Heraldo-Diario de Soria

Fernando G. Córdoba

Despoblación...desolación

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‘DICEN que se va el chico del Evaristo, y el del Daniel… y que la chica del Julio y la Lucía se casa y se va a vivir no sé si a Madrid. Aquí no hay ‘na’; solo quedamos cuatro viejos que nos mantenemos para tener donde caernos muertos. Pero los jóvenes… ¿qué hacen aquí los jóvenes?, ¿en qué trabajan?, ¿de qué viven?; tienen que buscarse un porvenir para ellos y para sus hijos. Yo también tenía que haberme ido, ya me lo decía mi mujer; no la hice caso y bien que me arrepiento. Mis hijos se fueron a estudiar y no han vuelto por aquí más que para las Navidades’.

En la segunda mitad del siglo pasado se oían muchas conversaciones de este estilo en los pueblos de tantas y tantas provincias del interior. También en Soria. Y aquí más aún que en otras. Es ‘La lluvia amarilla’ del escritor leonés Julio Llamazares.

La soledad de los pueblos. Dicen que Llamazares situó su novela en Ainielle, en el Pirineo oscense, pero dicen también que se inspiró en los pueblos de las Tierras Altas de Soria, allí donde se esconde un camposanto de pueblos que dijera su amigo Avelino Hernández. Ya no se va nadie de los pueblos porque no queda quien irse de ellos.

Ahora es tiempo de lamentos por la despoblación, que es la desolación. Dicen que quieren ponerle freno a este fenómeno, dicen que buscan fórmulas para que el medio rural no se siga desangrando. Y se hacen estudios y grupos de trabajo y jornadas dedicadas al tema a las que dicen acuden expertos. Y no sé cuántas cosas más.

Pero la provincia no gana vecinos, los pierde. A veces pienso que el problema es fundamentalmente el modo, no se sabe cómo hacer para que la gente vuelva al medio rural. Pues bien, en este contexto nace una nueva asociación, VertEbro. Se proponen paliar la sangría humana de los pueblos con diversas iniciativas. Como todas las asociaciones nuevas llegan con ilusión, que sin duda les hará falta y apoyo para no perderla. Qué duda cabe que necesitarán de fuentes de financiación pero, sobre todo, de ideas, de iniciativas lo suficientemente atractivas como para que despierten el interés de mucha gente y que se haga posible el sueño de repoblar, un poco al menos, el maltrecho medio rural.

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