Una sociedad enferma
LA EPIDEMIA de ébola que tan preocupados nos tiene está dejando ver la peor cara de la sociedad. En poco más de seis meses han muerto cerca de cuatro mil personas en Africa occidental. El asunto importaba poco o muy poco al primer mundo, que disfrutaba de una sensación de falsa seguridad dentro de sus fronteras, ajeno al sufrimiento de esos africanos que, al fin y al cabo, son eso, sólo unos pobres africanos. Cuando los cadáveres han empezado a tener el color de la piel más claro y sus nombres sonaban a primer mundo, es entonces cuando nos hemos empezado a poner nerviosos. Nos puede tocar.
Puede afectar a nuestras familias. Entonces las cosas cambian. Este país ha despertado de una vez ante esta enfermedad cuando ha muerto el primer ser humano sobre territorio estadounidense. A partir de ese momento buena parte de los programas de televisión, sobre todo los de noticias, giran entorno al Ebola. Hasta cansar, incluso. La sociedad americana pasa de lo blanco a lo negro demasiado rápido. La alarma ahora es total.
En las escuelas se extreman las precauciones y no falta nunca un cartelito que nos recuerda la terrible plaga que se está llevando por delante a un montón de personas. Las grandes empresas farmaceúticas trabajan contrarreloj para conseguir algún medicamento que pueda ayudar a controlar el avance de esta enfermedad y a reducir su altísima tasa de mortalidad. Ahora sí. Hay que proteger a los ciudadanos que tenemos la suerte de vivir en esta parte del mundo. No faltan tampoco las críticas a la manera en la que las autoridades están gestionando este problema, pero son mínimas; y desde luego no tan destructivas como en España. Aquí son impensables manifestaciones en la calle contra la gestión que se está haciendo. Lo dejan para después. El miércoles por la noche las cadenas de television más influyentes de los Estados Unidos abrían sus noticias con las imágenes de Excálibur, el perro sacrificado en Madrid como medida de precaución. No faltaron noticias sobre las concentraciones de gente delante de la casa donde estaba el perro para evitar su sacrificio. Los comentaristas se echaban las manos a la cabeza. Mientras, en Africa, mueren cada año medio millón de niños de hambre. Pobre perro. La sociedad está profundamente enferma.