Heraldo-Diario de Soria

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Cuando parece que se desatasca el asunto de los terrenos que albergarán la explotación ganadera de Noviercas, aunque no estaría de más darle una vuelta al hecho de que haya costado tanto llegar a este momento, empiezan a surgir las opiniones en contra del proyecto. Hasta el momento, Podemos, Coag y la Organización de productores de leche (OPL) han mostrado su opinión contraria a esta explotación.

A todo esto, la semana pasada conocíamos las estadísticas correspondientes a la evolución de la población en Soria entre 2015 y 2016: cerca de mil habitantes menos y con pérdida de población en 127 pueblos, incluyendo localidades tan significativas como El Burgo de Osma, Almazán, Agreda o la mismísima Olvega, a pesar de su evidente desarrollo industrial.

En definitiva, una sangría poblacional continua, que lleva a la provincia directamente a la desaparición y ante cuya amenaza nadie con algo de poder ha hecho absolutamente nada excepto hablar y prometer.   

Por otro lado, recuerdo algunos datos de la nueva explotación ganadera que se pretende construir en la zona del Moncayo: unas veinte mil vacas, 95 millones de euros de inversión y la creación de 250 puestos de trabajo directos.

En fin, riqueza y vida para la provincia, que, como toda actividad humana, tiene sus costes y sus consecuencias, claro. Con todos estos datos encima de la mesa, toca posicionarse. No tengo todos los datos, pero no recuerdo una lista demasiado larga de empresas que quieran establecerse en la provincia.

Por el contrario, un día sí y otro también, leo y escucho que la situación de Soria va de mal en peor, con un más que endeble tejido industrial, sin infraestructuras y con una pérdida de población alarmante. ¿De verdad creen que la respuesta ante la posibilidad de que venga una explotación ganadera importante es poner peros? Somos tan especiales que hasta queremos poner límites al tamaño de las empresas que pueden venir, imagino que para que no trastoquen el magnífico desierto que tenemos.

En cualquier sitio se pegarían por una inversión así. Aquí, empiezan las opiniones en contra cuando ni siquiera han firmado todos los propietarios de los terrenos. No se le da ni una oportunidad. Lo que no se es cómo el empresario no nos manda a freír churros. Sería bueno que las instituciones y los colectivos se posicionasen.

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