Heraldo-Diario de Soria

VALLADOLID

Marcapasos que envían mensajes desde el corazón

El Clínico implanta dispositivos que aseguran que el tratamiento marcado para cada paciente está llegando correctamente

Jerónimo Rubio, en primer plano, en las instalaciones del Hospital Clínico Universitario de Valladolid-J. M. LOSTAU

Jerónimo Rubio, en primer plano, en las instalaciones del Hospital Clínico Universitario de Valladolid-J. M. LOSTAU

Publicado por
E. L. V.
Soria

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Es un guardián incansable del corazón. Mantiene el latido cardiaco cuando fallan los mecanismos regulares. Trabaja de forma oculta y silenciosa, salvando vidas y marcando un antes y un después. El marcapasos es uno de los grandes aliados para hacer frente a los problemas derivados del órgano muscular más importante del aparato circulatorio. Y es que evita que lata demasiado despacio, incluso que se pare. Sin embargo, tiene un problema: no se puede controlar su funcionamiento sin tener al paciente delante. O, mejor dicho, no se podía hacer.

Médicos del Hospital Clínico Universitario de Valladolid implantan un dispositivo de resincronización cardiaca con algoritmos específicos que aseguran la captura del ventrículo izquierdo. Este sistema garantiza que el tratamiento marcado para cada paciente está llegando correctamente al corazón. «Sabemos que lo está haciendo y si no, nos avisa para que podamos actuar», subraya Jerónimo Rubio, responsable del Área de Conocimiento de Arritmias y Estimulación Cardiaca del complejo vallisoletano

¿Qué diferencia hay entre el anterior aparato y éste? En los sistemas anteriores se colocaban dos cables –uno en la aurícula y otro en el ventrículo derecho– para conseguir la fisiología del corazón. En los nuevos lo que se hace es añadir un cable en el ventrículo izquierdo para que todas las partes se contraigan al mismo tiempo. De esta forma, avisa al médico de lo que está haciendo y así se puede actuar lo antes posible.

El dispositivo, tal y como explica, se comunica mediante vídeos con un transmisor que el cardiólogo le entrega al paciente y éste coloca en su mesilla de noche. «Mientras duerme, ese transmisor se pone en contacto con el marcapasos, le interroga, recupera todos los datos y los manda a una página web que una enfermera especializada consulta a diario».

En este sentido, señala que los datos que se envían están encriptados, es decir, solamente los puede ver el responsable de esta actividad, quien tampoco puede modificar nada porque «si pudiera, podría matar al paciente», añade.

Rubio indica que hay determinadas circunstancias que producen un aviso de alarma. Estas alertas saltan dentro del ordenador en horario de trabajo. «No hay un sistema 24 horas. Hay una enfermera especializada de lunes a viernes, de ocho de la mañana a tres de la tarde, que criba toda la información que ha llegado y, una vez que lo ha hecho, se lo pasa al especialista para saber qué es lo que hay que hacer».

Estos dispositivos se colocan en pacientes que tienen insuficiencia cardiaca o, dicho de otro modo, su función ventricular –la fuerza con la que se contrae el corazón– está por debajo de unos valores, que pueden ser alrededor del 35%. Y, además, tienen un QRS ancho de más de 120-150 milisegundos. Para el responsable del Área de Conocimiento de Arritmias y Estimulación Cardiaca del Clínico Universitario, tiene su razón de ser: «Cuando progresa la insuficiencia cardiaca en una persona, la actividad eléctrica en las paredes del corazón se va retrasando, cada vez es más lenta, y hace que el órgano funcione de forma descompasada».

La terapia de resincronización tiene, en su opinión, como principal ventaja: la supervivencia y, en segundo lugar, la calidad de vida. Además, manifiesta que se produce un remodelado del corazón que hace que se disminuya su tamaño y se contraiga con más fuerza.

El especialista aclara que este tratamiento es para toda la vida. De hecho, se ha demostrado que si el paciente lo abandona, el corazón vuelve a sus condiciones primitivas.

En este sentido, expone que la operación tiene «bajo riesgo» y una duración parecida a la que se lleva a cabo para implantar el clásico –alrededor de una hora y media–, ya que lo que añade el nuevo es software, que permite que el ordenador que hay dentro del dispositivo colocado en el corazón facilite las posibilidades diagnósticas.

El Clínico de Valladolid es «pionero» en la colocación de marcapasos para terapia de resincronización cardiaca con algoritmos específicos que aseguran la captura del ventrículo izquierdo. En su primer mes ya han implantado dos. «Se trata de un dispositivo que no supone un mayor riesgo en cuanto a implantación, ni un mayor trabajo a la hora de aplicarlo. Es verdad que es más caro, pero tampoco tanto», resume Jerónimo Rubio, quien añade que la innovación tecnológica es la que soluciona el problema fundamental: saber con seguridad que el paciente está recibiendo «cien por cien» el tratamiento que los especialistas han decidido.

El cardiólogo está al frente de un equipo compuesto por siete personas que, además de velar en la distancia por el órgano que envía sangre a todo el cuerpo para proporcionar oxígeno y nutrientes, trabaja en otros asuntos. Su principal actividad consiste en atender a los pacientes con arritmias de dos formas diferentes. Por un lado, escucharlos para saber cuál es su dolencia. Y lo hacen en la consulta monográfica dedicada a este tema, situada en el centro de salud de La Pilarica. Allí se visitan pacientes procedentes del Área de Cardiología, de otros servicios o de Atención Primaria y enfermos procedentes de otras provincias sobre los cuales se solicita consejo o atención especializada. Por otro, dentro del tratamiento llevan a cabo estudios de los trastornos de la frecuencia cardiaca. También realizan un procedimiento llamado ablación, que consiste en introducir catéteres dentro del corazón, llegar hasta el lugar donde se producen las arritmias y quemar la zona o aplicar frío, con el fin de destruir la parte anatómica de la arritmia.

Otra parcela en la que trabajan es el estudio y la prevención de la muerte súbita, una parada cardiaca que se produce de forma inesperada y repentina en personas que aparentemente tienen un buen estado de salud. «Este suceso se debe siempre a una arritmia, por lo que estudiar pacientes que puedan tener probabilidades o riesgo de padecerlas es clave para prevenir estos episodios», subraya.

Al año realizan 250 ablaciones, más de la mitad de arritmias «muy completas» que no se tratan en todos los complejos hospitalarios. Según detalla, hay dos tipos de arritmias: «las que matan y las que no. Dentro de las que matan, en términos divulgativos, hay algunas que son fáciles de quitar y otras muy difíciles». También hacen alrededor de 300 estudios de arritmias, han implantado 250 marcapasos, así como desfibriladores y decenas de cirugías para colocar aparatos que solucionan diferentes patologías cardiacas.

JERÓNIMO RUBIO / CARDIÓLOGO

«Las administraciones deben gestionar bien los fondos y fomentar la colaboración»

El cardiólogo Jerónimo Rubio considera que hay «poco presupuesto» para la investigación y la innovación en Castilla y León. Eso se debe, entre otros motivos, a la «mentalidad conservadora» de los gestores. «Hay personas que tienen grandes ideas y que podrían desarrollarlas pero en el campo de la medicina la presión asistencial es tal y el presupuesto es tan restringido, que estamos limitados», lamenta, antes de incidir en la existencia de «grandes avances» y «grandes figuras» dentro de la investigación biomédica.

Los más perjudicados por la crisis económica que parece no tener fin son, en su opinión, los médicos que están comenzando su andadura profesional y, sobre todo, aquellos que quieren dedicarse a la investigación. «Han sufrido de forma muy específica y particular el problema de la bajada del presupuesto», indica el también responsable del Área de Conocimiento de Arritmias y Estimulación Cardiaca del Hospital Clínico Universitario de Valladolid.

Para Rubio, las administraciones públicas podrían ayudar más e implicarse para gestionar «muy bien» los fondos: «Es mucho más fácil dar una partida para dos grupos que están investigando lo mismo y que lo hagan juntos, que darla por separado. Se debería fomentar la colaboración no sólo en investigación, sino en proyectos sanitarios y de asistencia», asegura.

Y es que la medicina actual es «espectacular» y «muy avanzada». Por eso, manifiesta que cuando los médicos comentan a sus pacientes las nuevas terapias «se entusiasman y se creen que es un mundo entero». Eso sí, a su juicio, la sociedad no ve todo lo que hay detrás de la investigación, si bien afirma que «todo el mundo sería capaz de colaborar más y de aportar más de sus ingresos para progresar». «A lo mejor –continúa– en otros campos no es así, pero la medicina sigue siendo lo que la gente considera fundamental», sentencia Rubio.

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