Heraldo-Diario de Soria

SOCIEDAD

Los hogares regresan a la calefacción de leña y al butano por la crisis

El 10% de las familias tienen dificultades para cubrir las necesidades energéticas

Camión distribuidor de butano. / VALENTÍN GUISANDE-

Camión distribuidor de butano. / VALENTÍN GUISANDE-

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P. PÉREZ SOLER / Soria
Soria

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El control energético perseguía hace unos años la sostenibilidad; hoy el control del termostato persigue el puro y duro ahorro. Hasta hace no mucho, pocos ciudadanos se detenían a examinar la factura de la luz; hoy son muchos los que la miran con lupa y cada vez más quienes tienen que pedir ‘auxilio’ para poder pagarla. Es la llamada «pobreza energética» que se cuela por las rendijas y se mete en el bolsillo del ciudadano. 

Así la llaman instituciones, organismos diversos y las organizaciones no gubernamentales (ongs): «pobreza energética». Pero las consecuencias directas para el usuario entienden más de la práctica que de términos lingüísticos: se controla el consumo energético y también el de la calefacción por mucho que las temperaturas por estas latitudes sean más bajas que en otras provincias del país. 

Entre las primeras consecuencias es el regreso de la llamada ‘calefacción de los pobres’: la humilde estufa de butano denostada no hace tanto y ahora requerida de nuevo, debido a su bajo precio. Y se vuelven los ojos a otras calefacciones alternativas más económicas; se rehabilita la estufa de leña o se compra una de pellets.

La electricidad, el gas natural o el gasoil no ofrecen competencia con la tradicional bombona de butano, cuyo uso había caído en picado en estos últimos años mientras se expandía la red de gas natural, ni a la leña. La luz y el gas natural han experimentado sucesivos incrementos de precio en el último año y aunque el butano también ha subido no lo ha hecho tanto como las otras dos energías. 

El uno de enero la luz subió un 3% pero el alza acumulada en los recibos en el último año y medio se sitúa en un 14%. El incremento acumulado del gas natural en el mismo periodo está en torno al 7%, un punto más que el butano en el que el usuario ve más alicientes que el precio. Otro factor anima al consumidor a decantarse por la calefacción de butano o de otro tipo más asequible: la utilización de estas otras energías no está sujeta a un mínimo en la factura. El sector ha notado los cambios. La demanda de butano ha subido y también la de estufas y calderas.  «Se notan cambios, sí. Hay gente que está volviendo a la clásica de estufa o calefacción de leña. No sé si es por la crisis o porque el litro de gasoil está a un euro y antes se compraba a 60 céntimos», comenta Luis Ángel Rubio, desde la veterana empresa Alejandro del Amo, en el polígono Las Casas. 

Esta empresa soriana confirma asimismo la demanda de estufas de pellets, con más autonomía que las de leña,  ahora restauradas en algunos hogares donde se ponen de apoyo. Es la ‘cocina económica’ de toda la vida que ahora hace honor a su nombre.  

El frío que ha dejado en muchos hogares del país la expansión de la crisis económica llega al Observatorio de la Sostenibilidad en España (OSE). Este organismo, centro de referencia en materia de sostenibilidad y desarrollo sostenible, publica un informe anual que por primera vez incluye como indicador el término de pobreza energética. 

El informe Sostenibilidad en España 2012 dedica un capítulo al Año Internacional de la Energía sostenible, celebrado el pasado año, en el que profundiza «sobre la importancia de incrementar el acceso sostenible a la a la energía, la eficiencia energética y la energía renovable, teniendo muy en cuenta la pobreza energética». Pero el mismo informe advierte de que esta pobreza energética afecta a unos cuatro millones de personas residentes en España, donde «aproximadamente un 10% de los hogares tiene dificultades para cubrir sus necesidades energéticas -dedican más del 10% de sus ingresos anuales a ello- y garantizar las condiciones de habitabilidad de su vivienda, es decir, que se encuentran en situación de pobreza energética».

Las distribuidoras aprecian el repunte. Tres compañías se reparten en Soria el mercado: Repsol,Cepsa y Galp, a través de diferentes distribuidoras. Solgas, distribuidora oficial de Repsol Butano en la provincia, significa el «aumento» de bombonas de butano desde hace alrededor de un año. «Es un gasto controlado y la gente apuesta por el butano y el propano. No es el mismo que el de la factura eléctrica», apunta Laura Cangiani, administradora de Repsol Butano en Soria.

La subida en el consumo «se ha notado más en la provincia que en la capital», añade Cangiani recordando que «hay pueblos pequeños donde hacer una instalación de gas natural resulta caro y la gente tira más a lo económico y al control del gasto».  

Además de en la distribuidora, la demanda de butano y propano se constata en las gasolineras. Repsol tiene 13 puntos de venta donde, según la responsable de la compañía en Soria, «la afluencia es mayor ahora».

Mientras, el portavoz de la Asociación Soriana de Gasolineras, Juan Manuel García Velasco, manifestó que «las gasolineras venden más» bombonas. No obstante, añadió, «no sé si porque el consumo ha crecido en su conjunto o porque la distribuidora no tiene horario fijo en los pueblos, y hay personas que no pueden cogerlo en el reparto y lo hacen aquí». 

Las gasolineras suelen vender la bombona algo más cara que si se adquiere en el camión distribuidor, pero tienen la ventaja de que la mayoría son un punto de venta abierto las 24 horas.  

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