Heraldo-Diario de Soria

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Lo primero que hay que tener en cuenta es que, en el siglo XIX, se dieron muchos fenómenos sociales y políticos y aun religiosos y culturales, que se llamaban socialistas. El socialismo para ellos no era una utopía, por mucho que la historia de la edad contemporánea los haya llamado así. Eran constructos totalmente realistas y encuadrados en sociedades que estaban en transición, tras el racionalismo de los tiempos anteriores, para que se diera la concreción del socialismo. Experimentos factibles, que, aun siendo pertinentes para mejorar una realidad de injusticias, aun siendo de alguna manera románticos, hasta llegar al denominado “socialismo científico”, deudor de los anteriores, pero más generalista, no eran dignos de minusvaloración.

Frente a la vida burguesa que truncaba las esperanzas en las mejoras sociales, con su mostrenquismo materialista, los socialismos presentaban cara contra esos trozos de madera que eran los burgueses en su vida, e incluso podían ser capaces de superarlos, como ocurría realmente en cuanto a asociacionismo, pensamiento abierto y avanzado y virtudes democráticas, de lo cual sirvieron luego como fórmulas para las democracias diversas e incluso las liberales.

En segundo lugar que, durante el siglo XX y sobre todo en los primeros años de este siglo, se dieron a la imprenta libros que desvirtuaban el socialismo y que querían que nos desengañáramos de esa utopía presentándonosla –sobre todo Orwell- como no de fiar y una penitencia en vez de una felicidad. El socialismo fue echado para atrás y así hemos estado hasta la actualidad. Orwell fundaría, con su “1984”, el Sistema que buscaba la burguesía para atemorizar a los trabajadores. Y todavía resuenan los ecos de uniformidad e impersonalidad en diversos lugares capitalistas del mundo o, mejor, en el mundo entero, ya que casi todo el mundo es capitalista. De medicina anticomunista,

Orwell pasó a formular un mundo atroz que serviría muy bien en el “imaginarium” burgués y capitalista, de tal modo que, para muchas multitudes, sigue funcionando como aceite de hígado de bacalao para la vida social, política y económica.

Aunque todo sea cuestión de cuentos en la actualidad, aun con el neoliberalismo como otro cuento para no dormir, sigue surtiendo efecto “1984” como purgador y desengañador de ideas revolucionarias o, mejor dicho, “atrevidas”.

Pero en nuestra realidad, hay, por ambos bandos, al menos “ab ovo”, concepciones utopistas de la existencia. Y ahora ocurre como si se hubieran cansado los hombres de ese cariz “utopista” y ahora, retomaran lo perdido. Ahora que, tras la caída de la URSS se puede hacer lo que se quiera (en el mundo capitalista), pues ya no hay autoridad en la materia. Todo vale, hasta un partido fascista que, desde luego, no se llamará fascista. Mussolini era partidario del socialismo digamos orgánico, sin estar preocupado ya de la lucha de clases ni de la ideología marxiana. Ahora se retorna a esas respuestas contra los explotadores que, en realidad son capitalistas a más no poder, pero que pertenecen a las anteguerras mundiales y aun a la “guerra fría”.

En muchas formas, pues, cabe hablar de Podemos en España. Podemos tener mirada retrospectiva desde que -lo último- se ha expulsado del partido a la única representante parlamentaria de Asturias, para ver el inicio cuando se presentó, tras aquel 15-M de aquel año del Gobierno de Zapatero, recogiendo todas las corrientes utopistas de la sociedad para enfrentarse a un sistema realista como era el de la democracia liberal. Lo sabían quienes lo fundaron y lo saben todavía después. No sé quién puede creer que un remedo de socialismo, ya no el de la URSS, pero que podría tomarse en gran medida como modelo en muchos aspectos, teniendo en cuenta que ya no es factible “ni posible” (en contra del titulillo de “PODEMOS”), podría llegar a gobernar España e instalar un régimen soviético, con dachas y todo.

Esto es lo que le pasaba a Don Quijote y Don Quijote ¿qué es, aparte de una locura? Don Quijote quiso hacer la Revolución por su cuenta y riesgo; los cabecillas de Podemos también. Don Quijote creía en una sociedad caballeresca en la cual no se dieran injusticias; los de Podemos también, aun siendo un caballerismo de izquierdas, están en contra de las injusticias. Y se pergeña un programa y unas maneras de hacer que recuerdan a las de los auténticos revolucionarios… y luego, lo que pasa al final de toda la película, es que el proyecto fracasa, porque nadie se cree ya las historias de Don Quijote y se vive en el “realismo”.

Es imposible el lema de la Revolución Francesa, en cualquier alternancia de los términos, de Igualdad, Fraternidad y Libertad. Eso son ideales que ni se han cumplido nunca ni se cumplirán. La realidad es todo lo contrario: destrucción… Por eso los españoles no creen en el socialismo y ven todo este descabellado proyecto como una fantasmagoría que puede servir, cierto, de adorno de la política de un Gobierno, pero que, en la realidad no se puede llevar a cabo.

En lo que se han fijado los españoles es en la “dacha”, ya tienen bastante mensaje con ello, y luego, se han fijado en la inconcreción de sus puntos doctrinarios de Gobierno. No sirve ni la Ley Trans ni la Ley del Solo el Sí es Sí, y así todo lo demás. Pero para lo que sí ha servido es para darnos cuenta de que en el sistema liberal hay muchas injusticias, pero no las va a solucionar Podemos, sino el sistema de la democracia liberal si se pone a ello. Ahora bien, de decir “si se pone a ello” a “ponerse de verdad” va un buen trecho, precisamente de profundización, en el texto liberal.

Ahora que ha muerto Podemos, ahora es cuando podemos decir algo al respecto de lo que ha representado este partido que, como casi todos los partidos en la actualidad, parecen grupos de amigos y afectos. No tiene por qué ser éste el caso de Podemos, puesto que el partido aspiraba a mucho más que ser un grupo de amigos, tenía intereses estatales y, sobre todo, ciudadanos.

En la sociedad española, me temo que en la europea en general, en la sociedad occidental en todo caso, nada funciona como debe funcionar, porque nada se lleva a la realidad, y por eso todo está tan denegado con anterioridad que todo queda en amago y, mientras todo queda así, porque el sistema no puede pedir otra cosa, la vida sigue igual. No son vanas a este respecto las representaciones de “vintage” que se suelen dar en nuestros días, porque marcan la línea de que, en la civilización occidental, todo sigue igual, desde los cincuenta o sesenta hasta los dos mil veinte. Un sistema democrático liberal no es desmontable tan fácilmente. Y para que tuvieran justicia verdadera los diversos partidos políticos, habría que desmontar ese sistema e instalar instituciones acordes con los diversos fines de los partidos.

Podemos trató de hacer algo, de representarnos una función de teatro en la cual parecía que la realidad se enmendaba con ellos, en la cual podíamos ver lo que era un sistema socialista, según ellos, pero que se quedó en simulacro, la verdad del sistema socialista de Podemos no se ha visto nunca. Ellos aspirarían a presentar un sistema auténticamente socialista, pero no pudieron, y al no poder se conformaron con presentarnos la imagen, como si fuera la de una película, que solo era imagen y que no estaba fuera de ese cine o de ese teatro, sino mero simulacro, mera función de felicidad, pero en la realidad nada de nada, solo podía ser lo que ha sido.

En primer lugar porque la sociedad no está para esas realidades y en segundo lugar porque los partidos políticos se tienen que adaptar a las imágenes de la sociedad. En realidad la sociedad no pide un cambio, todo esto es ficticio.

Y la política solo puede ofrecer simulacros, sucedáneos o símiles de una realidad que, si de verdad se cambiase, sería una “locura”. Pero para esto tiene, la sociedad actual, sanadores sociales, para no ofrecernos la locura, cuando es locura, por ejemplo, preocuparse por las clases que tienen necesidades materiales y culturales y que ello afecta a todos. Por eso que, los políticos insurrectos, solo pueden ofrecer una especie de maravilla que solo se quedaría en las novelas, del mismo modo que el socialismo que hubo en siglos anteriores al socialismo real, era considerado utópico.

Solo puede ofrecer no ya utopías, sino “distopías” a la vista de ese personal pasivo de mayoría impasible que, sin embargo es capaz de juzgar el “Mal”, y volver a editar esas novelas como “1984” o “Un mundo feliz” o lo que sea, en las cuales se desmitifica el socialismo, con antelación.

Pero ahora, si fuera preciso hacer autocrítica y deseando llegar de nuevo al asalto a los cielos, tendría que ser con posterioridad, presentando de nuevo otro “relato” que, por supuesto, no iba a tener visos de realidad…

Es como la Lotería de Navidad, que se vive como un simulacro de felicidad. ¿La causa de ello?... Que con tanta batalla, en las guerras, en los parlamentos, con tanta bronca de la Oposición, el patio se ha convertido en un corral con los que siempre se creen que deben dominar a la gente y que, por cierto, en un gran número, se deja manipular (pero con argumentos y eslóganes mucho peores que los que presentan los del bando contrario), cuando se quiere dejar el mundo como un campo atravesado por el caballo de Atila. Poderoso animal, sin duda. Pero “caballo”.

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