Heraldo-Diario de Soria

SORIANOS POR EL MUNDO

Del frío soriano a la selva amazónica

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NURIA FERNÁNDEZ / Soria
Soria

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«Me quedaré a vivir en Brasil», asegura este joven misionero javierano, de 34 años y nacido en Soria, que cuando finalizó sus estudios de Teología eligió el país brasileño para continuar con su formación pastoral. Aterrizó en octubre de 2008 en Belem, la capital del estado de Pará, a muy pocos kilómetros de la línea del Ecuador. 

 

Este año realizará un parón para regresar a España y continuar sus estudios, con un doctorado en Teología, y posteriormente ordenarse sacerdote. Después de estos pasos regresará a Brasil para residir allí de manera permanente. «Como misioneros podemos escoger vivir fuera de nuestro país de origen, esto no significa despreciar nuestras raíces, al contrario se valoran más y se aprecian más estando en un país extranjero». En sus tres años de estancia en el país ha residido en diversas ciudades del país. Desde Belem se trasladó a Brasilia, la capital del país, para regresar del nuevo al norte a la ciudad de Concordia y después en Ourilandia. Eso significa que conoce bien  Brasil, un país que le ha sorprendido por su extensión y también por la mezcla de razas  y culturas. 

El primer año de estancia lo dedicó al conocimiento de la lengua y de la cultura brasileña, por lo que sabe bien que la población es una mezcla muy variada entre los colonos portugueses, la raza negra esclava y los indios oriundos de este país. 

El segundo y el tercer año que ha estado en el Estado de Pará  se ha dedicado a trabajar en las parroquias de la zona «siempre con  la gente más pobre y también la más necesitada que se enfrentan   cada día a duras condiciones», manifiesta.

Este soriano, que pasó su infancia entre Ólvega y El Burgo de Osma, ya tenía experiencia de residir en el extranjero. Antes de tener una experiencia tan larga y tan profunda en Brasil estuvo residiendo en Italia «y uno ya se da  cuenta de que echa de menos a su familia, a sus amigos y a las personas con las que estás día a día, pero también se echa de menos la tortilla de patata y el torreznillo». 

Tras estos tres años en Brasil se ha dado cuenta que su futuro está en este país, al que le ha costado adaptarse con el clima tan caluroso y tan húmedo a la vez, sobre todo en la zona en  la que reside tan próxima al Ecuador, «caminas un poco y enseguida estás sudando porque estamos en la selva amazónica».  Aunque los brasileños hablan de una estación de invierno con lluvias y otra de verano que es más secas,  las temperaturas apenas se diferencian y son elevadas en todas las estaciones del año. 

Si algo que a este soriano le ha llamado la atención en el país es la gran variedad de frutas con las que dispone Brasil, «algunas no  las había visto nunca y aunque aquí se come todos los días arroz con alubias, las frutas nunca faltan». 

Reconoce que los hábitos y los   alimentos para las comidas son muy diferentes. «El pan», agregó, «solo lo emplean para el desayuno porque no tienen trigo y emplean en su lugar la mandioca de la que extraen una harina que se emplea en muchos platos del país». Es un país en el que el pescado forma parte de la dieta diaria por la gran riqueza que hay en los ríos.  Aunque parece que el pueden existir muchos parecidos con la cultura española «hay bastantes diferencias», asegura Javier Martínez.

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