Heraldo-Diario de Soria

LA SOLANA

Félix Villalba

Búsqueda de un modelo frente a la turismofobia

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EL PASADO fin de semana una de las noticias de la prensa nacional se refería a la movilización de los canarios por el hartazgo que está provocando en una buena parte de la población el turismo masificado. No deja de sorprender la reacción de los habitantes de unas islas en las que el peso de la actividad turística en la economía es enorme y sería difícil entender el desarrollo actual de la comunidad autónoma sin esa aportación fundamental, difícil de sustituir incluso a muy largo plazo. Quizá por ello los manifestantes insistían en sus declaraciones a los medios de comunicación en que estaban muy alejados de lo que se denomina turismofobia. Quieren turismo, pero de más calidad y más ordenado. Es un problema que no es nuevo, ni mucho menos, y que, a pesar de ser una potencia turística de primer orden, no tiene su origen en España. Porque para definir los problemas creados por el turismo masificado y los inconvenientes que soporta la población se creó el término de síndrome de Venecia. En la bella ciudad italiana, a principios de los años 70 tenía más de 100.000 habitantes en las islas de la laguna, la parte turística, cifra que ahora es de la mitad. ¿Un aviso para lugares con gran preocupación por la despoblación? En Soria, como en el conjunto de Castilla y León, se ve de forma contraria, como una de las herramientas para afrontar el reto demográfico. No existe un problema que se pueda asemejar ni de lejos al de los canarios, pero en ocasiones saltan algunas chispas que deberían servir de señal de advertencia para que una actividad que es positivo potenciar, no acabe generando fobias entre la población. En Soria, el mayor número de plazas hoteleras lo tiene, por encima de la capital, El Burgo de Osma, un localidad de algo más de 5.000 habitantes. Allí, como en general en Castilla y León, prima la hospitalidad con el visitante, pero no por ello hay que descuidarse. Recientemente, con motivo de las populares jornadas de la Matanza, que atrae a 600 visitantes un fin de semana , se produjeron algunos destrozos en el pueblo. Algo puntual, pero que hace que el alcalde, Antonio Pardo, se plantee hablar con el sector para buscar el consenso sobre el modelo turístico a desarrollar. La promoción del destino, con fondos públicos, ha tenido buenos resultados y ahora se trata de que el crecimiento de la actividad no sea contraproducente para nadie. Hay ya, a la escala de un pueblo de 5.000 habitantes, algunos problemas comunes a los lugares turísticos, como la escasez de oferta de vivienda de alquiler, porque los propietarios no se sienten protegidos suficientemente por la legislación y algunos optan por buscar la rentabilidad con los pisos turísticos. Hay otras consecuencias, como el incremento de las necesidades de mantenimiento de los monumentos, a veces afectados por las visitas, que requiere también dinero público. En una economía promover modelos es difícil, pero nunca está de más intentarlo, sobre todo con consenso, para que no muera ninguna gallina que de huevos de oro.

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