Heraldo-Diario de Soria

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A la alcaldesa de Burgos, Cristina Ayala, el pacto y la estabilidad de gobierno le han durado poco más de un año. Lo que ha querido su socio, VOX, ni más ni menos, en un error de cálculo político, que no tiene excusas por mucho que las busque. Es difícil de explicar que a la mínima disputa interna en la coalición un partido abandone el gobierno, que es el objetivo último, o debería serlo, de la política activa, ya sea municipal, provincial, autonómica, nacional o europea. Un error de cálculo y un exceso que acabará penalizando sus aspiraciones futuras. Tiempo al tiempo. El tiempo, ese juez inquebrantable, que da y quita razones. En cualquier caso es la decisión de VOX, legítima y soberana, aunque no parezca ni muy madura ni muy responsable.

La ruptura llega a cuenta de unas subvenciones para oenegés que se dedican a la atención de inmigrantes, entre otras cosas, en Burgos. Un parecer que no contó ni con el apoyo de Cáritas, que no se significa por ser un chiringuito extremista de izquierdas. Cáritas mostró su negativa a entrar en el reparto de subvenciones si no se levantaba el veto a las otras organizaciones, que son las que hacen las labores y tareas con la inmigración que no asumen las administraciones ni las instituciones públicas, o que deciden subcontratar, como en otros muchos órdenes de la política, tal es el caso de las oficinas antiocupación puestas en marcha por la Junta por exigencia de VOX cuando formaba parte del ejecutivo autonómico, y cuyos resultados son famélicos.

La inmigración descontrolada es un problema real. Pero es un problema que evidentemente trasciende el ámbito municipal y no se va a solucionar por el mero hecho de retirarle un puñado de miles de euros a una organizaciones que contribuyen, en su medida, a que ese desorden y desconcierto sea menor, en este caso en el ámbito de Burgos. Nada tienen que ver con las mafias que trafican con personas por mucho que VOX se empeñe.

En cualquier caso, a la regidora burgalesa, que se corrió a tiempo y cuando la presión social era intensa, no le queda más remedio que gobernar en solitario. Es un reto, pero tampoco pasa nada. Es un trance por el que han pasado otros de su partido, sin ir más lejos el presidente de la Junta, Alfonso Fernández Mañueco. Y es evidente que podrá gobernar con el presupuesto que tenía preparado e incluso acordado con sus ex socios de VOX. Eso todavía hace más incomprensible la postura de VOX de provocar su expulsión del ejecutivo municipal y de la noche a la mañana intentar revestirse de oposición. Es un tránsito nada fácil de digerir. Sólo tienen que mirarse en el espejo de sus mayores de la política autonómica. Gobernar no es fácil y entenderse en una matrimonio político requiere más de madurez y diálogo y menos de berrinches.

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