Heraldo-Diario de Soria

SORIANOS POR EL MUNDO

Labrándose el futuro en la bella Córcega

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J. RAMÓN RODRÍGUEZ / Soria
Soria

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«Vivo bien». Fácil de pronunciar pero difícil de escuchar. De esta forma resume su estancia en Ajaccio José Ágreda Toro, un inquieto soriano que tras acabar su formación universitaria en Soria puso rumbo a la capital de Córcega a través de un programa de lectorado del Ministerio de Educación. 

 

Terminado el programa, aprovechó las ocasiones que se le plantearon en una ciudad de 60.000 habitantes que en verano multiplica por diez su población merced al turismo que recibe atraído por sus espléndidas playas y la combinación embriagadora de montaña y mar que dibujan sus paisajes.

La historia de José es la de muchos jóvenes sorianos que ante la falta de oportunidades y de empleo en la tierra tiene que plantearse su futuro laboral fuera de su entorno. Eso sí, este inquieto joven sabe perfectamente que ahora las oportunidades están fuera de un país en el que la crisis lo empaña todo. «Desde un principio fuí consciente de que cosecharme una buena experiencia en el extranjero me iba a suponer un valor añadido en un futuro a medio plazo, y dependiendo de qué destinos hoy es relativamente fácil buscarse la vida fuera...».

Aunque rebosa optimismo es conocedor que la comprometida situación económica de España «y como consecuencia el acuciante paro en España, que no ayuda a lanzarse al mercado laboral allí», es el principal argumento para escapar del país. «Conclusión, me puse manos a la obra, a buscar trabajo, antes de que se me acabara el contrato y encontré un puesto en un hotel del centro», relata José, quien también apunta que para buscarse la vida en el extranjero «hay que echarle un buen par».

Este joven de 24 años llegó a Ajaccio, capital de Córcega, en septiembre de 2010 después de licenciarse en la Facultad de Traducción e Interpretación de Soria. La previsión inicial era permanecer siete meses en esta ciudad de la región francesa en la que abundan sorprendentemente los ajustes de cuentas que periódicamente se repiten por toda la isla.

Tras este periodo experimental en la llamada ‘kallisté’ se buscó un empleo en un hotel del centro de recepcionista. «Disfruté del verano, aunque me perdí los sanjuanes, y de la playa, que aquí la tengo a lado de casa y eso en Soria es impensable», recupera de su memoria José, quien tras concluir su contrato pudo colocarse en otro hotel de una ciudad en la que el turismo estival es importantísimo y que, incluso, cuenta con una estación de esquí bastante transitada en invierno. Aunque evidentemente echa de menos Soria, «mi familia, como es normal», y el ambiente musical de Soria, aprovecha lo que el califica como placeres de Ajaccio. «Cuando puedo tomarme un respiro me escapo a alguno de los parajes cercanos, correr hasta llegar al lugar, subirme a una montaña rodeada de mar por todas partes...en ocasiones ver la puesta de sol desde lo alto de la Punta de la Parata, con la reserva natural de las Islas Sanguinarias a un lado...Y como ese, mil sitios», relata con entusiasmo este licenciado en Traducción e Interpretación quien reconoce que «a veces hay que dejar algo atrás para prosperar en la vida, y de momento no me va nada mal», como es haber aparcado, durante su estancia en la capital de Córcega, a un lado el plano musical. 

«Después de años de Conservatorio de Música, múltiples cursos y concentraciones de jóvenes orquestas con mucha frecuencia, con la vorágine que ello supone, es algo que me falta. No hay tantas estructuras musicales como en Soria», lamenta José sobre su estancia en Ajaccio que no es su primer destino en el extranjero. «Tuve la suerte de disfrutar de un año de Erasmus en Polonia, ¡cuyo clima es más parecido al de Soria que el de Ajaccio! Aunque en la isla el ‘impacto’ cultural es bastante más suave».

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