Regalo de cumpleaños

ALLÁ por primavera dediqué una columna a comentar el Tratado de Libre Comercio e Inversiones que se está negociando entre Estados Unidos y la Unión Europea (TTIP).

Ese acuerdo que pretende eliminar barreras arancelarias y obstáculos normativos, tanto sociales como medioambientales, entre ambos países, para crear así la mayor área de comercio mundial, y que con tanto sigilo se está tramitando.

Aunque la opacidad del proceso persiste, los europarlamentarios siguen sin acceso total a las notas de las rondas de negociaciones que de hecho permanecerán clasificadas hasta dentro de 30 años, las críticas por la falta de transparencia y las filtraciones obligaron al Consejo Europeo a publicar el borrador de las negociaciones del Tratado el pasado octubre.

Esto, unido al aumento de la presión social, está provocando cambios de rumbo políticos. En Alemania, los socialdemócratas han dejado sola en esto a su socia de gobierno y Francia ha renunciado a firmar el acuerdo el próximo 2015. En ambos casos, las reticencias nacen por la cláusula sobre arbitraje internacional que permitiría a las empresas demandar a los estados ante un tribunal internacional de arbitraje privado, en lugar de hacerlo ante los tribunales del país afectado, lo que socavaría las leyes nacionales.