Heraldo-Diario de Soria

¿La tierra del dolor?

Juana Largo Lagunas reflexiona en torno al dolor desde el punto de vista humano y animalista

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Cabría tomar el tema del ecologismo y del dolor también de la manera de preguntarse, fuera de tablas matemáticas y económicas y aun antropológicas y aun educativas, como la exposición del dolor animal en la vida de las industrializaciones actuales de la Tierra y no solo en relación con Soria (con su macrovaquería que quieren instalar en Noviercas o donde les venga en gana a los propietarios y empresarios, engañando a los trabajadores sorianos y de fuera, engañando al mismo pueblo de Noviercas y engañando a la población soriana, amén de querer engañar a los sistemas europeos de control de industrias y explotaciones animales).

Si creía mucha gente hace años, desde los años 60 en que empezó de forma consecuente a plantearse el tema del urbanismo y de la ecología, luego yendo a más campos que el urbanismo, englobando en la actualidad el territorio de todo el planeta, si creía mucha gente que el tema del “dolor” tanto humano como animal, era cosa de que en unos años desapareciese o fuese desapareciendo, iban equivocados: todavía el industrialismo de hace poco y el de ahora, lo sigue planteando, pues pone como uso industrial el uso del dolor, aunque sea animal, en el tapete y vemos que no tiene ni razón de ser ni justificación alguna eso de que se siga utilizando el dolor animal como un componente a no tener en cuenta por la ciudadanía.

El dolor animal ha existido siempre y el sistema meramente animal, se ha autorregulado de manera en que estaba integrado en los ecosistemas. Pero lo de ahora no tiene excusa, se sale de los ecosistemas y del uso tradicional: se saca al animal del medio natural y se le instala en el medio de la industria de forma bestial humana y se explota ese dolor para el abastecimiento mercantil de las poblaciones. Es el producto que lleva estrés en los paquetes o bolsas que un ciudadano cualquiera puede adquirir en el supermercado más próximo.

Se comercializa así no la leche de una vaca lechera, se comercializa el sufrimiento de un sistema de explotación ganadera en el que van incluidos muchos elementos, no solo ya además las vacas o las gallinas o lo que sea, sino el del medio ambiente que rodea a esa granja, deteriorándolo para los humanos vecinos y no vecinos…

Las ciencias auténticas (no las positivistas) no han avanzado demasiado en la cuantificación numeral del dolor, ni en su calidad. Pero sí lo suficiente para emitir un mensaje… Las ciencias auténticas, entre ellas la del ecologismo, proponen que no debería justificarse ninguna instalación de explotación de productos animales en cuanto remite al dolor de los animales y aun de las plantas. Todo siente. ¿Cómo no iba a sufrir más de lo admitido por los umbrales del dolor establecido como soportable una granja o una macrovaquería de veinte mil o el número que sea de ejemplares que se introduzcan en esa determinada granja?... ¿De verdad hay seres humanos que se creen los amos del mundo para, por dinero, por industria letal, nos quieran vender productos de sufrimiento animal o incluso de maltrato animal y de muerte y de excrecencias venenosas?... ¿Desde cuándo se puede jugar con el dolor de estos seres como si no merecieran consideración o favor alguno?... ¿De dónde sale esa gente sin entrañas ni religión alguna, aunque fuera una religión natural, que igual le da por instalar un campo de refugiados de guerras en condiciones insalubres o una macrovaquería en un entorno en el cual no debería existir ni por asomo esa violencia tan tremenda?... ¿Han ido los productores de tales bellaquerías a alguna escuela o solo piensan que todo es dinero en la vida y que los fines justifican los medios?... Me parece que así solo se puede llegar a las guerras industriales con humanos de las dos últimas Guerras Mundiales.

¡Qué bajo ha caído el mundo burgués y con dinero!... No creo que se pueda poner a trabajar con ganas un trabajador normal en uno de esos campos de concentración con dolor como son los citados arriba de estas líneas nuestras, porque de justificarse esto o estas actividades, se llega a justificar no solo el sistema negativo para el humano, como es lo industrial, sino también justificar la existencia del dolor gratuito y no solo esto: la ganancia de la plusvalía a favor del execrable mundo capitalista.

Estamos convencidos de que la Escuela y la formación naturalista y humanista tienen remedio para estas necias conductas. Pero si solo son necias tendrían alguna disculpa, porque lo malo es si además de necias son pervertidas conductas como si no existiera moral alguna en el mundo, lo cual, esto último ya no tendría que ser motivo de una denuncia periodística sino de una denuncia por terrorismo medioambiental y sobre animales que un señor juez, con todos sus atributos, no debería permitir. Porque además ya está bien de tomarnos a los sorianos como catetos y ya está bien de explotar no solo a los sorianos y que con su caudal humano tanto han aportado a España, como también a las gentes de unas tierras deprimidas de las que no puede aprovecharse el primer listo que, desde el horizonte, las vea. No es ya solo de capitalismo sino de conciencia moral básica. Cualquier ciudadano con una comprensión normal de la vida, dice no a estas explotaciones. Es lo básico. Por eso que no deberían permitirse de ninguna manera. ¿De verdad que a los señores promotores de tales explotaciones no les da asco, un poquito de asco, su misma conciencia sin escrúpulos?...

 

 

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