Lleida. El entrenador se ganó su continuidad para afrontar el siguiente proyecto. Poco duró en el banquillo. Después de encajar una goleada frente al Atlético Baleares en la decimotercera jornada, los rectores despidieron al técnico riojano. Iñaki Bea ocupó su puesto, pero tampoco finalizó la campaña. A cuatro partidos del final, también sufrió la destitución. Pablo Ayuso asumió la dirección con el propósito de salvar la categoría. No lo consiguió. Tres derrotas y un empate. Un punto insuficiente para la permanencia y de vuelta al sótano del fútbol de una manera insospechada tras encadenar seis choques sin ganar. Las sombras se imponen en la trayectoria del Numancia, que ahora debe rearmarse para encontrar la luz que le guíe en un nuevo resurgir. Ardua tarea.

Las cuentas tampoco mejoran

El apartado económico tampoco mejora la realidad del Numancia. El club soriano encadenó varios de sus ejercicios en la LFP con superávit antes de registrar y aprobar unas pérdidas de 837.315 euros en la Junta General de Accionistas de 2020. Los dos anteriores ejercicios presentó a sus accionistas unas cuentas con beneficios de 1.200.000 y 2.000.000 de euros en las Juntas de 2018 y 2019, respectivamente. Sus presupuestos con elevados montantes, de más de once y nueve millones en los dos años referenciados, contaban con el respaldo de los ingresos por los derechos de televisión, gestionados por LaLiga. Una aportación que en estos momentos no tiene comparación alguna.     

Esta temporada ha presupuestado 150.000 euros por los derechos de retransmisión cuando llegó a ingresar algo más de cinco millones por ese apartado en el ejercicio 2018-19. Para la presente temporada, la Junta General de Accionistas aprobó unas cuentas con un presupuesto de gastos de 4.399.048 euros, unos ingresos de 1.975.500 euros y unas pérdidas de más de 2.000.ooo. Una temporada antes, el presupuesto en Segunda Federación ascendió a 3.000.ooo de euros con pérdidas de 1.263.866. Una referencia de cara a lo que puede llegar a presentar el club a sus accionistas en su condición de nuevo equipo de Segunda Federación. La economía condiciona también el devenir del club. 

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