Heraldo-Diario de Soria
Un vecino de Hinojosa llevando una talla al ayuntamiento para celebrar la misa. / ICAL-

Un vecino de Hinojosa llevando una talla al ayuntamiento para celebrar la misa. / ICAL-

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Centros sociales, pequeñas sacristías, ayuntamientos, salones de plenos, bares y teleclubes se convierten en improvisadas capillas durante los siete meses de invierno que soporta la provincia de Soria. Las iglesias en los pueblos sorianos son para el verano. Tan sólo se abren cuando se celebra un funeral.

“La Iglesia va al encuentro de las personas y sus necesidades”, explica el párroco de Hinojosa del Campo, Alfonso García, que ayer celebraba la Eucaristía en honor a San Sebastián ante una docena de feligreses en el centro social del Consistorio de la localidad. “La necesidad y el frío obliga al traslado”, incide esbozando una sonrisa.

Los lugareños no saben precisar con exactitud desde cuándo se lleva a cabo la práctica de celebrar la misa a resguardo a partir de Todos los Santos y hasta junio. La escasa asistencia de público, normalmente acuden cinco o seis personas a la celebración, y el hecho de que la parroquia adolezca de calefacción, provoca que resulte más cómodo utilizar lugares públicos. A pesar de ello, los lugareños prefieren escuchar misa en su iglesia, con sus santos y sus velas, según apunta el cura, una cuestión que corrobora Eulalia de Diego. “Este centro social no tiene el recogimiento que emanan las iglesias. Aquí desde la ventana ves quién pasa y quién se va. Al principio se hace raro, pero luego te acostumbras”.

El alcalde de pueblo, Honorato Lacal, se ha encargado de trasladar desde la iglesia al Ayuntamiento las figuras de San Sebastián y San Fabián para celebrar la Eucaristía. Llama al cura desde el móvil y le avisa de que todo está dispuesto. Hoy por ser fiesta han venido hijos del pueblo residentes en Soria y el número de feligreses ha aumentado. Además, la Cofradía de San Sebastián invita después a un vino español.

Entre televisiones, un armario prefabricado y un belén, García saluda con familiaridad a los vecinos para proceder a celebrar el ritual como manda la Santa Madre Iglesia. Lleva un total de diez parroquias y en casi todas en invierno la misa se celebra en algún lugar al abrigo. “En Magaña se imparte en una sacristía en torno a una mesa camilla y siempre van seis personas. En Pozalmuro, en el bar del pueblo”, detalla para recalcar que la Iglesia se adapta a la idiosincrasia de Soria: pueblos dispersos, escasa población y mucho frío en invierno.

Afirma que los lugareños no quieren oír hablar de trasladarse a otro pueblo cercano los domingos para asistir a la Eucaristía. Una posibilidad que resultaría más cómoda para él, ya que algunas de las parroquias de sus dominios distan entre sí escasos seis kilómetros. “Se resisten a abandonar las costumbres de su pueblo. Me perdonan que algún día falte, pero no irían al pueblo de al lado a escuchar misa”.

Funeral, en un garaje

Según cuentan los feligreses, en Hinojosa del Campo han llegado a celebrar un funeral en una cochera, ya que el vecino murió en invierno, en la iglesia hacía mucho frío y en el centro social no cabían las 200 personas que se dieron cita. En la actualidad, si muere un vecino la iglesia se abre independientemente de la estación en la que se esté. Ese día toca pelarse de frío.

García afirma que esta práctica de cerrar las iglesias de pequeños en invierno es muy común en núcleos rurales de las dos castillas. “La gente es muy mayor y se buscan lugares céntricos para que tengan que andar poco”, puntualiza.

A pesar de que todos apuntan al frío como la razón por la que se trasladan las misas al abrigo, subconscientemente recuerdan que es la despoblación sangrante la que obliga a cerrar sus queridas parroquias. “Si fuéramos más tendríamos calefacción en la iglesia. Nos tenían que pagar por vivir aquí. Asistimos con decadencia el final de muchos pueblos de Soria que ya son solo de verano”, lamenta un vecino que ve languidecer su pueblo y su iglesia que otrora latía.

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