El 'chivato' de los problemas del coche

El centro de Madrid resplandece esta mañana de invierno. La vegetación se muestra apagada por el rocío de la mañana. Los ciclistas van ataviados con prendas muy abrigadas para paliar las temperaturas bajo cero. Algunos muestran el giro. Otro, en cambio, no tienen fuerzas ni para dar alguna pista de su siguiente movimiento. Los camiones de reparto cargan y descargan, formando una cordelera de vehículos en torno a la parada. Los viandantes caminan como si no hubiera un mañana. Coches aparcados y coches en movimiento. El tráfico es denso. Son las ocho de la mañana y los lugares de aparcamiento se convierten en un tesoro para los trabajadores.

Encontrar uno es una tarea ardua. Parece que hoy la suerte está de su lado. Localiza uno. Estaciona. Coge rápidamente el maletín y se encamina a la oficina, situada a unas manzanas del deseado lugar. De repente, se da cuenta de que no sabe si ha cerrado las puertas. Ahora tiene que volver a hacer el camino y comprobar si todo está en su sitio. Pero no todos los despistes obligan a sus dueños a regresar al automóvil. Por ejemplo, los propietarios de vehículos de gama media-alta de Renault, Nissan y Daimler solo tienen que comprobarlo en una aplicación móvil que facilita el fabricante.

La filial vallisoletana de GMVha desarrollado el software de una unidad de control telemático (TCU) que recoge información del interior, lo envía al servidor y éste manda comandos y órdenes al vehículo. «Es una comunicación en ambos sentidos», sostiene Carlos Busnadiego, director del proyecto.

La herramienta permite la implementación de múltiples servicios al usuario integrados en el vehículo. Por ejemplo, el eCall y el bCall. El primero sirve para acelerar la llegada de los servicios de emergencia al lugar del siniestro. El segundo para avisar al seguro cuando se produce una avería.

También ofrece diagnóstico remoto, detección del robo, apertura y cierre remoto de puertas, localización del vehículo, alertas posicionales –usado, principalmente, en Estados Unidos donde los coches se prestan a familiares o hijos y cuando éste rebasa los límites establecidos por el propietario le avisa–, carsharing, entre otros. Este último punto, cuenta Carlos Barredo, director de la División de Movilidad, es «interesante» para flotas de coches de alquiler. «Se opera con una tarjeta de radiofrecuencia que sustituye a las llaves. Es decir, la empresa que ofrece el servicio envía al equipo qué tarjeta puede abrir y cerrar el coche y en qué horario», señala.

En este sentido, Barredo indica que la TCU ofrece multitud de funcionalidades específicas para el coche eléctrico como planificador de carga, monitorización de la misma, alertas sobre el estado de la batería... «Puedes programar que se cargue el vehículo de 1 a 4 de la madrugada que es cuando la eficiencia energética es más barata».

Adicionalmente, proporciona conectividad con estas plataformas que están integradas en el vehículo (como puede ser el navegador) de forma que se pueda paralelamente realizar conexiones en otro centro de control. Barrero pone como ejemplo la descarga de mapas actualizados.

¿Cómo funciona? La unidad de control telemático está conectada a diferentes fuentes de datos del vehículo a través del bus CAN –es un protocolo de comunicaciones para la transmisión de mensajes en entornos distribuidos–, que permite tanto recoger datos de otros elementos del vehículo como actuar sobre ellos. «La comunicación y generación de los servicios de diferentes servidores se realiza a través de comunicaciones 2G/3G y LTE ya integradas en el propio dispositivo», explica el director del proyecto.

La TCU, fabricada por la empresa Ficosa, soporta cualquier operador de red móvil y es el fabricante del vehículo quien realiza los acuerdos pertinentes con las operadoras durante la fabricación, ya que la unidad lleva una tarjeta SIM integrada, de forma que al usuario final se le entrega el vehículo con la herramienta ya registrada. «No necesitamos que el propietario tenga un móvil determinado ni tampoco tocamos su tarifa de datos», puntualiza Busnadiego.

Y es que, según sostiene, no existe interacción directa entre el móvil del usuario y la TCU. «La comunicación se realiza a través del servidor al que está conectado la TCU». «Este servidor», prosigue, «proporciona una serie de páginas webs a las que se puede acceder desde un ordenador de sobremesa, portátil, tableta o smartphone y también desde aplicaciones específicas para poder ver los datos recogidos por la unidad de control telemático o actuar sobre la misma. «En cualquier caso, el modelo de negocio depende de los servicios y del fabricante», apostilla.

En la actualidad, hay más de un millón de estos dispositivos fabricados que se instalan en vehículos de Estados Unidos, China, Europa y Canadá.

Las ventajas, reconocen Busnadiego y Barredo, vienen dadas por los servicios que se ofrecen. A nivel general, la principal, en su opinión, es que se obtiene información de forma remota, sin tener que estar físicamente dentro del vehículo. «La posibilidad de hacer un diagnóstico sin llevarlo al taller ahorra mucho tiempo y dinero», manifiestan. «Independiza al usuario de toda la tecnología que hay debajo. Lo único que hace nuestro dispositivo es enviar una orden al equipo de GMV y éste manda la información», añaden.

La nueva versión que sólo se podrá instalar en vehículos Nissan estará implementada en 2017. «El mercado tiene diferentes plataformas y se van haciendo mejoras. Ahora mismo hay una aplicación que está funcionando, pero según aparecen nuevas tecnologías, los fabricantes sacan concursos».

De todas formas, no siempre conocen donde se instala la tecnología que diseñan. Muchas veces, admiten el director del proyecto y el director de la División de Movilidad, que se enteran por las noticias de que el último modelo de una determinada marca lleva instalado el equipo que han diseñado.