Heraldo-Diario de Soria

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Si lo que pretenden los estrategas de la Junta es dar relieve a las políticas del gobierno de Mañueco, lo están consiguiendo, incluso sin pretenderlo. Si al principio de mandato Castilla y León ya ocupó espacio en las páginas del influyente Times a cuenta de la hipersexualización que atacaba el crecimiento demográfico de nuestro gigantesco territorio, ahora es la ONU la que se ocupa de la Ley de Concordia que no condena expresamente la dictadura franquista que sometió a España durante cuatro décadas y dejó miles de desaparecidos por las cunetas. La ONU ha sido contundente en su visión de una norma, que todavía es embrionaria, y de la que asevera en el informe del grupo de relatores adscritos al organismo internacional que atenta contra los Derechos Humanos. Sería todo un exceso que los estrategas e integrantes del ejecutivo de la Junta decidiesen plantar cara a la ONU, que tiene que certificar que asume, como institución, el informe de los relatores. O incluso políticos del parlamento autonómico, por mucho que para el dirigente de VOX Jorge Buxadé esos de la ONU sean cuatro mataos amigos de la izquierda. Pero la política se ha llenado de excesos. De incontinencia y de imprudencias. Es la política irreal, ajena a los ciudadanos. Ya advertimos en estas páginas que esa ley, que sale de la discordia, podrá ser de cualquier cosa menos de concordia. Mal asunto pretender imponer la concordia en una sociedad con el único argumento de la mayoría parlamentaria. La concordia nace del diálogo, del debate y, en último extremo, del consenso. Y eso lo entiende cualquiera con sentido común, incluso debería hacerlo PP y VOX. No era necesario que vinieran a recordárselo unos relatores de la ONU, que velan por la protección, el fomento y el cumplimento de los Derechos Humanos. Pero tampoco está de más. Pero la concordia tampoco se busca elevando la tensión del jaleo organizado. Lo responsable es pedir la retirada. E incluso proponer una alternativa, aunque sea la que ya existe.

La norma es fruto de la exigencia ideológica de VOX en el programa de gobierno. El PP se podía haber ahorrado este nuevo trago si hubiese tenido reflejos. Los que tampoco tuvo con el escándalo del protocolo antiaborto hasta que se organizó la mundial. Ahora los populares se encuentran con este alboroto a las puertas de una elecciones europeas. La dirección nacional del PP ha demostrado en este caso un escaso olfato político y nulos contactos internacionales para no saber que la ONU iba a meter el cuezo en el asunto.

Tanto PP y VOX deben reflexionar que cuando vienen todos de frente, a lo mejor los que van en sentido equivocado son ellos. A lo mejor. La prudencia y la humildad no son malas consejeras en esto de la política a la hora de enderezar el rumbo y rectificar errores. Pero en cualquier caso, lo diga la ONU o su porquero, una Ley de Concordia no puede surgir de las discordia, la disputa y el enfrentamiento. Eso es incontestable. Aquí y en la ONU.

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