Una aventura en las antípodas

Almudena Gómez salió de Soria el 8 de octubre de 2012 y llegó a su destino tres días después. No en vano, se cruzó medio planeta para recalar en Brisbane (Australia). «Aunque parezca extraño, no fue la crisis lo que me llevó hasta aquí. Yo tenía trabajo en Soria, pero llevaba tiempo pensando que necesitaba un cambio, una ‘aventura’, antes de instalarme ya en Soria, o cualquier otro sitio para siempre. Sentí que era el momento, que era ‘ahora o nunca’, quería que fuese un país de habla inglesa, ya pasé mi Erasmus en Alemania, y siempre me había llamado la atención Australia. Así que investigué cómo podía hacerlo, elegí una ciudad y ¡aquí estoy!», explica en las antípodas.

El tamaño fue uno de los factores que le atrajeron de Brisbane y pronto se aclimató. En mes y medio ya tenía piso, clases y amigos con los que salir. «La ciudad es muy cómoda, todo es muy accesible andando o puedes coger el ferry, el bus, el tren o moverte en bicicleta. Los Australianos son muy abiertos, supongo que porque están acostumbrados a convivir desde siempre con gente de todas partes del mundo, y el resto de gente también lo es, porque están en la misma situación que tú. Es fácil que pronto te inviten y te incluyan en sus planes. Por supuesto también hay una buena colonia de españoles aquí».

Almudena incluso encontró ‘sustituto’ para el Duero. «Creo que lo que más me gusta de esta ciudad es que está atravesada por el río Brisbane. Las vistas son preciosas vayas por donde vayas. Me encanta que el transporte público que cojo cada mañana para ir al trabajo sea un ferry, que en cinco minutos me cruza el río y estoy en el trabajo. A lo largo de todo el río hay carril bici y es un placer ir en bici o ir a correr al ladito del río». 

Otro detalle del que disfruta es de «las ‘Cliffs’ en las que puedes escalar, también con vistas al río y a cinco minutos del centro de la ciudad. Además, en todas las zonas verdes y parques hay barbacoas eléctricas que todo el mundo puede utilizar cuando quiera. Y a menos de dos horas hay varias islas preciosas a las que puedes ir a pasar el día o acampar el fin de semana ¡Todo esto acompañado de un clima perfecto!». Sorprendida por el tamaño real de este «país-continente», Almudena espera que la economía le deje llegar al máximo número de rincones posible.

No obstante, no todo es fácil. «Lo que menos me ha gustado es lo que cuesta que te dejen vivir en este país. Si eres español necesitas un ‘sponsor’ y si no solo puedes venir con el visado de estudiante, por lo que te tienes que matricular en un curso aunque no quieras. Y los cursos hay que pagarlos… Si no sabes inglés, igual hasta te viene bien, pero no era mi caso, así que volveré a España con un curso de turismo». Además «las cosas son bastante caras como la comida en el supermercado o las bebidas en los bares, aunque los sueldos son bastante altos». Y por supuesto echa de menos a «la gente a la que quiero».

Por otro lado, no sólo el tópico del carácter abierto de los australianos es cierto. «Mi compañero de piso dice que en el jardín de casa de sus padres hay canguros todos los días… También se pueden ver koalas, pero es más complicado. Lo del estilo ‘Cocodrilo Dundee’ también puede verse, pero es más en el interior. Si es cierto que están muy concienciados ya que el sol aquí es bastante fuerte y si que ves a la gente que trabaja en la calle que siempre lleva sombrero. También forma parte del uniforme del colegio. ¡También es cierto que las playas están llenas de surferos!»

Almudena tiene claro qué intercambio haría entre Soria y Brisbane. A la Vieja Castilla traería «el clima, los canguros, los koalas, el civismo de la gente, la playa», y a sus antípodas se llevaría «la comida, por supuesto. Igual la Herradores también, pero con mis amigos dentro».

Por el momento «mi plan es quedarme aquí hasta noviembre de 2013, que es cuando termina mi visado, y en este tiempo no tengo pensado volver. Como he dicho antes, hay muchas cosas que ver y hacer aquí antes».