Heraldo-Diario de Soria

Bodega

Lunas de Castromoro, hermanos de vino con Soria por bandera

Los tres hermanos Ligero apostaron por su tierra y crearon una bodega propia que ahora crece con nuevas instalaciones tras sorprender con sus Ribera del Duero de perfil internacional

Fernando Ligero, uno de los tres hermanos creadores de la bodega Lunas de Castromoro en la Ribera del Duero de Soria.

Fernando Ligero, uno de los tres hermanos creadores de la bodega Lunas de Castromoro en la Ribera del Duero de Soria.GONZALO MONTESEGURO

Publicado por
Soria

Creado:

Actualizado:

Es una bodega, pero también una forma de apostar por su tierra. Lunas de Castromoro pronto se trasladará de San Esteban de Gormaz (Soria) a Pedraja de San Esteban para estrenar instalaciones y redondear un primer lustro intenso. Será la primera bodega de la Ribera en el sentido de no tener parangón aguas arriba del Duero. Por el camino, una vuelta de tuerca a los vinos de Ribera del Duero, combinando los ‘clásicos’ con sorprendentes maduraciones de tinto en tinajas de barro o albillos que redefinen el equilibrio.

«Somos tres hermanos y siempre hemos tenido nuestro sentimiento patriota de Soria. Siempre habíamos hablado de 'hacer algo' de forma que 'quedase algo' para nuestros descendientes, de manera que si algún día hay gente que se quiere ir, que no sea por obligación. Lo viví en mis propias carnes». Habla Fernando Ligero, ingeniero agrónomo y enólogo soriano que transitó por Aragón, el sur de Francia o La Rioja.

La charla entre los tres hermanos se reanudó «y teniendo un buen trabajo, un buen puesto, una buena situación económica, decidimos desarrollar un proyecto y empezar de cero. Cada uno abarcamos una disciplina. Yo llevo el tema de agronomía y de enología; mi hermano Chema es abogado, con lo cual el tema de gestoría, administrativo, de contrataciones, subvenciones... lo lleva él; y mi otro hermano, Chus, es ingeniero industrial y está especializado como autónomo en instalaciones y construcción. Nos complementamos muy bien y hay un ahorro de costes a la hora de comenzar un proyecto como este. Decidimos empezar en 2018».

Se comenzó con la adquisición de viñas viejas y el alquiler de una nave en San Esteban de Gormaz, vestida con depósitos de hormigón, depósitos de acero, barricas y tinajas de barro. Cinco años después «vamos a acabar este septiembre con la construcción de la primera fase de la bodega. Para la elaboración de este año estaremos ya trabajando allí. Llevará dos o tres fases. El objetivo que nos hemos planteado es llegar a producir en 2026-2027 unas 60.000 botellas al año e ir creciendo. La capacidad de la bodega es para unas 100.000 botellas». Ya se producen unas 15.000 botellas al año de sus Rayos de Luna. Junto con la nueva bodega se plantará nueva vid. Ahora mismo «se nos queda al descubierto seis meses al año», lo que da buena medida de la gran acogida de sus vinos.

El crecimiento permite que ahora mismo se ofrezcan cinco referencias para descorchar. Tres son tintos y el más singular es el que se cría en tinajas de barro. Fernando explica que «en lugar de criarlo en barrica, queremos un perfil un poquito más fresco y más puro de lo que nos puede dar el terroir de la zona y la variedad. Evitamos que la madera interfiera en eso. El resto del objetivo de una crianza, oxidativa, lo tiene. La tinaja de barro tiene poros y microxigena igual que la barrica de roble francés. El Rayo de Luna Tinajas es un perfil de vino un poquito más moderno».

«Lo hago porque me gusta», confiesa el enólogo, «y como ha encajado muy bien hemos seguido haciéndolo». Es un tipo de vino «muy al estilo italiano, argentino o de Francia en la zona de la Borgoña, en donde sin darte cuenta estás pidiendo la segunda botella porque la primera se quedó corta. No es pesado». También se trabaja cosecha más temprana por ganar frescura y acidez.

Su hermano de cuna pero no de afinación es el Rayo de Luna Barrica. También nace en depósito de hormigón y «posteriormente pasamos a criar en barrica de roble francés nueva, de un año o de dos años». El tercer tinto está a punto y pronto podrá tomarse. «El Rayo de Luna Hormigón es el de nueva creación y va a salir al mercado en dos o tres meses. Es una elaboración que a nivel de cuidados es parecida a las anteriores pero no hay un período de crianza en la bodega y reduce algo el coste. Eso nos va a permitir sacar un vino de consumo más rápido en barra. Pasa dos o tres meses por barrica y cría en hormigón cinco, seis o siete meses».

En el capítulo de blancos, Lunas de Castromoro elabora dos referencias. «El más conocido es el Albillo Mayor, un blanco fresco. El secreto es nada más que una fecha de cosecha muy temprana para no perder la potencia aromática del albillo con sobremaduraciones en la viña». Un perfil fresco «para destacar el carácter de la propia variedad».

«Luego hay otro blanco que prácticamente nos lo consume un cliente, porque es una edición muy limitada de 500-600 botellas al año. Un blanco que se hace como si fuese un tinto», detalla Fernando. «No se prensa nada más llegar a bodega. Se elabora con la uva entera, sin separar el mosto de la pasta. Macera y fermenta con la uva, un brisado típico de Croacia, Cataluña, algunas bodegas de Aragón o Georgia. Es un perfil diferente, tiene tanino y precisa de un año en bodega, en botella, antes de salir».

Como se puede ver, hay vinos sorprendentes ‘para ser un Ribera’, pero al final todo viene de la tierra. Incluso el nombre. Castromoro es el antiguo topónimo de San Esteban de Gormaz cuando estaba bajo dominio musulmán. «Luna es por cómo influye en los organismos. Teníamos muy claro que el nombre iba a ser el de la leyenda 'El Rayo de Luna' por Bécquer y Soria. Queríamos reflejar la pasión que nuestro padre siempre ha tenido y nos ha inculcado por la poesía».

Fernando aprovecha para «reivindicar Soria como una de las zonas vitivinícolas más importantes de España» y recuerda que está copando el desembarco de bodegas. Hay tres factores para ello. «El primero que existe, por desgracia, es el cambio climático. Pero a nosotros y a las zonas que están a cierto nivel de actitud nos favorece en el tema del cultivo de la vid y los frutales. Estamos en zona límite, lo que significa que un poquito más y no sería apto para el cultivo. Pero cuando estás en zona límite, con cualquier tipo de frutal las propiedades organolépticas son mucho mejores y hay un mayor equilibrio entre las acideces y los azúcares». Permite una maduración más lenta «con lo cual evitamos las sobreconcentraciones que ya tienen otras zonas».

«Otra de las razones», repasa, «es que en viñedo centenario o prefiloxérico en alguna zona es la zona de Europa que más hectáreas tiene ahora mismo. Siendo pocas, es la que más tiene». La tercera razón es que «hay distintas bodegas y distintos vinos porque hay una heterogeneidad enorme de suelos en una superficie muy pequeña. Arcillas puras, arenas puras, franco arenosos, franco arcillosos, alguna zona en la que domina algo de guijarro... Y sobre todo, mucha roca calcárea debajo». Además «climatológicamente es muy fácil poder trabajar con cuatro productos permitidos en ecológico porque casi no hay plagas ni enfermedades actualmente».

Para el futuro –no paran– «tenemos un vino especial que queremos sacar, una edición muy limitada. Está criando desde 2019 en la bodega. Va a ser un vino al estilo de los grandes reservas. Va a tener 36 meses de crianza, 24 en barrica y 12 en tinaja». Otra vuelta más a unos vinos de la Ribera fascinantes como la luna.

tracking